La oscura sombra nuclear sobre la guerra de Ucrania

Eric Gomez considera que lo que mejor que pueden hacer EE.UU. y sus aliados es enviar un mensaje claro a Rusia acerca de cómo se podrían reducir la tensión en torno al conflicto.

Por Eric Gomez

México y China cumplieron 50 años de relaciones diplomáticas; bodas de oro que se celebraron, nada más y nada menos que, el mero día de San Valentín. Por supuesto hubo festejo, mole y chop suey, además de discursos que no ahorraron palabras para abrillantar “la hermandad de los pueblos”, los vínculos históricos y culturales, etc.; sin embargo, no faltaron ciertos comentarios que, en voz baja, sonaron más bien a reproche. 

En pocos días, los riesgos nucleares asociados con la invasión de Ucrania por parte de Rusia han pasado de estar en segundo plano al frente y al centro. A fines de febrero, el presidente ruso, Vladimir Putin, declaró que las fuerzas nucleares estaban siendo puestas en “preparación especial para el combate”. Precisamente lo que significa la declaración de Putin para la disposición de las fuerzas nucleares rusas no está claro, pero esa declaración fue el ejemplo más claro de un mensaje nuclear hasta ahora. 

La declaración de Putin se produce en medio de una rápida escalada de acciones económicas y diplomáticas para castigarlo a él y a Rusia por atacar a Ucrania. La velocidad vertiginosa y el alcance arrollador del aislamiento económico y diplomático de Rusia no tienen precedentes. Este aislamiento combinado con la mala actuación de Rusia en el campo de batalla puso a Putin en una situación cada vez más desesperada. 

Es probable que el anuncio nuclear pretenda ser una advertencia contra una intervención más directa de EE.UU. y Europa, especialmente una intervención militar. Dicho de otra manera, el mensaje de Rusia parece ser que los costos que le impone Occidente podrían aumentar el peligro nuclear, así que no piense que una mayor presión –y especialmente una intervención militar directa– será gratuita. 

Hay varias opciones para que EE.UU. y sus aliados respondan a la señal de Putin de formas que reduzcan el riesgo nuclear. El primer paso, que Washington ya ha dado, es mostrar moderación al no elevar el nivel de alerta del arsenal nuclear estadounidense. Otra acción a evitar es hacer amenazas explícitas de cambio de régimen contra Rusia, lo que solo aumentará las percepciones de peligro existencial en Putin. Finalmente, el anuncio de Putin es un claro recordatorio de que se trata de una crisis nuclear. La posición de Biden de que EE.UU. no intervendrá con la fuerza militar debería seguir siendo la política de EE.UU.

Con respecto a la campaña de presión contra Rusia, lo mejor que pueden hacer los EE.UU. y sus aliados es enviar un mensaje claro sobre lo que Rusia debería hacer para reducir la presión. El precio puede fijarse alto, como el levantamiento de algunas sanciones a cambio de una completa retirada militar rusa de Ucrania. Incluso si es poco probable que Putin tome el camino de salida, es importante tener un camino para reducir el aumento del conflicto. Si el dolor persiste sin importar el plan de acción de Rusia, hay pocos incentivos para que Putin desista de ir más lejos. 

Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (EE.UU.) el 28 de febrero de 2022.