Lo que Biden puede hacer luego de otro acuerdo migratorio fracasado

David J. Bier dice que incrementar la inmigración legal con una política pública adecuada restaría flujos a la inmigración ilegal y resolvería el caos en la frontera.

Por David J. Bier

El acuerdo bipartidista sobre inmigración para restringir los cruces fronterizos sufrió un revés a fines de enero cuando Donald Trump presionó al Congreso para que lo rechazara. Es el último de una serie de episodios de la última década en los que una parte echa por tierra un acuerdo justo cuando la otra cede. El presidente Biden quiere romper este ciclo, pero para acertar en política debe acertar primero en la política pública.

Mientras la frontera sea un caos, Trump apuesta a que los votantes seguirán prefiriéndole en esta cuestión. Es casi seguro que tiene razón. Pero quizá sea el caos, y no la inmigración per se, lo que moleste a los votantes, y el Sr. Biden pueda frenar el caos permitiendo que más inmigrantes lleguen legalmente a Estados Unidos. La inmigración legal y ordenada restaría flujos a la ilegal, haciendo que el discurso de los republicanos sobre una "invasión" pareciera una hipérbole y obligándoles a volver a negociar.

La estrategia política de negociar de mala fe no es nueva. En 2007, Barack Obama, entonces senador por Illinois, colaboró con los detractores de la reforma para aprobar enmiendas envenenadas que destruían un programa de trabajadores invitados favorecido por los republicanos moderados, lo que les hizo abandonar un proyecto de ley bipartidista de "vía a la ciudadanía". En 2013, los demócratas hicieron lo mismo con el congresista Raul Labrador, aceptando inicialmente limitar el Obamacare para los inmigrantes recién legalizados, para luego cambiar de opinión después de que el Senado aprobara su proyecto de ley. En 2018, fue el turno de Trump de pedir un muro fronterizo a cambio de una vía a la ciudadanía para los Dreamers, solo para rechazar el plan bipartidista.

El Sr. Biden puede creer que las demandas de los demócratas empujaron a los republicanos a alejarse en el pasado. Como está desesperado por llegar a un acuerdo, no pide ninguna prioridad demócrata. Según se informa, el proyecto de ley proporcionaría más de 14 mil millones de dólares para detener y deportar inmigrantes, así como restricciones al asilo que son más extremas que cualquier cosa que el Sr. Trump haya solicitado al Congreso durante su mandato.

Biden estaba dispuesto a ceder a las exigencias del Partido Republicano a cambio de nada. Pero la estrategia del presidente estaba condenada al fracaso.

No es de extrañar que, antes de que se hiciera público el texto, Trump y sus aliados republicanos en el Senado dijeran que se opondrían al proyecto de ley. Aunque el Sr. Trump admitió que la propuesta, desde su punto de vista, mejoraría la política, también dijo que el partido debería rechazar todo lo que no fuera un proyecto de ley "PERFECTO". Los senadores republicanos y el consejo editorial conservador del Wall Street Journal parecen pensar que Trump cree que un acuerdo sobre inmigración ayudaría al presidente Biden a ganar la reelección.

La principal queja del Partido Republicano con el acuerdo no es que sea demasiado blando con las personas que cruzan la frontera ilegalmente, sino que no bloquea lo suficiente la migración legal. Utilizando la autoridad de libertad condicional concedida por el Congreso, el Sr. Biden ha creado procesos para que algunos inmigrantes vuelen legalmente a Estados Unidos, y los republicanos quieren que ponga fin a esa práctica.

Esta pobre excusa sólo refuerza la impresión de que los republicanos no pretenden reducir el caos fronterizo. Los nuevos procesos que permiten a los ciudadanos estadounidenses patrocinar la entrada de inmigrantes están reduciendo enormemente la inmigración ilegal. Cualquier esfuerzo por destruir la entrada legal causaría aún más problemas a la Patrulla Fronteriza.

Parece que algunos republicanos preferirían dejar que persistiera la crisis en la frontera. En respuesta, el Sr. Biden no debe limitarse a culpar a los republicanos de echar por tierra el acuerdo y luego dejar el asunto en paz. El presidente siempre recibirá la mayor parte de la culpa cuando haya anarquía y caos, por muy inadecuados que sean los recursos y las leyes que proporcione el Congreso.

La política está frustrando la reforma política, pero una política pública mejor podría ayudar a la política. El Sr. Biden puede redoblar sus esfuerzos para ampliar los programas de patrocinio de la libertad condicional que permiten a las personas entrar en Estados Unidos de forma legal y ordenada.

Permitir la entrada de personas a través de programas de patrocinio privados anula la necesidad de ampliar los recursos porque tendrán la oportunidad de conseguir trabajo y vivienda antes de llegar aquí. Si todo lo demás falla, tendrán patrocinadores estadounidenses que les ayuden si es necesario.

Puede que a algunos republicanos no les guste que vengan inmigrantes –legales o de otro tipo–, pero los votantes estadounidenses no se tragan la retórica de la invasión para describir a las personas que son examinadas para viajar aquí legalmente. El alarmismo sobre traficantes de drogas y terroristas puede funcionar cuando la gente entra ilegalmente.

Ahora mismo, Biden sólo ha creado procesos legales para cinco países –Ucrania, Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela– y ha fijado un límite muy por debajo de la demanda. Estos procesos son legales y ordenados. Ampliar estos procedimientos a otros países de origen importantes y permitir la entrada legal de más personas reducirá los flujos a niveles más manejables.

Sin caos que explotar, la ventaja republicana en este asunto disminuirá, con lo que no estará tan claro que al partido le interese oponerse a cualquier acuerdo. El Sr. Biden puede pensar que ya ha ganado políticamente. Pero debería apostar por la política pública, no por la política, para neutralizar la retórica apocalíptica sobre la frontera. Permitir que los inmigrantes lleguen legalmente es su única oportunidad de salir de una década de acuerdos migratorios fallidos.

Este artículo fue publicado originalmente en The New York TImes (Estados Unidos) el 30 de enero de 2024.