Las ciudades santuario reducen las deportaciones sin aumentar el crimen

Alex Nowrasteh indica que las políticas de las ciudades santuario, que tienen una cooperación limitada con el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas, reducen las deportaciones y no tienen un impacto sobre la tasa de crímenes.

Por Alex Nowrasteh

Cómo los inmigrantes, especialmente los inmigrantes ilegales, perjudican el crimen ha sido uno de los temas de debate más calientes en EE.UU. desde hace muchos años. Donald Trump empezó su carrera para conseguir la nominación a la presidencia por el Partido Republicano en 2015, advirtiendo acerca de los inmigrantes ilegales criminales, provenientes de México. El asesinato en 2015 de Kate Steinle por un inmigrante ilegal y los siguientes asesinatos de alto perfil han enfocado el escrutinio público y privado en cómo los inmigrantes afectan el crimen, prestándole una aparente credibilidad a las preocupaciones de Trump acerca de la ola de crímenes cometidos por inmigrantes ilegales.

Lo central en este debate es si las ciudades santuario, en otras palabras aquellas jurisdicciones en EE.UU. que limitan su cooperación con el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), resultan en tasas de criminalidad más altas. Después de todo, el asesinato de Kate Steinle ocurrió en una ciudad santuario y muchos de los inmigrantes ilegales viven en jurisdicciones que limitan su cooperación con el ICE. 

Examinar de manera empírica cómo las ciudades santuario afectan el crimen ha sido algo difícil. La calidad y la totalidad de los datos de criminalidad varían tremendamente a través de distintas jurisdicciones, categorizar lo que cuenta como una ciudad santuario no es tan claro como pareciera, hay muchos distintos tipos de políticas de santuarios que limitan la cooperación con el ICE en distintos grados, la endogeneidad puede hacer que las afirmaciones casuales se dificulten, el número de inmigrantes ilegales dentro de las jurisdicciones santuario es importante pero estimar sus números en lugares con pocas personas produce resultados inciertos, y muchos otros problemas endiablan este tipo de investigación. 

Como resultado, mis colegas y yo recientemente nos hemos enfocado en maneras más sencillas de medir cómo los inmigrantes afectan el crimen y si las políticas de las ciudades santuario tienen un impacto sobre las deportaciones y el crimen en áreas particulares. 

Un nuevo estudio elaborado por el científico político David K. Hausman cierra el círculo y muestra de manera convincente que las políticas de las ciudades santuario reducen las deportaciones y no tienen un impacto sobre el crimen. Utilizando la metodología de diferencia sobre diferencias, Hausman primero muestra que las políticas de las ciudades santuario reducen las deportaciones de las ciudades que las establecían. Esto es un importante primer paso porque si las políticas de santuario no tenían efecto sobre las deportaciones entonces no podrían tener impacto alguno sobre el crimen. Hausman encontró que las políticas de santuario reducen las deportaciones en alrededor de un tercio de los condados que las adoptaron. Es interesante, que las políticas santuario redujeron las deportaciones de personas sin convicciones criminales a alrededor de la mitad. 

El segundo paso de Hausman era ver cómo las políticas de santuario entonces afectaban el crimen. Usando los mismos métodos, él no encontró un efecto estadísticamente significativo sobre las tasas de crímenes contra la propiedad, las políticas de santuario no reducen el crimen como los partidarios de la inmigración afirman ni tampoco aumentan el crimen como muchos partidarios de limitar la inmigración proponen afirman. El trabajo de Hausman es mejor hasta ahora sobre cómo las políticas de santuario afectan las tasas de crimen. Más trabajo debería hacerse acerca de este tema que abarque un periodo más largo de tiempo, pero dudo que cualquier otra investigación haga una mejora tan importante en nuestro entendimiento de las ciudades santuario y el crimen. 

Bien hecho.

Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (EE.UU.) el 27 de octubre de 2020.