Los neosocialistas
Alfredo Bullard considera que el fracaso contra el COVID-19 no viene de un Estado pobre creado por los liberales para enriquecer a otros, sino de la justificación neosocialista de tener un estado más grande del que necesitamos.
Por Alfredo Bullard
Me dijeron hace unos días, en redes sociales, que los liberales seremos culpables si se elige a Urresti como presidente. Dijeron incluso que Urresti hará “palidecer al dictador africano Idi Amin”.
Otros dicen que la situación actual es culpa de un liberalismo suicida o esquizofrénico que ha debilitado al Estado y es culpable de la falta de respiradores.
Lo cierto es que la incapacidad de los neosocialistas (o socialistas confusos) no deja de sorprenderme. Son pensadores que se resisten a llamarse a sí mismos socialistas, pero que propugnan las ideas trasnochadas que explican el fracaso económico y social en todos los lugares y tiempos en que se han implementado. Creen que si pensamos un poco como Urresti (si lo que hace se puede llamar pensar), hará que los peruanos no voten por él.
Parten de que los liberales promueven un Estado débil y que nada de esto hubiera pasado si hubiéramos tenido un Estado fuerte.
Los liberales (al menos aquellos cuyas ideas comparto) no quieren un Estado débil. Quieren un Estado fuerte pero limitado. Reducido en tamaño pero eficiente, concentrado en hacer bien lo que le toca hacer: generar ciertos bienes públicos (seguridad, administración de justicia, salud, infraestructura básica) y no dedicado a hacer aquellas cosas que el mercado, con sus imperfecciones, puede coordinar de mejor manera. Quieren un Estado que no haga una avalancha inorgánica de cosas que no tiene idea cómo hacer y que le impide realizar lo que sí le toca hacer.
Es un Estado que haga que “the rule of law” (el Estado de derecho) exista y que proteja nuestros derechos, no que los avasalle. Es ese Estado que nunca ha existido en el Perú.
Los liberales no creen en un Estado que se gaste miles de millones de dólares en construir una refinería inútil en Talara o en organizar unos Juegos Panamericanos en un país sin hospitales. Mientras tanto, los neosocialistas pretenden decir que eso es culpa de los liberales y los mezclan, con ignorancia o con malicia (o con malicia ignorante) con los mercantilistas, ese grupo de empresarios que en nombre de la libertad de empresa obtienen sus utilidades no en el mercado sino en los pasillos de los ministerios. Pero los liberales despreciamos a los mercantilistas.
Los socialistas (los verdaderos) y los liberales (aquellos cuyo pensamiento comparto) tienen en común que no quieren concentración de poder. Pero, paradójicamente, para lograr la desconcentración, los socialistas exigen concentrar poder en el Estado. Y es luego ese Estado (mercantilista y corrupto) el que transmite el monopolio estatal que los socialistas le han dado, en concentración de poder económico mediante reparto de privilegios y corrupción. Los liberales sí creen en que desconcentrar el poder significa tener un Estado limitado, precisamente para que no use su monopolio para limitar la competencia.
El fracaso contra el COVID-19 no viene de un Estado pobre creado por liberales que hicieron ricos a otros. Viene por la justificación neosocialista de tener un Estado más grande que el que necesitamos y que, con arcas llenas con impuestos generados por el crecimiento económico, sufre de la incapacidad de gastarlas en lo que debe hacer y facilidad para gastarlas en lo que no debe hacer. Habría que preguntarse quién es el suicida y el esquizofrénico.
Este artículo fue publicado originalmente en Perú 21 (Perú) el 6 de julio de 2020.