España, a la cola de la recuperación
Daniel Lacalle indica que rebotar no es lo mismo que crecer y que España podría ser que recién este año recupere el PIB previo a la pandemia, a pesar de haber aumentado la deuda pública más que ningún otro país comparable.
Por Daniel Lacalle
España no es el país que “más crece de Europa”, como dice el gobierno
No, estimado presidente, España no es ni será el país que más crezca de la Unión Europea. Para tristeza de todos los españoles, nuestro país no recuperará el PIB de 2019 hasta 2023 –si lo hace– y eso después de aumentar la deuda pública más que ningún otro país comparable.
Según las estimaciones del consenso recopilado por Focus Economics, el país que más crecerá en 2022 y 2023 es Irlanda, seguido de Malta, Chipre, Eslovenia y Luxemburgo. Todos ellos han recuperado ya el PIB de 2019, España no lo ha hecho. Y todos ellos lo han hecho con mucho menos paro y menos deuda.
Desafortunadamente, España cierra el 2022 con la mayor tasa de paro de la Unión Europea y de la OCDE y eso que el dato oficial está maquillado por los fijos discontinuos desocupados que, según Fedea, elevarían el paro efectivo en más de 200.000 personas.
España no es un ejemplo de crecimiento ni de recuperación. Países como Portugal o Grecia se han recuperado más rápido, mejor, con menos tasa de paro –y sin maquillarla– y con menores desequilibrios fiscales.
El nivel de endeudamiento público acumulado de España es preocupante. Ya es el tercer país más endeudado de Europa y el quinto con mayor estimación de déficit en 2023 a pesar de tener ingresos récord por no deflactar los impuestos a la inflación.
En España el gobierno nos ha acostumbrado a vender el estancamiento como un éxito, y no paramos de perder puestos en PIB per cápita y subir en endeudamiento público.
La política de expoliar a impuestos e inflar el sector público de Sánchez ha dejado una recuperación pobre, endeudada y una oportunidad perdida.
Si pensamos en esta recuperación, a quien debemos agradecérsela es al sector turístico, que ha sido atacado e incluso insultado por miembros del gobierno.
España ha podido evitar la recesión por un invierno muy cálido que ha evitado una crisis energética de mayor calado. Sin embargo, por culpa del engaño del tope del gas, el recibo mediano de electricidad de la inmensa mayoría de españoles ha subido en 2022 más de un 20%.
Es irónico que el gobierno se vanaglorie de tener menos inflación que la media de la Unión Europea cuando la inflación es acumulativa y llevamos una destrucción de poder adquisitivo no vista en tres décadas. En las estimaciones más benignas de consenso, la inflación (IPC) acumulada 2021-2023 superará el 15%.
Siempre hay que poner estos datos en contexto. Ningún gobierno de la historia democrática de España, ni anterior, ha contado con un estímulo monetario y fiscal mayor.
El gobierno de Sánchez ha disparado con pólvora de rey “keynesiana” con un impulso fiscal de más de 300.000 millones de euros y 200.000 millones de euros de estímulo monetario, con el Banco Central Europeo comprando hasta el 100% de las emisiones netas del Tesoro. Y ahora llega el invierno.
La prima de riesgo de España con respecto a Alemania ha ido subiendo lentamente estos últimos meses mientras la rentabilidad del bono alemán también aumentaba. Eso significa que el Tesoro se va a financiar en 2023 a tipos hasta seis y siete veces mayores a los de 2021. Y eso que son tipos todavía muy bajos. Sin embargo, al haber despilfarrado el estímulo fiscal y monetario en 2020-2022 los desequilibrios acumulados supondrán una rémora adicional para el crecimiento y la productividad en 2023.
No podemos aplaudir el estancamiento ni mucho menos un rebote del gato muerto en el que el gobierno ha aumentado la deuda pública más que nadie en la UE, el doble que la media y mucho más del doble que Portugal o Grecia, según Eurostat.
En 2023 en la eurozona no vamos a contar con el apoyo del Banco Central Europeo disfrazando el riesgo. Al menos, no en la cantidad exagerada de 2020-2022 que fue uno de los mayores errores de política monetaria de la historia. El problema es que el gobierno de España se ha entregado a aumentar los desequilibrios, financiando aumentos de gasto corriente consolidable con ingresos coyunturales y extraordinarios y, a pesar de tener ingresos fiscales récord, dejar uno de los mayores déficits estructurales de la Unión Europea en 2023, como alerta la AIReF.
