La ética de Almagro vs. la indecencia de Mujica y del Frente Amplio

Hana Fischer comenta la reciente controversia entre Luis Almagro, secretario general de la OEA, y sus otrora compañeros del Frente Amplio en Uruguay, generada en torno a la postura firme de Almagro frente a la dictadura en Venezuela.

Por Hana Fischer

El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, es izquierdista. Pertenece al Frente Amplio (FA), el partido que desde 2005 gobierna Uruguay.

Debido a tal condición, José “Pepe” Mujica cuando fue presidente (2010-2015) lo nombró canciller. Durante ese período, Almagro estuvo ideológicamente alineado con las posiciones de su “jefe” y las del FA. Por tanto, se mostró cercano a muchos regímenes no democráticos, incluso al dictador venezolano Hugo Chávez.

No obstante, cada vez queda más claro que la ética de Almagro no es igual a la de Mujica o del FA. Un primer indicio fue cuando el expresidente uruguayo —violandonormas jurídicas y de justicia— en complicidad con sus pares de Argentina y Brasil, forzó la entrada de Venezuela al Mercosur. Hagamos un repaso de aquellos sucesos.

El Tratado de Asunción, mediante el cual se fundó al Mercosur, exige que para aprobar el ingreso de otra nación, se necesita la aprobación unánime de los Ejecutivos y Parlamentos de los Estados partes (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay).

Venezuela, de la mano de Chávez, había solicitado ingresar.Pero enfrentaba el escollo de que el parlamento paraguayo no daba su voto, aduciendo que esa nación no cumplía con la “cláusula democrática”. En cambio Fernando Lugo, el presidente en esa época, no veía ningún inconveniente en que se uniera, en concordancia con la posición de Cristina Kirchner (Argentina), Dilma Rousseff (Brasil) y Mujica. En esas circunstancias, el “Pepe” propuso aplicar la “fórmula de Mujica”. La misma consistía en desconocer el pronunciamiento del parlamento paraguayo y que resolviera únicamente su Poder Ejecutivo. Tal “solución”, es una muestra cabal acerca del apego que Mujica profesa hacia el sistema democrático y el Estado de Derecho. Incluso manifestó sin pudor, que “a veces lo político prima sobre lo jurídico”. 

La historia enseña que tal doctrina conduce a la concentración del poder en pocas manos. Es el sustrato ideológico de cualquier movimiento iliberal, llámese comunismo, fascismo o cualquiera de sus variantes. Almagro siendo el canciller, no compartía la “doctrina Mujica”. Aunque creía que era deseable la incorporación de Venezuela al Mercosur, enfatizaba que eso debía lograrse“sobre la base del consenso y el respeto al tratado de Asunción”. Cuando mediante la jugarreta concertada entre los tres expresidentes mencionados se expulsó a Paraguay del Mercosur, para permitir el ingreso de Venezuela, Almagro se opuso. Alegaba que no correspondía hacerlo sin la aprobación del parlamento paraguayo. Quienes conocen bien a Almagro, lo describen como alguien pasional, absoluta y sinceramente comprometido con la defensa de los derechos humanos, la democracia y el Estado de Derecho. Algo que no se puede decir de su ex “jefe” ni de sus camaradas del FA.

Los rasgos mencionados, los exhibió cuando era funcionario en el Ministerio de Relaciones Exteriores antes de que el FA accediera al poder. El canciller de aquella época, Álvaro Ramos, afirma que Almagro fue “siempre consistente con los principios básicos de la diplomacia uruguaya […] nada muy diferente de lo que muestra ahora en la OEA”.

Un izquierdista muy cercano al secretario general de la OEA —quien no quiso dar su nombre para evitar el bullying de sus correligionarios— manifestó que “Almagro asumió su cargo teniendo como eje la defensa de los derechos humanos y de la democracia. Para Luis la defensa de la democracia es un principio, es una obsesión; es algo que justifica los pasos que ha dado a nivel de la OEA”. Posición no compartida por Mujica, quien reaccionó rompiendo con Almagro y afirmando que “es un peligro para el continente”. 

Dado que Almagro sigue denunciando sin temor la tragedia que están padeciendo los venezolanos, sus camaradas quieren expulsarlo del FA. Los irritó especialmente las declaraciones que realizó tras estar en la frontera colombiana-venezolana para comprobar in situ la situación de los venezolanos, que desesperados y por miles intentan huir de su país.

