La larga noche estatista
Gabriela Calderón de Burgos señala que Colombia y Perú no sufren de apagones como los de Ecuador, a pesar de tener condiciones climáticas similares, debido a la reforma de mercado en sus respectivos sectores eléctricos durante los noventa.
Por Gabriela Calderón de Burgos
El 18 de octubre Cuba sufrió un apagón que se extendió tres días. El régimen ya no puede sacarle más dinero a su gente y a la República Bolivariana de Venezuela. En ausencia del dinero de otros, Cuba se ha quedado congelada en el tiempo. Luego de décadas de no haber atendido el sistema eléctrico, ahora no tiene los fondos para tener un sistema que pueda atender las necesidades de una economía moderna. ¿Le suena familiar?
En Ecuador no vivimos bajo una dictadura ni un sistema comunista, no obstante, padecemos de la misma pesadilla del estatismo centralizador y monopolístico en el sector eléctrico. Como en Cuba, aquí hay un monopolio estatal para la generación, la transmisión y la distribución de la electricidad. Nuestros vecinos Colombia y Perú, sufren de condiciones climáticas similares a las nuestras, sin embargo, allá no sufren de apagones.
En Colombia, la reforma estructural surgió luego de una crisis de electricidad que consistió en racionamientos eléctricos entre marzo de 1992 y febrero de 1993. Desde esa crisis, Colombia implementó una reforma del sector que comprendía los siguientes elementos: (1) el Estado dejó de ser productor y pasó a ser regulador de los privados en el mercado eléctrico a través de tres agencias estatales con funciones claramente delineadas para regular, planificar y supervisar el cumplimiento de obligaciones contractuales; (2) se eliminó la fijación política de precios a los productores y se permitió la fijación en base a criterios comerciales y financieros, permitiendo que los subsidios sean reconocidos explícitamente en el presupuesto del Estado; (3) libre entrada para la generación eléctrica, competencia en la comercialización y por la expansión en la transmisión. Luego de tres décadas, no se ha presentado ningún racionamiento, a pesar de que se han presentado siete episodios de hidrología crítica, esto es, de sequía importante. Antes de la reforma, casi un 24% de la población colombiana no tenía acceso a la electricidad, hoy la cobertura ha llegado a un 96%. Luis Guillermo Vélez señala:
“En 1992 teníamos instalados 11 GW de potencia, consumíamos 36 Gwh año de energía y éramos 34 millones de habitantes. Consumíamos 1050 Kwh por habitante. Hoy tenemos instalados 21 GW de potencia, consumimos 75 Gwh y somos 51,5 millones de habitantes. Pasamos a consumir 1450 Kwh al año. En este periodo se hicieron inversiones en generación por más de 30.000 millones de dólares a costos de hoy por megavatio instalado.… el Estado no la tuvo que realizar, liberó capacidades de inversión y dirigió sus recursos a otros sectores claves”.
Perú realizó una reforma similar en 1992, imitando a Chile. La cobertura eléctrica pasó del 40% en 1992 a 95% en 2018 y los apagones son historia.
En Ecuador, una experiencia similar se dio con el suministro del agua potable y tratamiento de las residuales en Guayaquil. Desde que se concesionó el servicio público de agua potable en la ciudad más poblada del país en el año 2001, la población servida más que se duplicó (de poco más de 1 millón de personas a 2,58 millones) y la cobertura aun así aumentó desde un 53% hasta un 98%. La continuidad del servicio pasó de un 30% del día a 100% del día.
¿Por qué es tan difícil acabar con la larga noche estatista en el sector eléctrico?
Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 1 de noviembre de 2024.