La tradición empresarial de Guayaquil
Gabriela Calderón de Burgos conmemora la revolución del 9 de octubre de 1820 en Guayaquil recordando la visión empresarial de los protagonistas de esta fecha y de otros padres fundadores del Ecuador.
Por Gabriela Calderón de Burgos
La revolución del 9 de octubre de 1820 es una celebración nacional porque se inició el camino hacia la República del Ecuador, que sería fundada como una república federal en 1830. Esta revolución se inspiró en los valores de la Ilustración como la igualdad ante la ley y el gobierno limitado mediante una separación de poderes. La ciudad-puerto le dio una importancia particular a la apertura comercial, declarando en el Artículo 3 del Reglamento Provisorio Constitucional de la Provincia Libre de Guayaquil que “El comercio será libre, por mar y tierra, con todos los pueblos que no se opongan a la forma libre de nuestro gobierno”. Esto es revelador por varias razones.
Los individuos del 9 de octubre tenían no solo la convicción en torno a los valores de la Ilustración sino que también eran individuos con visión empresarial. Como ejemplo de esto consideremos a uno de los principales padres fundadores del Ecuador moderno: Vicente Rocafuerte. Si bien no fue uno de los protagonistas del 9 de octubre si sería poco después gobernador de Guayaquil e impulsaría un proyecto con visión de largo plazo del cual se beneficia la ciudad y todo el país hasta el día de hoy.
A diferencia de la sierra del reino de Quito, que se encontraba en franca decadencia, la provincia de Guayaquil prosperaba a fines del siglo XVIII en no poca medida gracias a la liberalización comercial dentro del imperio español. A mediados del siglo XVIII, los científicos Jorge Juan y Antonio de Ulloa se referían al puerto de Guayaquil como “los Países Bajos del equinoccio”.[1]
Volviendo a Rocafuerte, siendo gobernador, solicitó en 1822 la concesión para una marina de barcos a vapor en el Pacífico. Se imaginaba una marina mercante a vapor circulando toda la costa del Pacífico. Sobre esto intercambió información con el destacado emprendedor estadounidense William Wheelwright, quien luego desarrollaría ferrocarriles en otras naciones de Sudamérica.[2]
El historiador José Antonio Gómez Iturralde escribió que la vehemencia de Rocafuerte por introducir la navegación de vapor en el Río Guayas lo llevó a aportar capitales propios y de gestionar aportes de otros. Para 1840 se había conformado la Compañía del Guayas con una junta directiva de diez individuos, entre ellos Rocafuerte y José Joaquín de Olmedo. El papel de Rocafuerte en la incipiente marina de embarcaciones a vapor son un testimonio, entre muchos, de su visión empresarial. Guayaquil ya era uno de los principales puertos de Sudamérica. No es coincidencia que el primer consulado de EE.UU. en Sudamérica se estableció en Guayaquil en 1824.
El puerto creció y mantuvo su importancia gracias a múltiples empresarios que aportaron capitales propios para desarrollar la infraestructura necesaria para desarrollar el comercio, construyeron las redes internacionales de comercio para colocar a Ecuador en el mundo a través del cacao, después el banano y más recientemente el camarón. Se sobrepusieron a pestes que casi decimaron sus cultivos —sigatoka en el caso del banano, mancha blanca en el del camarón— con medios propios y muchas veces, a pesar de obstáculos impuestos por diversos gobiernos.
Recordemos no solo a los políticos liberales de la época, sino también a los empresarios que se la jugaron por un país libre y próspero.
[1] Rodríguez, Jaime E. Monarquía, constitución, independencia y república: la transición de Vicente Rocafuerte del antiguo al nuevo régimen, 1783-1832. 1ra. Michoacán, México: Instituto Mora / El Colegio de Michoacán, 2008, 15.
[2] Duncan, Roland E. “William Wheelright and Early Steam Navigation in the Pacific 1820-1840”. The Americas Vol. 32, no. 2 (Octubre de 1975): 257–81.