El objetivo debe ser el crecimiento
Gabriela Calderón de Burgos considera que el enfoque de la política económica debe estar en políticas que fomenten el crecimiento económico, no en aquellas enfocadas en aumentar los ingresos del estado.
Por Gabriela Calderón de Burgos
El Ministro de Economía parece estar más preocupado por aumentar los ingresos del Estado que en reducir el gasto público y dinamizar el crecimiento.
Desde esa visión, se suele hacer comparaciones con la carga tributaria promedio de la OCDE y se percibe que todavía hay espacio para aumentar impuestos. De igual forma, se suele concluir que la carga de nuestro estado es ligera.
Pero no es lo mismo pagar impuestos con el ingreso promedio de un europeo que hacerlo con el ingreso promedio de un ecuatoriano. Tampoco es lo mismo que una sociedad pobre cargue sobre su lomo el peso de una administración estatal sobre un reducido sector formal a que una sociedad rica cargue este peso sobre un sector formal que abarca casi la totalidad de su economía.
Si bien el gasto público promedio de los países de la OCDE (42,2% en 2019) supera considerablemente aquel del Ecuador (32,4% en 2020) en esas economías desarrolladas el sector formal abarca casi la totalidad de su PIB. Esto significa que la carga es ampliamente compartida por la sociedad.
Si dividimos nuestro PIB en dos porciones —el formal y el informal— veremos que la carga real es muy superior a la de los países de la OCDE. En un estudio del Fondo Monetario Internacional se estimó el tamaño promedio de la economía informal de varios países entre 1991 y 2015. Mientras que países desarrollados como Islandia y Dinamarca registran economías informales de entre 14 y 15% del PIB, los países latinoamericanos y en vías de desarrollo tienen sectores informales que por lo menos duplican esa proporción. Ecuador tuvo un sector informal con un promedio de 33,5%.
Si tomamos esa estimación y la aplicamos al PIB de 2020, eso nos deja con un PIB formal de tan solo $65.707 millones (desde uno total de $98.808 millones). De manera que la verdadera carga para quienes financian al sector público no es un mero 32% como nos harían creer las comparaciones tradicionales, sino 48,8%, lo cual nos coloca por encima del promedio de los países ricos.
Otra idea proveniente de organismos como el FMI, la CEPAL y la OCDE es que pagamos muy poco en impuestos. Lo que tradicionalmente citan es el ingreso fiscal total dividido por el PIB total de la economía. Así vemos que los países latinoamericanos suelen aparecer con una carga tributaria inferior a la media de los países de la OCDE.
Pero no es lo mismo soportar la misma carga tributaria si eres rico o si eres pobre. Por eso el economista Daniel Fernández ajustó la presión fiscal (recaudación como porcentaje del PIB) para el ingreso per cápita de las economías latinoamericanas con datos de 2016 y descubrió que muchas de ellas realizan un “esfuerzo fiscal” superior a la media de los países de la OCDE, incluido Ecuador. El esfuerzo fiscal registrado por Ecuador superaba la media de América Latina.
No hay que adoptar modas internacionales perjudiciales para nuestra situación particular. Hay que darle prioridad a aquellas reformas que dinamicen la economía. Por ejemplo, no toda reducción de impuestos deriva en una caída de la recaudación, puede ocurrir incluso lo contrario. Nuestra experiencia reciente con la reducción de aranceles a los autos importados de la Unión Europea lo demuestra: estimuló tanto la importación que incluso habiendo disminuido los aranceles en un 34%, se duplicó lo recaudado.
Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 25 de junio de 2021.