La cancelación del libro de Josh Hawley no constituye una violación de la Primera Enmienda

Ilya Shapiro analiza la cancelación del contrato para publicar el libro de Josh Hawley desde el punto de vista legal, constitucional y cultural.

Por Ilya Shapiro

El jueves pasado, Simon & Schuster canceló su contrato con el Senador Josh Hawley (Republicano del estado de Missouri) para publicar su libro, The Tyranny of Big Tech (La tiranía de las grandes empresas tecnológicas), como una crítica a los esfuerzos de Hawley de cuestionar los votos para el colegio electoral de varios estados y por lo tanto revertir el resultado de la elección presidencial. “Como una casa editorial, siempre será nuestra misión amplificar una variedad de voces y opiniones”, decía el comunicado de Simon & Schuster. “Al mismo tiempo consideramos seriamente nuestra más amplia responsabilidad pública como ciudadanos, y no podemos respaldar al Senador Hawley luego de su papel en lo que se convirtió en una amenaza peligrosa”. La casa editorial luego agregó que estaba muy dentro de sus derechos contractuales tomar esta medida.  

Hawley respondió en Twitter que su otrora casa editorial era una “turba woke” (políticamente correcta) involucrada en comportamiento “orwelliano”, que “Simon & Schuster está cancelando mi contrato porque yo estaba representando a mis constituyentes, liderando un debate en el Senado acerca de la integridad de los electores, el cual ellos ahora han decidido redefinir como sedición”. Luego agregó que “esto no es solo una disputa contractual. Es un ataque directo a la Primera Enmienda…Esta es la Izquierda buscando cancelar a todos aquellos con los que no está de acuerdo”.

Como un académico diría, desempaquemos esto. Hay (al menos) tres niveles de análisis que hacer aquí: el constitucional, el legal y el cultural. En el frente constitucional, la Primera Enmienda aplica a la acción estatal (“El Congreso no legislará…”), así que lo que una empresa privada decida publicar no debería importar. La Primera Enmienda ciertamente no puede obligar a una casa editorial a publicar un libro, ya sea que ese libro esté escrito por un funcionario público u otra persona. 

Pero, ¿podría esta cancelación violar el contrato de Hawley? Bueno, el contrato no se ha revelado al público, pero como recientemente me sucedió con mi propio contrato para publicar un libro, estos contratos generalmente le otorgan a la casa editorial un amplio espacio de maniobra. Podría ser que Simon & Schuster puede retirarse del contrato pero Hawley puede retener su adelanto por el libro, o puede que haya algún otro arreglo previamente acordado. Ciertamente hay la probabilidad de que la casa editorial esté violando el contrato —puede que haya determinado que perdería dinero si publicaba el libro, implicando lo que los académicos de derecho y economía denominan un “violación eficiente”— de manera que le debe a Hawley los “daños por liquidación” como estos fueron fijados en la ley de contratos. De cualquier manera, la Primera Enmienda no es la cuestión pertinente aquí. 

Finalmente, y no obstante, aquí hay una cuestión en juego que no es legal: la idea de que las grandes corporaciones, culturales o de otra índole, están “cancelando” a los conservadores (y libertarios, liberales) de varias maneras. De hecho, tal “censura” por parte de Facebook, Google y Twitter es justamente el tema del que trata el libro de Hawley. Hasta qué grado este fenómeno es real o preocupante depende de muchos datos específicos. Ciertamente, si resultara que el autor fuese un neo-Nazi que niega el Holocausto —o un miembro del Ku Klux Klan o un estalinista— pocos hubiesen cuestionado su retiro de las plataformas. Así que esto es en gran medida un debate acerca de la “ventana de Overton” para el discurso y supervisión públicas adecuadas, cosa que yo he llamado anteriormente la línea Satán-Scherbatsky.

Sin duda es problemático que, por ejemplo, la publicación en el New York Times de un artículo de opinión escrito por el Senador Tom Cotton (Republicano de Arkansas) acerca de cómo calmar los disturbios del verano pasado provocaron que el editor de la página de opinión pierda su trabajo, mientras que dicho diario publica regularmente apologías de regímenes comunistas (tan recientemente como el lunes pasado). De hecho hay “turbas woke”, más notablemente en las redes sociales, incluso si esa selección de palabras fue desafortunada en vista de la verdadera turba que Hawley felicitó el miércoles de la semana pasada. 

Estas son verdaderas patologías culturales que nuestra sociedad debe enfrentar. Pero eso no significa que aquí hay un papel que el estado debe asumir para resolver estos asuntos —y ciertamente no hay violaciones de la Primera Enmienda.

Este artículo fue publicado originalmente en Newsweek (EE.UU.) el 11 de enero de 2021.