Las encuestas demuestran que la persuasión funciona mejor que las ordenes para aumentar la vacunación
Jeffrey A. Singer y Michael F. Cannon consideran, en torno a los datos de una encuesta, que la persuasión es una mejor estrategia para aumentar la tasa de vacunación.

Por Jeffrey A. Singer y Michael F. Cannon
La evidencia muestra que la vacunación es la manera más segura de contener el COVID-19. Una nueva encuesta sugiere que la persuasión —no un mandato— es la mejor manera de aumentar las tasas de vacunación.
Conforme julio vio la variante Delta arrasar a través de los estados con tasa baja de vacunación, el presidente Biden expresó frustración ante la desaceleración de las tasas diarias de vacunación. Su frustración llegó a un punto de ebullición el 9 de septiembre. Diciendo que “nuestra paciencia se está agotando”, Biden anunció que todos los empleados públicos federales y trabajadores de salud en instituciones que reciben Medicare o Medicaid deben vacunarse. Luego decretó que todos los trabajadores en empresas con 100 o más empleados deben vacunarse o realizarse pruebas semanales.
Sin duda el gobierno federal puede legítimamente fijar los términos de empleo para sus propios trabajadores y adjuntar condiciones al gasto de los fondos estatales. Pero decretar que individuos particulares se vacunen es otra cuestión totalmente diferente, una que provoca preocupaciones morales.
Una nueva encuesta respalda estas preocupaciones al sugerir que dichos mandatos podrían irónicamente hacer que muchos estadounidenses no vacunados se vuelvan menos proclives a vacunarse, en lugar de lo contrario.
El Instituto Cato y YouGov realizó una encuesta en internet de 2.000 adultos con 18 años de edad o mayores entre el 2 y el 13 de septiembre de 2021. Dos tercios (67 por ciento) de los encuestados reportaron que ya había recibido al menos una dosis de la vacuna contra el COVID-19. Solo un 17 por ciento dijo que no están dispuestos a vacunarse.
En la mitad estaba un 16 por ciento de encuestados que están dispuestos a vacunarse pero que todavía no lo han hecho. De este grupo, cuatro de cinco (esto es, un 13 por ciento de todos los encuestados) indicaron que están planificando vacunarse o adoptando una estrategia de “esperar y ver”. El quinto restante (3 por ciento de todos los encuestados) señalaron que ellos se vacunarían solo “si fuese obligatorio”.
Estos resultados sugieren que EE.UU. puede lograr una tasa de vacunación de 80 por ciento con seguridad y sin mandatos al enfocarse en la persuasión.
La encuesta luego evaluó cómo los no vacunados (nuevamente, 33 por ciento de los encuestados) reaccionarían a los incentivos financieros en la forma de primas más altas en los seguros de salud. Una aerolínea importante recientemente anunció que los empleados que eligen no vacunarse tendrían que pagar $200 adicionales mensuales por el seguro de salud provisto por la empresa. Cobrarle a los no vacunados primas más altas tiene sentido porque los individuos no vacunados aumentan el riesgo de siniestros por hospitalización.
Los resultados de la encuesta señalaron que muchos de los no vacunados se oponen a los requisitos de vacunación todavía más de lo que se oponen a la misma vacunación. Cerca de la mitad (47 por ciento) de los no vacunados habían indicado anteriormente que estarían dispuestos a vacunarse en el futuro. Aún así tres cuartos (74 por ciento) dijeron que ni siquiera una prima de $1.000 al mes —una penalidad efectiva de $12.000 al año— alteraría su decisión. Un incremento de $50 al mes llevaría a que un 14 por ciento se vacune. Incrementar la cantidad a $1.000 al mes solo agregaba otro 12 por ciento.
Estos resultados son consistentes con los efectos de sobrecargos similares en los seguros. ObamaCare permite que los seguros de salud cobren a los fumadores de tabaco 50 por ciento más que a los no fumadores. Las investigaciones sugieren que esos sobrecargos resultan contraproducentes derivando en que los fumadores abandonen no los cigarrillos, sino su seguro de salud.
Estas encuestas demuestran que las órdenes de vacunación podrían ser igual de contraproducentes haciendo que los estadounidenses no vacunados sean menos proclives a vacunarse en lugar de más dispuestos a hacerlo. El auge en las ventas de tarjetas falsas de vacunación luego del anuncio de Biden ya está resultando contraproducente y haciendo que sea mas difícil saber quién está vacunado realmente.
Si los funcionarios de salud pública desean cambiar el comportamiento, deberían dejar de confundir la verdad. Dejen de utilizar retórica divisiva como lo hizo el presidente Biden cuando dijo, “Vamos a proteger a los trabajadores vacunados de sus colegas no vacunados”, frases que demonizan a los no vacunados.
Dejen de socavar los esfuerzos de vacunación implicando que las vacunas no protegen a los que las reciben —como lo hizo la Administración de Alimentos y Medicinas (FDA) cuando pausó la distribución de la vacuna Johnson & Johnson, o como lo hicieron los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDCs) cuando recomendaron que las personas vacunadas utilicen mascarillas en interiores, y como el presidente Biden lo hizo con las declaraciones anteriores.
En cambio, empiece a tratar a los estadounidenses no vacunados con respeto.
Adopten una comunicación consistente, transparente, respetuosa y persuasiva.
Denle a los estadounidenses no vacunados los datos y permítales elegir por sí mismos.
Este artículo fue publicado originalmente en Orange County Register (EE.UU.) el 4 de octubre de 2021.