El tipo correcto del impuesto de sociedades es 0
Jeffrey A. Miron sostiene que el impuesto corporativo ideal es 0% ya que así disminuiría la evasión, la elusión, la confusión y la politización.
Por Jeffrey A. Miron
La Ley de Recortes y Empleos Fiscales de 2017 redujo el tipo impositivo sobre los ingresos de las empresas del 35% al 21%. La candidata presidencial demócrata Kamala Harris quiere elevar el tipo al 28%, argumentando que sería "más justo" y ayudaría a financiar los servicios públicos. Por el contrario, el candidato republicano Donald Trump, que firmó la Ley de 2017, aboga ahora por un tipo del impuesto de sociedades del 15% para los fabricantes con sede en Estados Unidos, calificándolo de "pieza central de su plan para un renacimiento de la fabricación".
Ambos planteamientos están muy equivocados: el tipo correcto del impuesto de sociedades es el 0%.
Además de reducir el rendimiento del capital y, por tanto, el crecimiento económico, gravar los ingresos de las empresas tiene tres efectos negativos.
En primer lugar, gravar la renta de las empresas perpetúa la idea de que algo distinto de las personas puede pagar impuestos. Falso. Si no se le puede dar la mano, no paga impuestos. Las empresas envían cheques al Servicio de Rentas Internas, pero la carga económica de estos pagos recae sobre los consumidores (a través de precios más altos), los empleados (a través de salarios más bajos) y los accionistas (a través de menores beneficios después de impuestos). Creer lo contrario implica –incorrectamente– que los gobiernos pueden financiar sus actividades haciendo que las empresas paguen la parte que les corresponde, en lugar de gravar a las personas.
En segundo lugar, gravar la renta de las empresas dificulta a los inversores la comprensión de las cuentas empresariales, ya que las empresas sujetas a impuestos toman medidas que reducen su renta imponible incluso cuando no son económicamente razonables.
En tercer lugar, gravar la renta de las empresas lleva a los gobiernos a distinguir entre entidades con ánimo de lucro (sujetas a impuestos) y entidades sin ánimo de lucro (no sujetas a impuestos). Esto permite la politización de tales designaciones y obliga a los gobiernos a tomar decisiones intrínsecamente controvertidas sobre qué actividades y organizaciones son benéficas, educativas, religiosas, etcétera.
El argumento habitual a favor de gravar las rentas de las empresas –sobrecargar a los ricos– es, en el mejor de los casos, débil. Aunque las pruebas existentes sugieren que el impuesto de sociedades recae desproporcionadamente sobre los contribuyentes de rentas más altas, perjudica a los contribuyentes de rentas más bajas en muchos casos, incluso reduciendo los salarios. Un enfoque más selectivo son los tipos progresivos en el sistema del impuesto sobre la renta de las personas físicas, posiblemente combinados con una red de seguridad social como la renta básica universal.
Un sistema fiscal ideal distorsiona lo menos posible las decisiones económicas y evita incentivar la evasión, la elusión, la confusión y la politización. Un tipo del impuesto de sociedades del 0% hace precisamente eso.
Este artículo fue publicado originalmente en Substack el 25 de octubre de 2024. Apex Poudel, estudiante de la Escuela Secundaria Motherland de Pokhara (Nepal), colaboró en la preparación de este artículo.