Almagro dijo que el pueblo venezolano es hoy “víctima de la represión, pero una represión distinta, incluso a las demás dictaduras que hemos tenido en el continente […] Hay una campaña de exterminio” para someter al pueblo mediante el hambre y las enfermedades. Dado que con tanta valentía están luchando por recuperar su libertad y aún no lo consiguieron, necesitan ayuda de la comunidad internacional: financiera y diplomática principalmente, “pero no se pueden descartar otras (la intervención militar), dada la gravedad de la situación”.

Ante esas palabras el Partido Comunista uruguayo, hipócritamente, se rasgó las vestiduras. Afirmó que Almagro debe ser expulsado del FA “porque su conducta, promoviendo la guerra y la agresión contra un pueblo hermano, viola los principios históricos de la política internacional de nuestro país y los del FA, en defensa de la paz, soberanía y la autodeterminación de los pueblos”.

No es cierto lo que afirman. Con los gobiernos del FA se quebró la posición histórica uruguaya, que se había caracterizado por la defensa irrestricta de la democracia y los derechos humanos a nivel internacional. Desde que tienen la batuta, los déspotas tienen el campo orégano, siempre y cuando sean de izquierda. ¿Autodeterminación de los pueblos? ¿Se hacen los tontos? ¿No saben que el 83,3 % de los venezolanos quieren que Maduro abandone el poder YA? ¿Que la narcodictadura chavista se mantiene a punta de bayonetas? 

El canciller Rodolfo Nin Novoa no se quedó atrás y también repudió los dichos de Almagro. Aseveró que lo que ha planteado “es absolutamente contrario a la vocación nacional […] Detestamos la palabra intervención porque lo único que trae es sangre y muerte”. Nuevamente la izquierda recurre a palabras altisonantes para esconder su falta de empatía con el sufrimiento ajeno. ¿No está enterado el gobierno que en Venezuela, en las calles y cárceles, abunda “sangre y muerte” de víctimas del régimen?

Nin Novoa expresó que “Nuestro país ostenta una orgullosa tradición principista en la materia, acuñada en la frase ‘para el Uruguay la palabra intervención, es una palabra maldita'". Otra falta de sinceridad.  Acaso, ¿no recuerda el canciller el comunicado que emitió a raíz de la destitución de Rousseff en Brasil, donde catalogó lo sucedido de “una profunda injusticia”?

¿O que en la primera presidencia de Tabaré Vázquez (2005-2010), siendo él vicepresidente de la república, durante el agrio conflicto con Argentina por la instalación de una papelera en Uruguay, le pidieron ayuda al presidente de EE.UU. George W. Bush?  Vázquez lo relató en una charla con estudiantes: “Fui a EE.UU. a tratar de mejorar el intercambio comercial entre los países pero también le pedí a la canciller que dijera que Uruguay era un país amigo y socio de EE.UU. Y que le pidiera al presidente que él dijera lo mismo. Así fue. Dijeron que Uruguay era un país socio y amigo de EE.UU. Y se aplacaron (los problemas con Argentina)”.

Así que ni ellos creen que cuando existe una asimetría brutal entre las fuerzas, no sólo es ético sino hasta indispensable contar con apoyo externo. ¿Por qué lo que el gobierno frentista consideró bueno para los uruguayos, no es también justo y necesario para los venezolanos?

Almagro está indignado con el FA. Cuando se enteró que quieren expulsarlo por considerarlo envilecido, estalló: “Un niño por día se muere de desnutrición en Venezuela, eso es una campaña de exterminio, ¿eso es lo que defienden? ¡Por favor!” Y agregó: “Defienden dictaduras, defienden opresión, defienden represión, defienden tortura, defienden a los torturadores, defienden a los asesinos, defienden a aquellos que violan a los presos políticos […] no sean ridículos, no sean imbéciles”. 

Al ser consultado sobre qué iba a hacer frente a la situación planteada, expresó: “Estoy dispuesto a dar esta discusión dónde sea como sea. Es una discusión ética, es una discusión de profundidad política […] Si tengo que darla ante el Tribunal de Ética del Frente no tengo absolutamente ningún problema, veremos cuán ético es ese tribunal a la hora de defender o atacar estas cosas”.

Mujica y demás camaradas del FA, ¿aceptarán el reto?

Este artículo fue publicado originalmente en el Panam Post (EE.UU.) el 21 de septiembre de 2018.