El comercio en la vida real: Cómo los productores de azúcar de Estados Unidos se aprovechan de los caprichos de los estadounidenses
Gabriella Beaumont‐Smith explica que el programa azucarero estadounidense implica la restricción de la oferta de azúcar por parte del gobierno para mantener alto su precio: el doble del precio mundial.
La pandemia de COVID-19 cambió el mundo, modificando incluso los hábitos alimentarios de la gente. Numerosas encuestas revelan que los estadounidenses consumen más snacks, lo que ofrece nuevas oportunidades a las empresas de alimentación y bebidas. De hecho, según Axios, los fabricantes de alimentos estadounidenses están lanzando todo tipo de nuevas combinaciones de sabores, tamaños, envases y formas de aperitivos. En particular, están de moda los aperitivos de tamaño divertido y las "mezclas" de sabores, como los Twinkies y los Ding Dongs del tamaño de un bocado, las palomitas Cocoa Puffs y el algodón de azúcar Dr Pepper. Y no sólo están dirigidos a los niños, los ejecutivos de numerosas empresas alimentarias afirman que todos los consumidores valoran estas nuevas variedades.
Aunque las golosinas son parte integrante de muchas celebraciones –Halloween, San Valentín, Pascua, Navidad, cumpleaños, etc.–, ahora son una simple alegría de vivir. Según la Asociación Nacional de Confiteros, los consumidores ven el chocolate y los dulces como "una parte divertida de la vida". Y como la inflación ha persistido, reduciendo el alcance de los sueldos de la gente, los consumidores buscan caprichos asequibles, y los dulces y el chocolate son la solución perfecta.
Sin embargo, el programa azucarero estadounidense encarece el azúcar a propósito. Básicamente, el gobierno restringe la oferta de azúcar para mantener alto su precio. El gobierno lo hace de varias maneras, pero principalmente comprando azúcar estadounidense para mantenerlo fuera del mercado de consumo e imponiendo estrictos contingentes arancelarios en los que se pueden importar cantidades muy pequeñas libres de impuestos. Cualquier exceso está sujeto a un impuesto que alcanza casi el cien por cien. Como resultado, el precio del azúcar en Estados Unidos es aproximadamente el doble del precio mundial del azúcar, como muestra el gráfico.
Este programa inflige elevados costes a los fabricantes de alimentos que producen estos nuevos aperitivos y, en última instancia, a los consumidores, que acaban pagando más por ellos. Se calcula que el programa estadounidense del azúcar cuesta a los consumidores hasta 4.000 millones de dólares al año y provoca la pérdida de hasta 20.000 puestos de trabajo en las industrias de elaboración de alimentos y confitería.
Así pues, la próxima vez que disfrute de unas palomitas Cinnamon Toast Crunch o de un Butterfinger del tamaño de un bocado, recuerde que el programa estadounidense del azúcar encarece innecesariamente los productos.
Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (Estados Unidos) el 21 de abril de 2023.