El reto de inmunizar a la población

Gabriela Calderón de Burgos considera que el gobierno ecuatoriano debe aprovechar la experiencia, datos reunidos y cadenas de distribución establecidas del sector privado en el gigantesco reto de inmunizar a la población contra el COVID-19.

Por Gabriela Calderón de Burgos

Nos encontramos en una etapa en que se nota una profunda escasez de la vacuna frente a la gigantesca demanda y los retos para distribuirla y administrarla. Para esta tarea titánica no tiene sentido excluir a todos los que estuvieran dispuestos a ayudar.

Muchas empresas alrededor del mundo, empezando por las proveedoras de seguros y otros servicios de salud en el sector privado, estarían más que dispuestas a pagar bien por vacunar a su personal e incluso ofrecer de manera gratuita la vacuna a sus clientes. Claro, les sale más barato regalarle a sus clientes vacunas, incluso a un precio alto, que asumir el costo exhorbitante de siniestros por causa del COVID-19

Predomina alrededor del mundo el criterio de los políticos de un comprador único —el estado— agravando la escasez. En cambio, deberíamos permitir que la compren quienes desde ya tienen los recursos y el interés para comprar, distribuir y aplicar la vacuna.

Los fabricantes de las vacunas compiten entre sí, de manera que les interesa que su producto sea aplicado con un protocolo adecuado que garantice la eficacia y seguridad. Basta que nuestras autoridades exijan que se respeten los protocolos establecidos por los fabricantes y/o copiar el protocolo aprobado en los países que más éxito han tenido en vacunar a su población de manera rápida y segura. 

Podemos aprender lecciones de esos países, aunque algunas son difíciles de replicar ahora. Por ejemplo, Israel tiene un sistema de salud híbrido en el que toda persona está obligada a afiliarse a una de las cuatro empresas privadas que proveen seguros de salud y cada seis meses pueden optar por cambiarse de empresa si no están satisfechos con el servicio que reciben. Estas empresas compiten entre sí y cada afiliado adicional que reciben implica mayores ganancias, razón por la cual la cobertura ha llegado hasta las áreas más remotas del país y tienen amplias bases de datos con registros médicos detallados de cada paciente.

Si bien no podemos replicar rápidamente la estructura del sistema de salud israelita sí podemos por lo menos permitir la participación del sector privado en la distribución y aplicación de las vacunas adquiridas por el Ministerio de Salud. Actores del sector privado podrían ayudar con el esfuerzo de vacunar según las prioridades dispuestas por el Ministerio de Salud. Además, estarían dispuestos a hacerlo comprándole las vacunas al estado y asumiendo el costo de la distribución y aplicación, costo que luego gustosamente podrían pagar sus clientes o asumirlos todas las empresas privadas en sectores vulnerables. Esto no impide que el MSP cumpla con los objetivos que considere prioritarios. 

De ahora en adelante los municipios y el sector privado deben participar en la compra, distribución y administración de las vacunas. La venta debe permitirse, bajo la supervisión de las autoridades. El virus no espera.

Debemos aprovechar la experiencia, datos reunidos y cadenas de distribución establecidas del sector privado, que suelen tener mayor alcance que el sector público. También debemos aprovechar los recursos de todos aquellos que están dispuestos a pagar por vacunar a sus empleados, clientes y seres queridos. Esto le permitiría al estado enfocarse en ayudar más a quienes más lo necesitan.

Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 19 de febrero de 2021.