Las manufacturas estadounidenses ya están prosperando y los aranceles más altos no ayudarán

Colin Grabow señala que la producción manufacturera estadounidense se encuentra tan solo un 5% debajo de su pico histórico, conforme sigue siendo líder a nivel mundial en valor añadido por trabajador en manufacturas.

Por Colin Grabow

Hace un par de semanas mencioné el uso de un lenguaje desolador por parte de algunos comentaristas para describir el estado de la industria manufacturera estadounidense, pero no tenía ni idea de que un ejemplo tan claro de esta retórica errónea se presentaría tan pronto. En su artículo de la semana pasada en el Wall Street Journal, Oren Cass abogaba por elevar los aranceles para rescatar una base industrial que describía como "tambaleante". Pero tanto la premisa de Cass como el remedio prescrito son erróneos. La industria manufacturera estadounidense sigue gozando de buena salud y la imposición de nuevos aranceles no hará sino socavar el sector.

Aunque existen varias métricas para evaluar el estado de la industria manufacturera, quizá la mejor sea la producción. El objetivo de la fabricación es la producción, así que ¿cuántas cosas se están produciendo? La respuesta, como expliqué en un ensayo reciente, es bastante. De hecho, la producción del sector está actualmente a sólo un 5% de su máximo histórico.

Otros indicadores pintan un panorama aún más halagüeño. En términos de valor añadido real, el sector alcanzó un récord el año pasado.

Y medido por el valor añadido por trabajador, el sector manufacturero estadounidense está significativamente por delante de otras economías avanzadas como Corea del Sur y muy por encima de China.

Esta productividad permite a los estadounidenses producir grandes cantidades de bienes con menos trabajadores que en décadas pasadas. Y las cantidades producidas son realmente masivas. En 2019, las empresas estadounidenses exportaron más de 1,3 billones de dólares en bienes manufacturados. Esto incluye productos de alta tecnología como piezas aeroespaciales y aeronáuticas (60.100 millones de dólares), circuitos integrados (41.200 millones de dólares) e instrumentos médicos (29.400 millones de dólares).

Según la edición de 2022 del Anuario Internacional de Estadísticas Industriales de las Naciones Unidas, Estados Unidos es el tercer exportador mundial de productos manufacturados de tecnología media-alta y alta.

La industria manufacturera de Estados Unidos no sólo es profunda, sino también amplia. Más allá de los productos de alta tecnología, los datos de la ONU muestran que Estados Unidos es también un productor líder en muchas otras áreas, como el papel y los productos de madera, las bebidas y el coque y los productos refinados del petróleo. De las 23 categorías manufactureras examinadas por el Anuario Internacional de Estadísticas Industriales, Estados Unidos era el primer o el segundo fabricante en 21 de ellas.

¿Y aún así debemos creer que se trata de una base industrial que se tambalea?

A la vista de estas realidades, la tarea de Cass de encontrar datos para describir la industria manufacturera estadounidense como asediada es realmente difícil. Para reunir pruebas en su favor, el director ejecutivo de American Compass afirma lo siguiente:

Mientras que la producción manufacturera real se duplicó de 1980 a 2000, sólo aumentó un 7% de 2000 a 2020. Como resultado, después de mantenerse estable durante 50 años, el empleo en el sector manufacturero se desplomó en un tercio, eliminando más de cuatro millones de puestos de trabajo. La automatización no es el problema. Al contrario, la productividad de la industria manufacturera ha disminuido en la última década -una tendencia chocante incompatible con un sistema capitalista que funcione bien-, lo que ha hecho que el sector sea mucho menos competitivo.

Sin embargo, el pasaje se refuta a sí mismo. Si la producción manufacturera no ha dejado de aumentar y el empleo se ha reducido en un tercio, resulta difícil creer que no se trate de una historia de automatización. ¿Cómo podría ser de otro modo?

Los datos apuntan aún más al papel de la automatización. Entre 2000 y 2010, la productividad de la mano de obra manufacturera aumentó aproximadamente un 45%, mientras que desde 2010 hasta la actualidad ha caído algo menos de un 3%. En otras palabras, la productividad de la mano de obra manufacturera es significativamente mayor hoy que en el cambio de milenio, exactamente lo que cabría esperar dado el aumento de la producción y un notable descenso del empleo.

No es de extrañar que un estudio de 2015 concluyera que el crecimiento de la productividad fue responsable del 88% de las pérdidas de empleo en el sector manufacturero en los últimos años.

Además, la modesta disminución de la productividad desde 2010 se ha correlacionado -no es sorprendente- con un aumento del empleo en el sector manufacturero.

Pero incluso si la industria manufacturera estadounidense no gozara de buena salud, la receta de Cass de aumentar los aranceles es un extraño elixir. Al igual que en muchas industrias estadounidenses, los insumos importados desempeñan un papel importante a la hora de permitir a los fabricantes mantener los costos bajos y seguir siendo competitivos. Aumentar los aranceles y, por tanto, el costo de los insumos adquiridos en el extranjero no hará sino socavar la capacidad de los fabricantes estadounidenses para competir en el mercado mundial.

Después de todo, ya hemos pasado por esto antes. En 2020, los economistas Kadee Russ y Lydia Cox calcularon que el aumento del costo del acero y el aluminio -un insumo importante para numerosos fabricantes, incluidos los de automóviles y maquinaria- debido a los aranceles impuestos por el presidente Trump provocó aproximadamente 75.000 empleos menos en la industria manufacturera. Notablemente, esa cifra no cuenta las pérdidas adicionales sufridas por los exportadores estadounidenses como resultado de los aranceles de represalia impuestos por otros países a las exportaciones estadounidenses.

A pesar de estos errores de política pública, Estados Unidos sigue disfrutando de un sector manufacturero próspero y dinámico. La amenaza contra la que los fabricantes del país deberían estar en guardia no son las importaciones, el comercio desequilibrado u otros supuestos males, sino las curas que se venden para aliviar a la industria estadounidense de males inexistentes o exagerados.

Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (Estados Unidos) el 30 de octubre de 2023.