La olvidada tradición liberal hispana

Gabriela Calderón de Burgos dice que una comprensión más matizada de la historia del Imperio español y de los estados que se derivaron de este revela una rica tradición liberal clásica.

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Por Gabriela Calderón de Burgos

Este ensayo es parte de un intercambio con el Dr. Paul Schwennesen y Henry T. Edmondson III. Se puede ver la discusión completa aquí.

Schwennesen hace un gran trabajo rescatando la tradición ibérica del liberalismo clásico. Sostiene con acierto –con especial énfasis en Miguel de Cervantes, la Escuela de Salamanca y el tratamiento de los indios americanos en los reinos ultramarinos del Imperio español– que el liberalismo tiene raíces más profundas y amplias de lo que muchos anglófonos creen.

Me centraré más en el otro lado del Atlántico para complementar el ensayo del Dr. Schwenssen. Los Padres Fundadores de las repúblicas latinoamericanas –hijas del Imperio español– nacieron y crecieron como súbditos hispanoamericanos de la Monarquía Católica, bebieron de la misma fuente ilustrada que los Padres Fundadores al norte del Río Grande y, particularmente, de una tradición liberal clásica anterior a la de Inglaterra, Escocia y Francia.

La narrativa común de las repúblicas latinoamericanas es que han estado plagadas desde su independencia de España por el "caudillismo", el fanatismo religioso, el militarismo, el estatismo y el centralismo. Además, se suele suponer que estas plagas derivan de una caricatura de lo que fue el Imperio español. Esta caricatura, conocida popularmente como la Leyenda Negra, ocupa un lugar destacado en los libros sobre la historia de España.1 Este fenómeno se extiende a la mayoría de los libros sobre la historia de Hispanoamérica, donde se supone que la cultura antiliberal se transmitió al nacer a su descendencia.2

Una comprensión más matizada de la historia del Imperio español y su descendencia revela una rica tradición liberal clásica que, aunque no haya prevalecido en la mayor parte del mundo hispánico, existió. 

Pero como bien señala Schwennesen, ser conquistado por los españoles no era aborrecible en su totalidad y, de hecho, incluía una consideración innovadora por los derechos de los conquistados y la ética de la propia conquista. Los defensores más vehementes de esta versión caricaturizada del pasado son algunos de los propios hispanoamericanos. Por ejemplo, tanto el ex presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador como su delfina y sucesora Claudia Sheinbaum exigieron al rey Felipe de España disculpas por la conquista de lo que hoy es México.3

La historia al servicio del poder

Este tema me ha interesado desde que tengo uso de razón, en parte porque nací un 12 de octubre y porque en mi país, Ecuador, se conmemoraba con un día no lectivo, cuando se le llamaba comúnmente "El día de la raza", en referencia a la herencia hispana. En España, algunos aún recuerdan esta fecha con orgullo como "El encuentro de dos mundos». Sin embargo, tanto dentro como fuera de España, se ha popularizado una noción más negativa de dichos acontecimientos. Según la página web del gobierno mexicano, el descubrimiento de Colón se recuerda ahora oficialmente en algunos países como "El día de la resistencia indígena".4

Es cierto que hay mucho que condenar de la monarquía española, así como de otros imperios. La esclavitud, la censura generalizada, la falta de libertad religiosa, por nombrar algunas. Sin embargo, un juicio más justo y preciso del pasado incluiría también sus aspectos positivos. El especialista en ética Nigel Biggar, de la Universidad de Oxford, explica en su libro Colonialism: A Moral Reckoning5 que retratar sólo lo malo e ignorar cualquier aspecto positivo del Imperio Británico "tiene sentido desde el punto de vista político, siempre que el fin justifique cualquier medio y no se tengan escrúpulos a la hora de decir la verdad". Y añade: "La indiferencia sin escrúpulos hacia la verdad histórica indica que la controversia sobre el imperio no es realmente una controversia sobre la historia en absoluto. Es sobre el presente".

