La muerte de Laken Riley fue noticia, pero ésta es la verdadera historia de los inmigrantes indocumentados

Alex Nowrasteh dice que se deberían castigar a los verdaderos criminales en lugar de hacer de los inmigrantes chivos expiatorios.

Por Alex Nowrasteh

José Antonio Ibarra, que según las autoridades federales entró ilegalmente en Estados Unidos en 2022, fue detenido el mes pasado en Georgia por el asesinato de Laken Riley, una estudiante de enfermería de 22 años. Este caso y otros similares están acaparando la atención nacional en pleno debate sobre la política de inmigración y la seguridad fronteriza.

En su discurso sobre el Estado de la Unión del 7 de marzo, el presidente Joe Biden mencionó incluso que el asesino acusado era un "ilegal".

Por trágicos que sean estos casos, analizar los hechos en general es crucial antes de cambiar la política pública. De lo contrario, el gobierno podría hacer más mal que bien.

Los inmigrantes sin papeles cometen menos homicidios

Según mi última investigación, los inmigrantes indocumentados en Texas tenían alrededor de un 26% menos de probabilidades de ser condenados por homicidio que los estadounidenses nativos durante la década de 2013-22. Los inmigrantes legales tenían alrededor de un 61% menos de probabilidades.

La tasa de condenas por homicidio fue en promedio de 2,2 por cada 100.000 inmigrantes indocumentados durante esos 10 años, en comparación con 3,0 para los estadounidenses nativos. Los que llegaron aquí ilegalmente cometieron alrededor del 6% de todos los asesinatos por los que hubo condenas, en comparación con el 90% cometido por los estadounidenses nativos.

Al mismo tiempo, los inmigrantes indocumentados constituían el 7,4% de la población de Texas y los estadounidenses nacidos en el país el 82%.

La mayoría de los que entraron ilegalmente en Texas proceden de América Latina y el Caribe. En comparación con toda la región, tienen una tasa de condenas penales unas 6,5 veces inferior. Incluso si suponemos que la tasa real de homicidios cometidos por inmigrantes indocumentados es un 50% superior a la tasa de condenas, seguirían teniendo una tasa de homicidios inferior a la de los estadounidenses nativos condenados por homicidio en Texas y sustancialmente inferior a la de los latinoamericanos y caribeños.

Supongamos que usted cree que en Texas hay una población inmigrante ilegal inferior a la que yo estimo. En ese caso, la tasa de condenas por homicidio de esa población será ligeramente superior, pero seguirá siendo inferior a la de los estadounidenses nativos. Independientemente de las medidas, los inmigrantes legales tienen la tasa de condenas por homicidio más baja de todas.

¿Por qué centrarse en la población inmigrante ilegal en Texas?

Hay tres razones para centrarse en Texas:

  • Es un estado fronterizo con más de 2 millones de inmigrantes indocumentados y es el epicentro de un gran aumento de personas que cruzan ilegalmente la frontera desde 2020.
  • Texas se toma en serio la justicia penal. No tiene jurisdicciones santuario, castiga duramente a los criminales y los republicanos han controlado Texas durante más de 20 años.
  • Texas es el único estado que mantiene datos sobre el estatus migratorio de los criminales condenados.

El tercer punto es clave. Los datos de inmigración se toman cuando se detiene a los sospechosos, pero no es perfecto.

Tras la condena, las autoridades investigan más a fondo a los presos para identificar mejor a los inmigrantes indocumentados, pero se concentran en los condenados por los peores delitos, como el homicidio.

Esto significa que los investigadores deberían esperar unos años para hacer recuento de los delincuentes que llegaron aquí ilegalmente y centrarse en delitos graves como el homicidio para comparar sus índices de delincuencia con los de los estadounidenses nacidos en el país y los inmigrantes legales.

Los inmigrantes indocumentados cometen menos homicidios por muchas razones. En primer lugar, los castigos son más duros: son deportados. En segundo lugar, muchos vinieron de países más violentos porque querían más seguridad. En tercer lugar, en su mayoría dejan atrás a sus familias, amigos y culturas porque quieren un futuro mejor para ellos y sus hijos. Personas así tienen menos probabilidades de ser delincuentes en primer lugar.

En caso de que cometan homicidios, suelen matar a personas que conocen, que en su mayoría son otros inmigrantes indocumentados.

Esa es una de las razones por las que la muerte de Laken Riley, una persona desconocida para Ibarra, es tan impactante. Según el FBI, de los homicidios en los que se conoce la relación previa, casi el 80% de los asesinos conocen a sus víctimas.

Pocas personas son asesinas, y los inmigrantes indocumentados tienen menos probabilidades de cometer homicidios que los estadounidenses nativos en Texas. Aun así, algunos cometen homicidios, y ese hecho no es consuelo para las víctimas y sus familias, ni debería consolarlas.

Los asesinos y otros delincuentes violentos y contra la propiedad deben ser detenidos, juzgados, condenados y castigados severamente, independientemente de su estatus migratorio. Los inmigrantes indocumentados condenados por delitos violentos y contra la propiedad deben ser deportados con la prohibición total de regresar a Estados Unidos.

No obstante, la inmigración ilegal no es el origen de la ola de delincuencia de los últimos años, y una mayor aplicación de las leyes de inmigración no reducirá las tasas de homicidio.

Todos los estados deberían conservar los datos sobre inmigración y delincuencia como hace Texas.

Tenemos que castigar a los verdaderos delincuentes y dejar de culpar a toda una población por delitos que tienen menos probabilidades de cometer que los estadounidenses nacidos en el país.

Este artículo fue publicado originalmente en USA Today (Estados Unidos) el 19 de marzo de 2024.