Gaslight político del gobierno
Yesenia Álvarez considera que el presidente se vale del “gaslighting” cuando en lugar de explicar las extrañas circunstancias bajo las cuales se reunió con postores del Estado, busca invalidar los reclamos.
Por Yesenia E. Álvarez Temoche
Más de una vez el presidente y su entorno han mostrado que a través de su discurso manipulan la realidad para salir bien librados de los cuestionamientos.
Esto me trae a la mente la forma de manipulación psicológica conocida como “gaslighting”, según la cual una persona busca manipular la percepción de otra. El término se origina en una obra de teatro llamada Gas Light y sus adaptaciones al cine, en las que, en resumen, una persona intenta convencer a su pareja de que lo que percibe no está sucediendo en la realidad. Así, cuando esta última señala que la luz de las lámparas de gas se atenúa, más bien le hace creer que la iluminación sigue igual. Esto lleva a que la víctima dude de la realidad, de su memoria y evidentemente de su cordura.
Trasladándolo al contexto político, el país, desde el 28 de julio del año pasado, es víctima del gaslighting del gobierno. Cada vez que se le cuestiona algo, lo niegan de forma cínica como si los ciudadanos no fuéramos testigos de que esos hechos están ocurriendo. Por ejemplo, todos hemos visto en televisión al presidente entrar subrepticiamente a la casa de Sarratea, en la que se reunió clandestinamente con postores del Estado y, sin embargo, se ufana de luchar contra la corrupción sin que haya explicado detalles o entregado aún la lista de visitantes a dicha casa.
Hay muchas formas de identificar el gaslighting de este gobierno, pero hay dos que resultan muy evidentes en el último mensaje del presidente. Una de ellas es que busca invalidar la indignación y reclamos de las víctimas (ciudadanos, oposición, prensa e instituciones); y otra es que busca invertir su posición de victimario a víctima.
De nuevo con la puesta en escena en el Congreso, en la que echó la culpa a todos, intentó convertirse de victimario en víctima, y buscó invalidar el reclamo cuando pretendió hacer pasar los cuestionamientos legítimos por corrupción como si fueran estrategias de confrontación de sectores mediáticos y políticos. Más cinismo y manipulación, y si lo seguimos permitiendo, el gaslightning del gobierno se volverá más tóxico y peligroso para la salud democrática de nuestra nación.
Este artículo fue publicado originalmente en Perú 21 (Perú) el 18 de marzo de 2022.