El mejor amigo del progre
Carlos Rodríguez Braun dice que el mejor amigo del progres es el “empresario expiatorio”, que una vez identificado se recomienda su persecución y propone la magia del intervencionismo.
Por Juan Ramón Rallo
Siempre he dicho que el mejor amigo del hombre no es el perro sino el chivo expiatorio. Pero el mejor amigo del progre es el empresario expiatorio. Lo estamos viendo en estos tiempos preelectorales, porque la estrategia de la izquierda insiste en la demagogia anticapitalista.
Las recientes jornadas de acción sindical de UGT brindaron muestras interesantes de por dónde vivaquea el progresismo. Pepe Álvarez proclamó sin ambages que para frenar la inflación había que perseguir a las empresas para que “no sigan robando”. Así, con todas las letras. Por supuesto, si se encarece la cesta de la compra es por la malvada “especulación”.
Yolanda Díaz no se quedó atrás. Como informó H. Montero en La Razón, sin que la vicepresidenta dijera ni una palabra del aumento de la recaudación tributaria por la subida de los precios, acusó a los empresarios de “seguir llenándose los bolsillos con la inflación”.
Una vez circunscrito el culpable capitalista, y recomendada su persecución, vino la guinda del populismo, a saber, la magia del intervencionismo. Llegó a asegurar doña Yolanda: “Donde el Gobierno actúa bajamos los precios”. Como si tal prestidigitación reflejara la realidad, y como si el Gobierno no estuviera centrifugando y postergando unos costes que el pueblo, inevitablemente, va a pagar.
Y para completar la demonización del empresario y la fantasía intervencionista, la vicepresidenta recurrió a un clásico: la reducción de la jornada laboral, siempre interpretada como el resultado de la presión sindical, y nunca como lo que es: una consecuencia de la mayor productividad gracias a la economía de mercado.
¿Qué propuso? Muy sencillo: que la jornada laboral sea recortada a gusto del trabajador, pero, naturalmente, sin reducción salarial alguna. Ni un segundo perdió en pensar sobre qué significa eso para los costes, la viabilidad de las empresas, y la posibilidad de que sigan creando empleo. Aquí el único problema para conseguir las 32 horas semanales, como subrayó doña Mari Carmen Barrera, secretaria de Políticas Europeas de UGT, son “los sectores más conservadores de la sociedad, y el neoliberalismo más reaccionario”.
Así que ya lo sabe usted, señora. Si hay problemas, si hay inflación, si hay paro, los progresistas los resolverán recortando sus derechos de usted, señora, y asegurándole que toda la culpa la tienen los perversos empresarios y el liberalismo. En fin.
Este artículo fue publicado originalmente en La Razón (España) el 12 de febrero de 2023.