La mala calidad de los servicios públicos es resultado de que sean monopolios estatales
Gabriela Calderón de Burgos dice que la cultura ecuatoriana no es irremediablemente estatista.
Por Gabriela Calderón de Burgos
La cultura ecuatoriana no es irremediablemente estatista, ni el país tiene por qué estar condenado a una crisis permanente, dice Gabriela Calderón, investigadora del Cato Institute.
Gabriela Calderón es una de las principales voces jóvenes del pensamiento liberal en Ecuador. Como investigadora del Cato Institute y asociada al Instituto Ecuatoriano de Economía Política, genera continuamente debate sobre la importancia de la libertad, la competencia y los límites al Estado ineficiente.
En múltiples ocasiones ha resaltado que la dolarización permitió que el dinero vaya directamente al bolsillo de los ciudadanos sin pasar por las manos de los políticos.
Aboga fervientemente por la eliminación de los monopolios estatales improductivos en sectores como la seguridad social; y considera que cada vez más los ecuatorianos valoran los beneficios de la competencia y la apertura comercial.
Sin embargo, los políticos han quedado debiendo en la tarea de cambiar el modelo estatista. Las administraciones de Lenín Moreno y Guillermo Lasso no han tenido otra opción que parar el tren del gasto y endeudamiento porque se les cerró la llave.
Ante la necesidad de reducir el déficit y el endeudamiento, decidieron hacerlo en gran medida subiendo los impuestos, precisamente un año después de la gran contracción de la pandemia.
Según Calderón, esas son cosas que desalientan más la acumulación de capital y las inversiones.
“El daño a largo plazo es que muchos piensan que la fiesta debe seguir, apenas vuelva a fluir el crédito y suba el precio del petróleo. El Gobierno mostró debilidad al no dar la batalla ideológica y ahora en ese campo reinan los enemigos de la democracia liberal, imponiendo una agenda anti-crecimiento. Pero bajar el déficit y la deuda, sacrificando el crecimiento, no era la única alternativa. Tenemos que poner en orden las finanzas públicas conforme crecemos y para eso tenemos que liberalizar la economía”, asegura Calderón.
P. ¿Ecuador tiene una cultura liberal o más bien estatista? ¿Qué implicaciones tiene el paternalismo y la visión de que el Estado lo soluciona todo?
Quizás, como un todo, Ecuador sí tiene una visión estatista. Pero hay importantes diferencias entre las regiones y localidades. Por ejemplo, en Guayaquil hay una larga tradición de servicios sociales provistos por el sector privado e instituciones autónomas sin fines de lucro (Junta de Beneficencia y Solca). Además, la economía de la ciudad históricamente ha dependido de actividades ligadas al comercio internacional y derivada de inversiones e infraestructura desarrollada por el sector privado. Esto genera una perspectiva un tanto distinta frente a la iniciativa privada y a lo estatal.
P. ¿Los ecuatorianos valoran el libre comercio y la competencia?
Hoy mucho más que en otras épocas. Ya no es mala palabra hablar de apertura comercial. Incluso un candidato de izquierda tradicional como Yaku Pérez durante la campaña para las elecciones en 2021 dijo en una entrevista que no vería mal un TLC con EE.UU. El país ya ha experimentado un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea y no le teme tanto como antes. También han sido años en que la economía se ha visto obligada a vivir de actividades distintas al petróleo debido a que se acabó la bonanza de esta materia prima a fines de 2014 y una economía pequeña como Ecuador ha tenido que buscar mayores oportunidades en el comercio exterior.
P. ¿Qué se necesita para tener una economía productiva y que genere empleo?
Necesitamos bajar el gasto público como para poder reducir la carga tributaria y estimular así la captura de ahorros e inversión en la economía. Mientras menos consuma el Estado del PIB y de los fondos prestables, más recursos habrá para emprender proyectos en el sector productivo. También es necesario estimular la contratación de trabajadores mediante la flexibilización laboral y la creación de nuevos negocios mediante la reducción unilateral de barreras arancelarias y no arancelarias al comercio exterior.
P. ¿Ecuador está condenado a vivir en crisis permanente, con cortos periodos de ‘bonanza’ que se desperdicia?
Ningún país está condenado a vivir en crisis permanente. Este nuevo periodo de ajuste y crecimiento estancado estaría coincidiendo con la nueva ola de gobiernos socialistas/populistas en Latinoamérica. Esto podría derivar que la gente asocie este tipo de políticas/gobiernos con los malos tiempos. Aquí en Ecuador sería lo contrario.
P. ¿La mala calidad de los servicios públicos como el Registro Civil y los hospitales del IESS son consecuencia de un supuesto ajuste neoliberal?
La mala calidad de los servicios públicos es algo secular en América Latina. Estaban así antes y después de los gobiernos estatistas/populistas. Esto es así porque su naturaleza no ha cambiado significativamente. En el caso de Ecuador, continúan siendo monopolios estatales que no solo son financiados por el Estado sino también provistos y gestionados por el Estado.
En otros países como Suecia, por ejemplo, la educación pública fue reformada hace décadas para permitir a los padres mayor libertad para elegir acerca de la educación de sus hijos, entonces el estado sueco financia la educación a través de bonos escolares pero los padres pueden elegir cualquier escuela: estatal o privada. El seguro social continúa siendo un monopolio estatal que en lugar de estimular el ahorro y garantizar una pensión digna, es una fuente de rapiña intergeneracional. Los políticos prometen hoy a los pensionados actuales cosas que generan demandas por sobre el ingreso de generaciones futuras. Los afiliados reciben una pésima atención en la red de salud, no teniendo la opción de llevar sus dólares a un sistema mejor manejado. La falta de competencia es mala, sobre todo en el sector público.
Esta entrevista fue publicada originalmente en La Hora (Ecuador) el 14 de noviembre de 2022.