El costo social y el negocio de la política

Gabriela Calderón de Burgos indica que realizar reformas integrales al modelo estatista implementado en Ecuador durante la última década sería menos costoso que continuar con la insostenible práctica de elevar impuestos y la deuda pública.

Por Gabriela Calderón de Burgos

Hay un consenso que atraviesa partidos y varias ideologías y es que realizar una verdadera reforma al modelo estatista de la Revolución Ciudadana impondría un alto costo social. El economista Roberto Cachanosky señaló que este:

“Es un buen discurso pantalla para defender el fenomenal negocio en que se ha transformado la política, no muy diferente al de los dirigentes sindicales y empresarios proteccionistas. Todos quieren vivir a costa del consumidor y del contribuyente y mientras tanto sacan a relucir la bandera del gradualismo en nombre de la solidaridad social”.

El gobierno al negarse a realizar un ajuste importante en el sector público simplemente continuará endosando la totalidad del desequilibrio acumulado durante la década de la Revolución Ciudadana precisamente al sector que más fue golpeado durante ese periodo: el sector privado, los contribuyentes y los consumidores. 

En un reciente estudio de Alberto Alesina de Harvard con Carlos Favero y Francesco Gianvazzi concluye que los ajustes que se realizan en gran medida por la vía de reducciones del gasto público y en menor medida por la vía de aumentos de impuestos suelen ser menos costosos que aquellos mayormente basados en aumentos de impuestos e incluso pueden generar un mayor crecimiento. Los autores dicen que lo que deja de consumir e invertir el Estado con el dinero de los contribuyentes lo harán los consumidores y el sector productivo.

También dicen que realizar estos ajustes por el lado del gasto tendría un costo político tan alto que amenazaría la “gobernabilidad”.  Pero consideremos lo que sucedió en los países bálticos durante la Gran Recesión: redujeron el gasto público como porcentaje del PIB entre 8 y 10% solamente en el año 2009. Por ejemplo, el gobierno de Letonia cerró la mitad de los organismos del Estado, despidió a 30% de los empleados públicos y a los que permanecieron en el sector público se les redujo el sueldo en un 25%. El gobierno de Lituania redujo los salarios de empleados públicos en un 20%. (Considerando que entre 2007 y 2015 la cantidad de empleados públicos incrementó en un 56% y que en el periodo anterior crecimos a una tasa superior, aquí debe haber mucha tela que cortar).

En los países bálticos no hubo la inestabilidad política que muchos anunciaron. De hecho, varios de estos gobiernos fueron reelectos. Estonia, Letonia y Lituania fueron las estrellas de crecimiento económico y experimentaran la mayor caída en la tasa de desempleo en la Unión Europea entre 2010 y 2013. Entre 2010 y 2013 Estonia, Lituania y Letonia han experimentado una tasa promedio de crecimiento anual (3,2%, 3,2% y 2,2%, respectivamente) por encima del promedio para toda la Unión Europea (1,3%) y que supera con creces el crecimiento promedio que registraron las economías que optaron por la vía gradual como Grecia y Portugal (-3,5% y -0,1%, respectivamente).[1]

El ajuste se da lo quiera o no la clase política, el costo social de que los políticos en el poder se nieguen a apretarse los cinturones es que si no se lo hacen ellos lo tendremos que hacer el resto de los mortales, que de paso ya llevamos años en eso.

Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 23 de marzo de 2018.

Referencias:

1. World Bank Data, cifras de 2007-2016.