El historiador español Tomás Pérez Vejo sostiene que la condena total de la conquista de América por parte de España sirvió a un propósito –el de legitimar la creación de los nuevos estados– y tuvo una consecuencia muy clara –eliminar la diversidad de ideas dentro del imperio:

"Somos prisioneros de una historia hecha por y al servicio de los estados. Quizá haya llegado el momento de su "desnacionalización". Los Estados-nación contemporáneos necesitaban, en su proceso de inventar una nación que les diera legitimidad, construir una memoria nacional mitificada y homogénea. Para ello, llevaron a cabo lo que podemos llamar, sin ninguna exageración, un genocidio de las memorias locales, familiares, etc., afirmación que no significa condenar estas políticas de memoria... El genocidio de las memorias fue posiblemente inevitable y sin duda exitoso.Ha pasado suficiente tiempo, sin embargo, para permitirnos una valoración que no esté marcada por las urgencias de la agenda política. Volver a las guerras de independencia tiene, desde esta perspectiva, la voluntad de recuperar parte de estas memorias olvidadas. Somos lo que nos contamos que somos. Nuestro universo mental está hecho de historias que olvidamos, recordamos y distorsionamos".6

Pérez Vejo pretendía mostrar hasta qué punto nuestra visión de los tres siglos de virreinatos dentro del Imperio español ha condicionado nuestra visión de las sociedades latinoamericanas actuales, sus problemas y sus posibles soluciones. Afirma que sí se plantearon varias alternativas entre 1810 y 1821, por lo que volver a analizar las guerras de independencia no sólo nos revelaría que realmente fueron guerras civiles, no guerras de independencia, sino que nos permitiría ampliar nuestra comprensión del presente y nuestras opciones de futuro.

Entre las alternativas olvidadas que se perdieron en la niebla de las revoluciones estaba la tradición liberal clásica hispana. ¿Qué caracteriza a esta tradición? En primer lugar, la conciliación de los conceptos aparentemente enfrentados de razón y fe y de la necesidad de reformar respetando tradiciones y costumbres. En segundo lugar, la preferencia por el gobierno local dentro de un reino federado o, posteriormente, por un gobierno nacional limitado, en ambos casos, con controles y equilibrios. En tercer lugar, la coexistencia de diversas razas y, en algún momento, credos. Pero estas tradiciones liberales se han olvidado en su mayor parte y ahora la mayoría las percibe como importadas.

El gran liberal venezolano Carlos Rangel, en su libro Del buen salvaje al buen revolucionario decía que la historia Iberoamérica durante el período de la Monarquía Católica tiende a ser una fuente de vergüenza porque somos un producto de la política imperial oficial del "mestizaje" y de la interpretación negativa que ha resultado de tal política: que descendemos tanto de los conquistadores como de los conquistados, siendo los primeros siempre los villanos y los segundos siempre sus víctimas. Esta versión excesivamente simplificada del pasado nos lleva a una victimización persistente en nuestra cultura. También nos conduce a una separación malsana de nuestras raíces occidentales.

El falso divorcio de Occidente

La mayoría de los proyectos autoritarios en América Latina han intentado presentar las ideas liberales clásicas –como el derecho de propiedad, el estado de derecho y la separación de poderes, y la libertad de expresión y asociación– como importaciones perniciosas de nuestros conquistadores occidentales. Primero los españoles, luego los estadounidenses. Rangel explicó que el viejo mito europeo del "buen salvaje" supuestamente incorrupto por la civilización, la supuesta prueba de la "inocencia humana" antes de "la caída", fue una fábula popular en el siglo XIX. Esta narrativa del "buen salvaje" frente al "malvado conquistador extranjero" ha servido a los gobernantes para impedir que la mayoría de los países de la región avancen hacia instituciones más integradoras y sociedades más abiertas.

Sin embargo, a pesar del poder de este mito, cuando uno observa las costumbres cotidianas se da cuenta de que somos en gran medida parte de Occidente, no sólo porque hoy en día estamos influidos por Hollywood y todas las modas de la cultura popular tanto de Estados Unidos como de Europa, sino también porque compartimos muchas de las ideas que hicieron posibles las sociedades abiertas en Occidente.

