Las declaraciones obligatorias de diversidad en las universidades: ¿Son constitucionales?

Walter Olson se pregunta si la Constitución de EE.UU., en virtud de su Primera Enmienda que protege la libertad de expresión, permitiría las declaraciones obligatorias de determinadas creencias para tener acceso a una universidad, un empleo o una promoción.

Por Walter Olson

Las declaraciones requeridas sobre diversidad, igualdad e inclusión (DEI por sus siglas en inglés) rápidamente se están volviendo parte del proceso de admisión y contratación en las universidades y colegios profesionales. “Una revisión del proceso de admisión en 50 de las escuelas de medicinas más prestigiosas encontró que 36 le preguntaron a los solicitantes sobre su opinión acerca de, experiencia con, esfuerzos por lograr la DEI”, según un reciente reporte realizado por Laura L. Morgan para el grupo activista Do No Harm.

La controversia ha surgido en torno hasta qué grado estos requisitos, en las palabras de Keith Whittington de Princeton, funcionan como un “evaluaciones de criterio político, requiriendo que los académicos se comprometan a creer y promover una serie de valores políticos discutibles”. Las declaraciones de DEI varían ampliamente; algunas pueden servir como maneras deseables e inofensivas para que los solicitantes comuniquen que están involucrados con sus comunidades, o que creen que pueden estudiar y trabajar exitosamente con personas de trasfondos culturales distintos al suyo.

Por otro lado, reporta Morgan, muchas escuelas de medicina “fueron explícitas al preguntarle a los solicitantes si estaban de acuerdo con ciertas declaraciones acerca de la política racial”. Entre las preguntas incluidas: 

“Estamos interesados en combater todas las formas de barreras sistémicas y quisiéramos conocer tu opinión acerca de oponerse específicamente a: el racismo sistémico, la discriminación anti-LGBTQ+, y la misoginia. ¿Cómo contribuirás?” (Escuela de Medicina de la Universidad de Pittsburgh)

“Por favor comparta sus reflexiones acerca de, experiencias con, y las lecciones más importantes aprendidas acerca del racismo sistémico” (Escuela de Medicina de la Universidad de Minnesota)

“¿Qué has hecho para ayudar a identificar, abordar y corregir un asunto de discriminación sistémica?&(Escuela Miller de Medicina de la Universidad de Miami)

“Sin limitar la discusión de tu propia identidad, por favor describe cómo te imaginas contribuir a los valores centrales de la diversidad y la inclusión en nuestra Escuela de Medicina y en la profesión de medicina” (Universidad de Maryland)

Algunas de estas parecerían aproximarse a lo que serían evaluaciones sobre una creencia y la intensidad del compromiso con esa creencia. “Los académicos que buscan empleo o promoción casi inevitablemente se sentirán presionados a decir cosas que acomodan las preferencias ideológicas de una institución que demanda una declaración de diversidad, sin importar las creencias o compromisos reales de aquellos obligados a hablar” escribió Janet Halley de la Escuela de Derecho de la Universidad de Harvard. 

La pregunta que naturalmente sigue es si la Constitución de EE.UU. permite que las instituciones públicas como las universidades estatales que las probabilidades de ser admitido giren en torno a declaraciones sobre una creencia. Eugene Volokh, el experto en la Primera Enmienda de la Universidad de California, recientemente debatió con el profesor de Derecho Brian Soucek de la Escuela de Derecho de UC Davis acerca de esta cuestión. Volokh ofrece la siguiente analogía:

“[Supongamos] que nos involucramos en otra guerra. Gran parte del país incluyendo [al sistema universitario], en gran medida respalda el esfuerzo de la guerra. De tal manera que la universidad decide ofrecer a los miembros de la facultad y a los potenciales miembros de esta una oportunidad de mencionar su trabajo relacionado con la materia con el propósito de realizar evaluaciones, promociones y contrataciones.

Si, por ejemplo, algunos profesores se unieran a la Guardia Nacional, lo cual demanda tiempo extra, eso podría ser utilizado para decidir si estaban siendo académicos lo suficientemente productivos (de igual forma que otros miembros de la facultad podrían obtener tiempo extra para ser evaluados para obtener una cátedra permanente si se tomaran unos semestres libres debido a una enfermedad o para cuidar a sus hijos). Si crearan programas para ayudar a los soldados que regresan, eso sería contado como un tipo de ‘servicio’ (la facultad generalmente siendo evaluada por su trabajo académico, la enseñanza, y el servicio, aproximadamente en ese orden), incluso si normalmente el servicio normalmente se enfocara en otras materias (como el servicio en los comités universitarios o escribir artículos de opinión o blogs educando al público sobre las áreas de conocimiento de la facultad). Si el Departamento de Historia decidiera que la historia militar no había sido enseñada lo suficiente, entonces señalar que uno está enseñando historia militar o que pretende hacerlo podría contar como un crédito extra por enseñanza. No creo que esto violaría la Primera Enmienda o los principios de libertad académica. Una universidad tiene derecho a fijar y recalibrar sus prioridades de esta manera.

Por otro lado, supongamos que la universidad dijera (como UC Davis) que ‘los solicitantes que buscan posiciones en al facultad…se requiere que presenten una declaración acerca de sus contribuciones pasadas, presentes y futuras a la promoción [del esfuerzo de la guerra] en sus carreras profesionales’, y que hiciera lo mismo para los miembros actuales de la facultad también. Esto no prohíbe de manera explícita que la gente critique la guerra, o que simplemente evite cuestiones que tengan que ver con la guerra. Tal vez incluso tras bastidores la universidad podría tratar de abordar esto de manera justa, incluso sopesando el trabajo académico o los comentarios públicos que arriban a una conclusión anti-guerra de manera equilibrada con los trabajos académicos o comentarios públicos que arribana una conclusión pro-guerra.

Pero, ¿no sería relativamente claro el mensaje—si quiere un trabajo aquí, o si desea mantener su trabajo (especialmente si no tiene una cátedra permanente), o si simplemente desea una promoción, sería más sabio que exprese posiciones pro-guerra, o al menos que se reserve sus posiciones anti-guerra? ¿Esto es consistente con la Primera Enmienda y los principios de la libertad académica?”

Hay que pensarlo, especialmente considerando que el respaldo a los esfuerzos de guerra junto con los conceptos como “el americanismo 100%” han sido criterios de empleo en las universidades en diversos puntos de la historia estadounidense. Un par de artículos relacionados: el esfuerzo de la asociación de abogados de Ontario (del cual se retractó luego de una protesta por parte de los miembros) de requerir que los abogados “promuevan” la igualdad, la diversidad y la inclusión; y David Boaz acerca del “derecho a permanecer en silencio”.

Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (EE.UU.) el 23 de septiembre de 2022.