Las acusaciones a las redes sociales de “interferencia en las elecciones” ponen en riesgo las expresiones en Internet

Macario Schettino dice que lo que debería asustarnos a todos los que apreciamos la libertad de expresión y de asociación es que dos de los políticos más poderosos de EE.UU. realicen la misma acusación contra el CEO de una empresa privada y demanden que aparezca en una audiencia para dar explicaciones acerca de cómo su empresa desempeña sus actividades.

Por Matthew Feeney

Hace un par de semanas, el New York Post publicó artículos conteniendo información acerca de unos supuestos emails entre Hunter Biden, el hijo del nominado a la presidencia por el Partido Demócrata Joe Biden, y empleados de empresas energéticas en China y Ucrania. Twitter y Facebook ambos tomaron medidas para limitar la difusión de los artículos, provocando acusaciones de “interferencia en las elecciones”. Destacados legisladores Republicanos acudieron a las redes sociales para condenar las decisiones de Twitter y Facebook. Estas acusaciones y condenas revelan una mala comprensión de una política que podría acabar en cambios dramáticos para las expresiones en Internet.  

Según Twitter, la empresa restringió el acceso a los artículos del New York Post porque estos violaban las políticas de la empresa en contra de esparcir información personal y privada (como direcciones de emails y números de teléfono) y materiales hackeados. Twitter citó la misma política cuando prohibió que los usuarios compartan 269GB de archivos policiales filtrados. Los usuarios de Twitter que hacen click en links en los dos artículos del New York Post se enfrentan a una advertencia de que “este enlace podría no ser seguro”. Los artículos en cuestión incluyen información de este estilo en imágenes de los emails filtrados. Aquellos que acusan a Twitter de tener un doble estándar debido a que la empresa permite que los usuarios compartan un reciente artículo del New York Times basado en los documentos filtrados acerca de los documentos tributarios del presidente olvidan el hecho de que el New York Times no publicó imágenes de los documentos. Aunque consistente con las políticas de Twitter, la decisión de bloquear la difusión de los artículos del New York Post en Twitter sin una explicación o contexto fue criticada por el CEO de Twitter Jack Dorsey

Según un vocero de Facebook, la decisión de Facebook de restringir la difusión de los artículos acerca de Hunter Biden del New York Post es “parte del proceso estándar [de Facebook] para reducir la difusión de la desinformación”. Comparada con la respuesta de Twitter, la de Facebook fue menos clara. 

Sin importar lo que uno piense acerca de las decisiones de Twitter y Facebook, en este caso las decisiones fueron legales y consistentes con la Sección 230 de la Ley de Decencia en las Comunicaciones. Mucho del comentario en línea acerca de las restricciones a los artículos del New York Post (diríjase a #Section230 en Twitter y léalo) hace referencia a una inexistente distinción entre “publicador” y “plataforma” en la ley. En pocas palabras, la Sección 230 establece que los servicios interactivos de computación (como Twitter, la sección de comentarios del New York Times, Amazon, etc.) no pueden —con algunas excepciones muy limitadas— ser considerados el publicador de la gran mayoría de contenido generado por una tercera parte. 

Twitter no es el publicador de sus tweets, pero si es el publicador de su propio contenido, como las advertencias que aparecen cuando los usuarios hacen click en los dos enlaces a los artículos del New York Post. La Sección 230 se aplica a las “plataformas” y “publicadores”, y no evita que los sitios de redes sociales revisen los datos, remuevan, o limiten el acceso a los enlaces. Algunos críticos de las empresas “Big Tech” decidieron no enfocarse en la Sección 230 y en cambio se concentraron en la interferencia con las elecciones. El medio de comunicación conservador The Federalist emitió un comunicado haciendo esta afirmación, como lo hicieron muchos otros. Según aquellos que realizan la acusación de “interferencia en las elecciones”, los artículos del New York Post son una vergüenza para Joe Biden, y las acciones de Twitter y Facebook constituyen una interferencia pro-Biden en la elección presidencial de 2020.

Los comentaristas conservadores no son los únicos haciendo este tipo de afirmación. El Senador Joshua Hawley (Republicano de Missouri) escribió a Dorsey pidiéndole aparecer en una audiencia titulada “Plataformas digitales e interferencia en elecciones”. El Senador Ted Cruz (Republicano de Texas) escribió a Dorsey acusando a Twitter de tratar de influir en las próximas elecciones. Luego acusó a Twitter de interferir con las elecciones y respaldó al Comité Judicial del Senado que luego emitió una orden convocando a Dorsey.

Una cosa es que los comentaristas conservadores acusen a una empresa privada de interferir con una elección. En el clima político de hoy esto es algo esperado. Lo que debería asustarnos a todos los que apreciamos la libertad de expresión y de asociación es la imagen de dos de los políticos más poderosos del país haciendo la misma acusación e insistiendo que el CEO de Twitter aparezca en una audiencia y entregue los documentos relacionados a cómo Twitter desempeña sus actividades. 

Presentar la manera en que Twitter y Facebook manejaron los artículos del New York Post como una “interferencia en las elecciones” tiene implicaciones significativas. Twitter y Facebook limitaron el acceso a un artículo que es potencialmente vergonzoso para un candidato político. Si tales acciones pueden ser consideradas como una “interferencia en las elecciones”, ¿debería cada acción de moderación de contenido por parte de una empresa privada tomada en contra de cualquier político o candidato ser considerada una interferencia? Si el Wall Street Journal rechaza un artículo escrito por el candidato presidencial del Partido Verde, ¿no sería eso también una “interferencia electoral”? ¿Cuándo el dueño de un teatro de música decide permitir que la campaña de Trump, pero no la de Biden, tenga un encuentro electoral, ¿no es eso también una “interferencia en las elecciones”?

La “interferencia en las elecciones” es un término que debería significar algo útil. Desafortunadamente, los comentaristas conservadores parecen determinados en pervertir el término para que signifique poco más que “moderar contenido”.

Las llamadas empresas “Big Tech” y la moderación de contenido continuarán ocupando los titulares durante el próximo año sin importar quién gane la elección presidencial el próximo mes. Mientras que los comentaristas conservadores y los activistas están convencidos de que las “Big Tech” están involucradas en una cruzada anti-conservadores, deberían considerar que la izquierda política tiene sus propias quejas. La furia bi-partidista hacia las Big Tech podría resultar en una reforma a la Sección 230 u otra legislación que ponga la libertad de expresión y la libertad de asociación en riesgo. Conforme los legisladores continúan criticando a las empresas de redes sociales más importantes deberíamos recordar que los intentos de regular la expresión en Internet podría tener consecuencias desastrosas.

Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (EE.UU.) el 28 de octubre de 2020.