Rebotar no es crecer, señor presidente. Y estos datos son especialmente malos considerando que ha contado con el viento de cola de un turismo en recuperación espectacular que, a pesar de las críticas de sus ministros, ha sido y seguirá siendo motor de crecimiento y empleo.
El edulcorado balance económico de 2022 hecho por el presidente Sánchez esconde que España se enfrenta a cinco años perdidos.
Incluso considerando las eufóricas previsiones del gobierno, España no crece. Se endeuda.
Rebotar no es crecer. Mientras el PIB en 2022 se queda aún un 2,4% por debajo de los niveles pre-pandemia, la deuda pública es un 15% superior. España ha sido el país que más se ha endeudado durante la pandemia. El endeudamiento público ha crecido 18 puntos en términos relativos (porcentaje sobre PIB), el doble que la media Unión Europea, más que Italia y más del doble que Portugal o Grecia, más expuestos al turismo y que se han recuperado mejor que España.
La tasa de paro de España en 2022 cerrará siendo la más alta de la OCDE y de la Unión Europea, sobrepasando a Grecia. Y eso con una cifra de parados maquillada por le reforma laboral que ha obligado a convertir a contratos de obra y servicio y estacionales en fijos discontinuos. Con ello, según Fedea y BBVA Research, hay 441.000 parados efectivos más de los que anuncia el gobierno.
El maquillaje del IPC es otro dato enervante. No porque el INE lo calcule mal, sino porque el “tope del gas” sigue escondiendo que la tarifa que pagamos sube mucho más que la cesta del IPC.
El engaño del tope del gas ha llevado a que los recibos de los consumidores se disparen incluso en aquellos que tenían contrato a precio fijo. Así, según CaixaBank, el recibo mediano de la luz se ha encarecido un 20% para 19 millones de consumidores y un 14% para los de tarifa regulada. Mientras tanto, la inflación subyacente cerrará otro año al 6,8%, lo que significa que llevamos una pérdida de poder adquisitivo en dos años no vista en tres décadas.
Ojo, porque las estimaciones del BCE y del consenso recopilado por Focus Economics asumen que la inflación acumulada en tres años llegará al 16%.
Que España escape la recesión porque las temperaturas han sido suaves y el turismo sigue demostrando su admirable fortaleza no es gracias al gobierno. Pero que nos vendan el estancamiento endeudado y con elevada inflación como un éxito es simplemente vergonzoso.
Si analizamos las estimaciones del consenso de analistas para 2023 son francamente decepcionantes:
- El consumo privado y la inversión no recuperarán el nivel de 2019
- La deuda pública seguirá por encima del 113% del PIB
- El déficit se mantendrá por encima del 4% mientras los tipos suben.
Lo malo no es que estos datos sean pobres, sino que muestran que la situación de otros países comparables es mucho mejor.
Irlanda, Malta, Chipre o Grecia crecerán –estos sí crecen, no rebotan– más que España.
España se sitúa como el país con más deuda pública sobre PIB tras Grecia e Italia, pero el déficit de España en 2023 también será de los más elevados de Europa y casi el doble que Grecia.
Lo que es espectacular en todo el análisis es que Portugal, un país que ha elegido impuestos atractivos y rigor presupuestario, cerrará 2023 -según el mismo consenso- con todas las variables más importantes mucho mejor que España.
Con suerte, y si el gobierno tiene razón, terminaremos 2023 con el mismo PIB real que en 2019 pero con 350.000 millones más de deuda, una pérdida de poder adquisitivo de un 16% según el consenso, un déficit mínimo de más de 30.000 millones y además la mayor tasa de paro de Europa y la OCDE.
No es aceptable que nos vendan el estancamiento y la elevada inflación como un éxito. No es de recibo que nos vendan “escapar de la recesión” por un invierno suave como un éxito del gobierno. Pero, sobre todo, es extremadamente preocupante que, de nuevo, España siga perdiendo puestos con respecto a sus socios y aún más con respecto a su potencial.
Recordemos que, si no llega a ser por el turismo y el sector agroalimentario, que fueron atacados sin piedad por algunos miembros del gobierno durante 2020 y 2021, hoy no estaríamos ni siquiera en ese estancamiento. El turismo y el sector agroalimentario han demostrado una fortaleza, valor añadido y capacidad de adaptación admirables. Si en España hoy no estamos en una crisis peor que la de 2008 es gracias a las empresas y familias que se han comportado de manera ejemplar, no gracias a un gobierno que solo ha empeorado la capacidad de recuperación.