Normalmente, se piensa que la tradición liberal que llegó a las repúblicas hispanoamericanas procedía casi exclusivamente de una fuente anglosajona o francesa. También se suele pensar que no hubo una contribución significativa de fuentes hispanas para los cambios políticos que allanaron el camino a la Europa moderna y a Estados Unidos. Sin embargo, ¿sabe usted qué libro tenían en común John LockeJohn AdamsThomas JeffersonJames Madison y Francisco de Miranda –uno de los Padres Fundadores de Venezuela? Era uno del jesuita español Juan de Mariana (1536-1624).

Historia general de España

¿Sabías que el famoso "No taxation without representation" es una paráfrasis de Locke en sus Dos Tratados sobre el Gobierno (1689) de la obra de Mariana Sobre el Rey y la Institución Real (1599).8

John Adams también era un admirador de este libro; su ejemplar aún está disponible en la Biblioteca Pública de Boston.9

Además, a raíz de las "controversias" de la ciudad de Burgos en 1504 y las de la ciudad de Valladolid en 1551, en las que se debatieron los derechos de los indígenas, nació el ius gentium o "derecho de gentes". Por ello, en las Naciones Unidas existe una sala –la Sala del Consejo– en honor del salmantino Francisco de Vitoria (1483-1546) como "fundador del derecho internacional moderno".10

Estas curiosas coincidencias revelan la existencia y la significativa influencia de la relativamente desconocida Ilustración española del siglo XVI, denominada hoy Escuela de Salamanca, que el Dr. Schwennesen ha acreditado acertadamente.

¿Qué tradición occidental?

Al sur de Estados Unidos, crecemos aprendiendo que nuestras repúblicas se fundaron sobre los principios de la Revolución Francesa y las ideas de Rousseau o sobre los de la Revolución Americana. Sin embargo, si uno lee las proclamaciones de independencia a ambos lados del Atlántico, todo el Imperio español se rebeló contra una usurpación del poder por parte de Napoleón Bonaparte y juró fidelidad a los principios de la soberanía de los gobernados según las ideas de Francisco Suárez (1548-1617), otro jesuita de la Escuela de Salamanca.

Fue este teólogo, filósofo y jurista cuya obra vemos cristalizada en las múltiples declaraciones de independencia dentro de la Monarquía Católica. Su pactum translationis versaba sobre el origen de la autoridad civil. Así, cuando en la Península Ibérica y en los reinos de ultramar aparecieron numerosas proclamas para establecer "juntas" y "cabildos" asistimos, según el historiador Carlos Stoetzer, a "las más puras tradiciones hispánicas". Explicó el pacto de Suárez:

"Como el soberano estaba prisionero de los franceses [en 1808] y, por tanto, incapacitado para ejercer el poder que el pueblo le había transferido, la autoridad volvía a la fuente popular, y se justificaba que el pueblo asumiera la autoridad civil hasta el regreso del rey o encontrara otra solución constitucional como solución permanente a la crisis monárquica".11

El pactum translationis de Suárez se inscribe en una tradición hispánica aún más antigua: la de los "Fueros de León", una carta o conjunto de leyes promulgadas por el rey Alfonso V en 1017 que limitaban el poder del gobierno. Aunque este legado hispánico no implica una forma representativa de gobierno, contenía sus semillas. Como explica Leonard P. Liggio en su ensayo "La tradición hispana de la libertad":

En el florecimiento del liberalismo a principios del siglo XIX, uno de los autores favoritos de Hayek, Benjamin Constant, planteó una seria cuestión. Cuestionó lo que él percibía como la visión determinista del progreso de Charles Dunoyer. Constant preguntó: Si creemos que la mejora económica y tecnológica va acompañada de una mejora de los sentimientos morales, ¿cómo explicamos el hecho de que, mientras todos los pueblos más avanzados de Europa –franceses, lombardos, flamencos, holandeses, alemanes y austriacos– aceptan la tiranía de Napoleón Bonaparte, fueran los campesinos españoles los únicos que se levantaron contra la ocupación francesa y agotaron y luego destruyeron el dominio de Napoleón? Constant veía a los campesinos españoles como los libertadores de Europa.12

