¿Está cambiando la tendencia en el mundo académico?

Erec Smith dice que si bien es una victoria que se prohíba el "discurso obligatorio", siguen habiendo dudas acerca de cómo se ejercerá esta nueva política.

Por Erec Smith

Recientemente, la Universidad de Carolina del Norte votó a favor de "prohibir" la exigencia de afirmaciones con carga política, como las declaraciones sobre diversidad, en cualquier consideración para la admisión, contratación, promoción y titularidad. Tales declaraciones se consideraron "discursos forzados" y, por tanto, contrarios a la libertad intelectual. El Consejo de Administración de la UNC, que aprobó una política que prohíbe que los solicitantes "se adhieran afirmativamente u opinen sobre creencias, afiliaciones, ideales o principios relativos a cuestiones de debate político contemporáneo o acción social como condición para la admisión, el empleo o la promoción profesional", también ha puesto en marcha una Escuela de Vida Cívica y Liderazgo, un instituto creado para garantizar que se permitan y respeten la diversidad de puntos de vista y la libertad académica. En conjunto, parece una victoria de la libertad de expresión en general.

Como persona de centro-izquierda pero contraria a las manifestaciones políticas y educativas de la justicia social crítica, lo considero un paso en la dirección correcta. Sin embargo, una parte de mí piensa que esta medida de la UNC puede haber cambiado un problema por otro. El problema de las declaraciones sobre diversidad, por ejemplo, no es su existencia per se, sino la naturaleza de su existencia. Ha quedado claro que, en relación con muchas de estas declaraciones, sólo es aceptable un tipo de respuesta; la respuesta tiene que alinearse con los principios de la Justicia Social Crítica y/u otras teorías críticas, sobre todo los principios de que el racismo siempre está presente, que las estructuras institucionales son la única causa de las disparidades raciales, y que la dicotomía opresor/oprimido siempre está en juego en las interacciones entre los blancos y las minorías, especialmente las minorías negras. Es más, en todo el país, las universidades insisten en que pueden pedir declaraciones de diversidad sin necesidad de un discurso convincente, pero de los consejos que se dan sobre cómo redactar una declaración de diversidad, como los que dan la Universidad de Pennsylvania, el Instituto Tecnológico de Massachusetts e incluso la UNC, se deduce que se busca un determinado tipo de persona: una persona que tenga la DEI (diversidad, equidad e inclusión) como auténtica área de especialización o, al menos, un área de competencia destacada. El hecho de que las declaraciones de DEI escritas por Frederick Douglass, Zora Neale Hurston y otras leyendas de la justicia racial pudieran ser rechazadas por algunos de los comités de contratación más "despiertos" por ser demasiado "blancas" es la verdadera parodia. ¿Hubiera bastado con exigir que se aceptaran diversos puntos de vista sobre la DEI?

Además, no creo que sea intrínsecamente injusto preguntar a los candidatos qué pueden aportar a la diversidad, la equidad y la inclusión; simplemente no debería ser una consideración obligatoria para la contratación. Exigir a los candidatos que respondan a lo que equivale a una prueba de fuego sobre sus inclinaciones políticas debería desaconsejarse, pero ¿sería aceptable un párrafo en una carta de presentación tradicional en el que se describieran las ideas de cada uno sobre la justicia racial? ¿Y si se pide una declaración completa sobre la diversidad, pero no es obligatoria? La cuestión puede complicarse de otras maneras. ¿Cómo define el Consejo de Gobernadores términos como "político" o incluso "diversidad", "equidad" o "inclusión"? ¿Qué está fuera de lugar? Por ejemplo, si un comité ve dos solicitudes de empleo muy similares, pero uno de los candidatos tiene experiencia en iniciativas de justicia social, ¿estaría mal elegir al segundo candidato en lugar del primero por esa razón, en igualdad de condiciones?

Parece que hay una especie de laguna en la nueva política de la UNC. Al parecer, si los comités de contratación creen que una declaración de diversidad es imprescindible para un puesto concreto, deben "obtener la aprobación previa por escrito del Presidente para incluir dicho requisito o solicitud tras el debate en sesión abierta de una reunión del Comité de Gobernanza Universitaria a la que asistan el rector de la institución solicitante, su rector y el presidente de su consejo de administración". Esto aborda parte de la cuestión, pero el problema sigue estando en los detalles. Una vez más, habría que establecer definiciones operativas de diversidad, equidad, inclusión, etc. Además, el Comité de Gobernanza Universitaria debe estar compuesto por actores de buena fe y por quienes sepan distinguir entre los derechos civiles clásicos y la justicia social contemporánea "woke". Esta última afirmación lleva a lo que puede ser la pregunta definitiva: ¿hasta qué punto es delgada la línea que separa la nueva política de la UNC y el ataque total a la DEI indicativo de las maniobras políticas de personas como Ron Desantis, a quien se ha acusado de ir demasiado lejos en su batalla contra la política "woke"?

Para ser claros, creo que la prohibición del "discurso obligatorio" es una victoria, y puede ser el comienzo de una tendencia. Mientras escribo este ensayo, las universidades de Texas están prohibiendo las declaraciones obligatorias sobre diversidad o pausando todas las iniciativas de DEI hasta una revisión posterior, respectivamente. Sin embargo, sigue habiendo interrogantes sobre cómo, exactamente, se ejercerá esta nueva política. Supongo que tendremos que esperar y ver.

Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (EE.UU.) el 15 de marzo de 2023.