¿En qué se parecen los arqueros y los legisladores?

Oscar del Brutto dice que los legisladores, al igual que los arqueros, tienen el sesgo hacia la acción, la urgencia de ser vistos haciendo algo, con la diferencia de que su sesgo tiene consecuencias perjudiciales para la sociedad.

Por Oscar del Brutto

En un estudio titulado "Action bias among elite soccer goalkeepers: The case of penalti kicks", el profesor Michael Bar-Eli demuestra algo interesante en el comportamiento de los arqueros. Según su investigación, del cien por ciento de los penales que patean los futbolistas, un tercio va a la izquierda, un tercio a la derecha y un tercio al centro. Los arqueros se lanzan, más o menos, la mitad de las veces a la izquierda y la mitad a la derecha. Raramente se quedan en el centro.

¿Por qué los arqueros se toman la molestia de lanzarse si existe la misma probabilidad de tapar el penal quedándose parados? Bar-Eli demostró que existe una regla no escrita que manda a los arqueros a lanzarse. Primero, el arquero se siente mejor lanzándose. Que la bola entre mientras él está parado sin hacer nada es un bochorno. Segundo, la gente perdona más fácilmente al arquero al que le meten un gol después de haber hecho un esfuerzo para evitarlo. “Por lo menos hizo algo”, pensará el aficionado. Esta necesidad psicológica de actuar aun cuando da lo mismo no hacer nada recibe el nombre de sesgo hacia la acción (action bias), y tiene aplicación no solo en la actuación de los arqueros, sino en el comportamiento humano en general.

Parece probable que la actuación de los legisladores, lo mismo que la de los arqueros, esté marcada por el action bias. Primero, el legislador se siente mejor si presenta proyectos de ley y consigue que se aprueben. Así puede justificar su sueldo y presentarse a sus electores como una persona diligente y trabajadora. Segundo, la opinión pública espera que el legislador haga la mayor cantidad de leyes. Todos hemos visto los reportajes de periódicos que recriminan a cierto legislador por no hacer ni una ley, a pesar de cobrar tanto de sueldo.

La consecuencia del action bias de los legisladores es que la promulgación de leyes se convierte, como el fútbol, en un deporte nacional. Esto es terrible. Si algo nos demuestra el correato es que la creación de leyes puede tener un alto costo. La Ley de defensa de los derechos laborales, las múltiples reformas tributarias, las leyes que crearon las innumerables instituciones públicas, vinieron el costo de más impuestos y menos inversión privada. El punto es que el action bias en los legisladores no es solo neutral como el de los arqueros: no es que da lo mismo que no hagan nada, sino que es perjudicial: es preferible que no hagan nada.

El mensaje es doble. A nosotros los electores, el de no recriminar al legislador que no hace ninguna ley. Démonos por bien servidos si no nos impone una ley con costos. A los asambleístas, el de canalizar sus ansias de acción en derogar las leyes del correato y no en crear nuevas leyes. Que si les quedan energías vayan a patear penales, pero que no nos dañen con más regulaciones.

Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 4 de abril de 2018.