Además, esta creencia de que el pueblo bajo la Monarquía Hispánica había sido hasta entonces el abanderado de los principios liberales –razón por la cual los españoles de ambos lados del Atlántico se rebelaron contra Napoleón Bonaparte y en defensa de la Corona– era la razón por la que muchos liberales clásicos seguían creyendo que el progreso era posible incluso dentro del Imperio. El historiador argentino Carlos Rodríguez Braun afirma que la evidente colaboración entre los "ilustrados", los partidarios de la independencia y el gobierno "constituye un problema que la historiografía nacionalista no ha sabido resolver".13 Los Consulados de Comercio son un ejemplo paradigmático de dicha colaboración. Se crearon bajo los auspicios reales y desde esas influyentes oficinas, muchos como Manuel Belgrano y Juan Hipólito Vieytes desde la región del Río de la Plata y José Ignacio de Pombo desde Cartagena de Indias promovieron reformas dentro del imperio que impulsaran la liberalización del comercio, la reducción de impuestos, la exigencia de igualdad ante la ley, la protección de los derechos de propiedad y la libertad de expresión.

La tradición liberal clásica en Hispanoamérica

Una comprensión más matizada de la historia del Imperio español y de sus descendientes revela una rica tradición liberal clásica que, aunque no haya prevalecido en la mayor parte del mundo hispánico, existió. Y se expresó en distintos momentos y lugares en algunas de las instituciones más importantes y por algunos de los miembros más destacados de la sociedad española e iberoamericana.

Este artículo fue publicado originalmente en Liberty Matters (Estados Unidos) el 20 de febrero de 2025. 

Referencias:

Notas finales

[1] Roca Barca, María Elvira. Imperiofobia y la leyenda negra. 3ra. 2017. Reimpresión, Madrid, España: Siruela, 2018.

[2] Ríos Saloma, Martín F; Tomás Pérez Vejo, Luis Francisco Martínez Montes, José María Ortega Sánchez, María Elvira Roca Barea, y Guadalupe Jiménez Codinach. La disputa del pasado: España, México y la leyenda negra. Editado por Emilio Lamo De Espinosa. 1ra. Madrid, España: Turner, 2021.

[3] BBC News Mundo. "AMLO solicita por carta al Rey de España y al Papa que pidan perdón por la conquista de México", 25 de marzo de 2019.
BBC News Mundo. "México y España: Cómo justifica Claudia Sheinbaum su decisión de no invitar al Rey Felipe VI a su toma de posesión (y qué tiene que ver la historia entre ambos países)", 25 de septiembre de 2024.

[4] De información agroalimentaria y pesquera, servicio. "Día de la raza y el Nuevo Mundo".

[5] Biggar, Nigel. Colonialism: A Moral Reckoning. 1st ed. William Collins, 2023.

[6] Pérez Vejo, Tomás. Elegía criolla: una reinterpretación de las guerras de independencia hispanoamericanas. Kindle. Editorial Crítica, 2019.

[7] Rangel, Carlos. Del buen salvaje al buen revolucionario: Mitos y realidades de América Latina (Caracas: Criteria, 2005).

[8] "...el rey no puede imponer nuevos tributos sin contar antes con el consentimiento de los gobernados".
—Juan de Mariana, Sobre el Rey y la Institución Real (1599)
"No deben aumentar los impuestos sobre la propiedad del pueblo, sin el consentimiento de éste"
—John Locke, Dos tratados sobre el gobierno (1689)

[9] Mariana, Juan de. De Rege et Regis Institutione Libri III: Ad Philippum III Hispaniae Regem Catholicum. Eiusdem De Ponderibus & Mensuris Liber: 1611. Disponible aquí.

[10] Salón del Consejo. Naciones Unidas: https://www.un.org/ht/node/36366

[11] Stoetzer, O. Carlos. El pensamiento político en la América española durante el periodo de la emancipación (1789-1825). Vol II de II volúmenes. Madrid, España: Instituto de Estudios Políticos, 1966, p. 67.

[12] Liggio, Leonard, "The Hispanic Tradition of Liberty". The Philadelphia Society, 12 de enero de 1990. 

[13] Rodríguez Braun, Carlos. "La economía de las primeras Smithies en el Imperio Español: J.H. Vieytes y la política colonial". Revista Europea de Historia del Pensamiento Económico 4, no. 3 (1997): 444-54.