Enviar armas a Ucrania podría tener consecuencias no deseadas

Jordan Cohen sostiene que enviar a armas a Ucrania podría tener consecuencias no intencionadas dada la dificultad de monitorear el uso final de esas armas.

Por Jordan Cohen

Antes de la invasión rusa a Ucrania, la administración Joe Biden –en una acción diseñada para mostrar apoyo sin comprometer demasiado a EE.UU.– envió $200 millones en armas a Kiev. Esto se suma a los $412 millones autorizados en financiamiento, armamento y entrenamiento en 2020. La administración Biden también ha comprometido $350 millones adicionales para armas después de los primeros tres días de lucha. 

En la prisa por suministrar armas a Ucrania, se minimizan los desafíos de rastrearlas y asegurarse de que no caigan en las manos equivocadas. Si bien los ucranianos realmente necesitan armas y otros recursos para repeler el ataque ruso, es importante discutir tanto los riesgos potenciales como los beneficios a corto plazo. 

¿A dónde fueron las armas enviadas anteriormente?

Desde el año 2000, EE.UU. ha proporcionado decenas de millones de dólares en armas y entrenamiento con armas a Ucrania. Según los datos recopilados por Security Assitance Monitor, antes de la invasión rusa a Crimea en 2014, los dos mayores aumentos de esta ayuda ocurrieron en 2002 (año en que el valor total superó los 67 millones de dólares) y en 2008 (año en que el valor total superó los 80 millones de dólares). Para el primero, este fue el quinto año de colaboración de Ucrania con la OTAN y el desarrollo del Plan de Acción OTAN-Ucrania, que pedía una mayor cooperación en materia de seguridad. En 2008, la asistencia de seguridad aumentó después de la guerra de Rusia con Georgia. Finalmente, luego de la invasión de Crimea por parte de Rusia, la asistencia de seguridad de EE.UU. a Ucrania aumentó a más de $90 millones en 2014, más de $182 millones en 2015 y desde entonces se ha mantenido por encima de $200 millones cada año. Sin embargo, muchas de estas armas aparentemente han desaparecido en un abismo. 

Según el Índice Mundial de Delincuencia Organizada de 2021, Ucrania tiene uno de los mercados de tráfico ilegal de armas más grandes de Europa, especialmente cuando se trata de armas pequeñas y municiones. Alrededor de 300.000 armas pequeñas y ligeras fueron reportadas como perdidas o robadas entre 2013 y 2015. De estas, solo se han recuperado un poco más del 13%, mientras que la gran cantidad permanece en circulación en el mercado negro. Esto no dice nada de las armas principales, como los sistemas de radar y los misiles Javelin también enviados al país.

Existe evidencia sustancial de que los responsables de las transferencias de armas en los EE.UU. están fallando en el monitoreo del uso final de las armas enviadas a Ucrania. En una evaluación del monitoreo del uso final, el Inspector General del Departamento de Defensa de los EE.UU. sugirió que el departamento “estableciera una frecuencia para las visitas de evaluación del cumplimiento para los países identificados como de alto riesgo” que incluirían a Ucrania. Una respuesta de la directora interina de la Agencia de Cooperación en Seguridad de Defensa (DSCA), Cara L. Abercrombie, señala que hacerlo es “impracticable porque la capacidad de realizar una visita dentro de un plazo determinado puede verse afectada por condiciones de falta de seguridad, conflictos de programación, falta de disponibilidad del personal de apoyo u otros factores fuera del control de la DSCA”.

El Departamento de Defensa (DOD) ha podido monitorear solo tres tipos de armas: misiles Javelin, unidades de lanzamiento Javelin y dispositivos de visión nocturna. Esto se debe a que estos son los tres tipos de armas transferidas bajo el ámbito del DOD que califican para el Monitoreo Mejorado de Uso Final, que es una caja negra. El DOD, sin embargo, señala que esto se debe a la “sensibilidad de la tecnología asociada con el artículo”. Según los organismos internacionales de control, lo siguiente no ha sido monitoreado: aeronaves de patrulla, dispositivos móviles de comunicación de sistema de radar, equipos contra artefactos explosivos improvisados (IED), vehículos militares, instalaciones de almacenamientos de armas y otros equipos físicos. 

