Inversión extranjera

Óscar del Brutto indica que a pesar de que Ecuador tiene la ventaja de ser un país dolarizado, la inversión extranjera prefiere a los países vecinos por las deficiencias de su régimen jurídico.

Por Oscar del Brutto

El nombre del juego es inversión extranjera y el Ecuador lo está perdiendo. La inversión extranjera genera empleo y el empleo crea bienestar. La falta de inversión extranjera, en cambio, supone desempleo y el desempleo hace que los ecuatorianos tengan que emigrar a buscar oportunidades a otros países o, más trágicamente, dedicarse a actividades ilícitas.

En 2023 llegaron menos de 300 millones de dólares de inversión extranjera al país y en el primer semestre de 2024 la tercera parte de eso. Mientras tanto, los países vecinos, Colombia y Perú, reciben miles de millones de dólares en inversión extranjera cada año.

Ecuador tiene grandes oportunidades de inversión extranjera. Están el sector petrolero, la minería, el turismo y la agroindustria. Además, es un país dolarizado, por lo que no tiene el riesgo de devaluación monetaria. Sin embargo, nadie llega al Ecuador. Los dólares se van a los países vecinos.

Uno se pregunta cómo es que la gente invierte en Perú, que cambia presidentes cada año y que no tiene el dólar. O cómo invierte en Colombia, que tiene la fama de la inseguridad por el terrorismo y no tiene el dólar. Lo que pasa es que es difícil imaginar un país que tenga un sistema legal más hostil e inseguro para la inversión extranjera que Ecuador.

Para empezar, la Constitución de Montecristi. Allí tenemos la prohibición de trabajo por horas, el monopolio de sectores estratégicos para el Estado con delegación a la inversión privada solo en forma excepcional y la imposibilidad de sometimiento a arbitrajes internacionales en tratados de protección de inversiones. Pero, por sobre todas las cosas, en la Constitución de Montecristi tenemos un régimen de supuesta protección de derechos que permite a cualquier persona presentar ante cualquier juez una acción constitucional para, so pretexto de aplicar derechos constitucionales de forma directa, desconocer contratos.

Luego, el régimen legal de inversiones y la burocracia que lo aplica. La ley que regula las inversiones es una maraña de disposiciones legales que nadie entiende y nadie explica. Usted tiene la ley general, la ley de sector, la ley de la empresa pública y luego una serie infinita de regulaciones, reglamentos y circulares que van modificándose diariamente. A eso se suma el criterio cambiante del burócrata de turno. Como un borracho que a la noche le promete una cosa y le da su palabra y a la mañana siguiente no se acuerda y no sabe de qué le están hablando, el burócrata ecuatoriano no inspira seguridad a la inversión extranjera.

Finalmente, el sistema judicial. Aun cuando tengamos la Constitución de los Estados Unidos de América y aun cuando traigamos a burócratas alemanes a administrar el Estado, cualquier esfuerzo es inútil si, tal como nos lo demostraron los casos Metástasis, Purga y Plaga, los jueces en nuestro país son, ellos mismos, unos criminales. El inversor no tiene ninguna garantía de protección a sus intereses con estos jueces.

No habrá inversión extranjera y estaremos condenados al subdesarrollo, la emigración y el crimen organizado si no se hacen cambios profundos en el sistema jurídico.

Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 31 de diciembre de 2024.