Futuro petrolero
Óscar del Brutto considera que se necesita que el Ministerio de Energía y Minas –y no la cuestionada Petroecuador– generen las condiciones jurídicas para que las grandes empresas petroleras regresen al país.
Por Oscar del Brutto
Según la ley de la oferta y la demanda, cuando la demanda excede la oferta el precio aumenta; y cuando la oferta excede la demanda el precio disminuye. Así, si la gente quiere más papas, la ley de la oferta y la demanda pronostica que el precio de las papas va a subir; y si más gente vende papas la ley pronostica que el precio de las papas va a bajar.
Un corolario lógico de la ley económica de la oferta y la demanda es que si el precio de una cosa aumenta, entonces podemos esperar un aumento de la oferta. Si las papas se están vendiendo caras, podemos esperar que más agricultores quieren ofertar papas.
Pero en el Ecuador se han desafiado las reglas de la economía y de la lógica. A pesar de que el precio del petróleo se disparó hasta alcanzar su máximo histórico de más de cien dólares por barril durante el año 2012, el Ecuador no produjo más barriles de petróleo por día. Algo realmente insólito. Mientras que en países como Colombia o Brasil se hacían millonarias inversiones y se conseguía duplicar la producción petrolera, el Ecuador se quedó estancado en sus menos de 500.000 barriles por día. La cifra no ha podido superarse y hoy Ecuador produce cada vez menos petróleo.
¿Cómo es que un país petrolero produce menos petróleo cuando el mundo lo demanda y está deseoso de pagar mucho dinero por él? La respuesta no se encuentra en la lógica sino en la política.
En primer lugar, la nefasta Ley 42 y su Reglamento del 2006 cambiaron las reglas de los contratos petroleros y confiscaron la propiedad de las compañías petroleras que venían operando en el país. En segundo lugar, los campos pasaron a ser operados por las empresas estatales y se relegó la inversión extranjera a la prestación de servicios. Y, en tercer lugar, Ecuador denunció varios tratados de protección de inversiones que garantizaban los derechos de los inversionistas extranjeros. Estas cosas ahuyentaron la inversión en el sector petrolero e hicieron que en el Ecuador no haya mayor inversión y que no se pueda superar la barrera de los 500.000 barriles al día, a pesar de que el precio del petróleo subía y subía.
La poca producción de petróleo fue y es una mala noticia para el país. Supone perder valiosos recursos que el Estado puede utilizar para equilibrar sus finanzas, construir escuelas y hospitales e invertir en infraestructura que vuelva más competitivo al sector privado. En un país pobre, en donde la falta de oportunidades hace que los muchachos no tengan más opciones que emigrar o enlistarse en las filas de las organizaciones delictivas, este despilfarro es simplemente criminal.
Ahora no tenemos más tiempo que perder. Se necesita que el Ministerio de Energía y Minas –y no la cuestionada Petroecuador– generen las condiciones jurídicas para que las grandes empresas petroleras regresen al país, cambiando a contratos de participación o asociación y asegurando la protección de las inversiones.
Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 5 de junio de 2024.