Áreas de cambio

La invasión de Rusia probablemente hará que cualquier esfuerzo futuro para rastrear estas armas sea un nido de avispas, lo que solo empeora por las marcas borradas y el robo no denunciado de armas. De todos modos, claramente se necesita una evaluación integral y hay dos áreas clave que deben cambiar. 

Primero, la DSCA debe tomar en serio las recomendaciones del informe especial del Inspector General del DOD y debe tomar medidas inmediatas. Es comprensible que sea logísticamente difícil, pero es necesario priorizar las evaluaciones de riesgo. Las formas de hacer esto incluyen que EE.UU. use un índice para evaluar en dónde el riesgo podría ser más problemático. Después de eso, pueden trabajar con los países de riesgo para reducir las posibilidades de que las armas terminen en las manos equivocadas. Un ejemplo de este funcionamiento es cuando India y EE.UU. firmaron un acuerdo de monitoreo de uso final en 2009. Desde el acuerdo, no se ha informado que alguna tecnología estadounidense enviada a India termine en las manos equivocadas. Si bien es solo un único caso, si esta misma política fuera aplicada a Ucrania, es probable que monitorear estas armas sea más fácil dado el análisis de las señales de advertencia y la cooperación multilateral. Más importante aún, podría ayudar a identificar el crimen organizado y la dispersión en Ucrania (e incluso en América Central, donde las armas sueltas proliferan).  

El segundo cambio necesario es empoderar a los departamentos de Estado, Defensa y Comercio para mejorar sus programas de monitoreo. Según el Departamento de Estado, solo el 1% del total de licencias de armas son monitoreadas, pero el 25% de ellas resultan en una calificación desfavorable. Otro ejemplo de donde esto es un problema es América Latina. Como región, América Latina tiene bajas tasas de propiedad de armas pero altas tasas de violencia armada. Son las armas estadounidenses perdidas y dispersas las que impulsan la disparidad entre la posesión de armas y la alta tasa de homicidios. Un mejor régimen de monitoreo del uso final, al prevenir esta dispersión, podría marcar una diferencia significativa en la resolución de este problema. 

Para los departamentos de Estado y Defensa, mejorar los recursos y la autoridad con la que ambos deben monitorear las armas transferidas ayudará a evitar que las armas estadounidenses se usen contra los intereses estadounidenses, como se ha hecho en Afganistán, Irak, Filipinas y México. Obligar al Departamento de Comercio a monitorear los derechos humanos y los futuros riesgos de seguridad nacional ayudará a evitar complicaciones por el hecho de que las armas de fuego y las municiones terminen en las manos equivocadas.

Los costos no pueden ser ignorados

Hasta ahora, el discurso se ha centrado en los beneficios militares a corto plazo, pero dado que Ucrania tiene un historial de perder el rastro de las armas proporcionadas por los EE.UU. –y el riesgo de dispersión aumenta sustancialmente durante la guerra– los legisladores estadounidenses deben tener una conversación seria sobre los peligros que las armas sueltas pueden traer a una situación ya peligrosa. 

Si bien es comprensible que el mundo quiera ayudar a Ucrania a luchar contra la invasión rusa, los políticos deberían pensar mucho sobre el resultado de enviar más armas. Además, si eligen enviar armas para ayudar en el conflicto, deben tomarse en serio el control de estas armas. Nuestra incapacidad para realizar un seguimiento de donde termina el equipo militar después de la entrega podría tener consecuencias no deseadas.

Este artículo fue publicado originalmente en Ink Stitch Media (EE.UU.) el 1 de marzo de 2022.