El ataque a Salman Rushdie es un momento de claridad moral en el debate sobre la libertad de expresión
Cathy Young considera que en medio de las guerras culturales, el atentado contra Salman Rushdie debería ser un momento de claridad moral: o estás a favor de la libertad de expresión o en contra.
Por Cathy Young
El impactante ataque contra el escritor Salman Rushdie, quien fue apuñalado repetida y gravemente herido durante una conferencia la semana pasada en Chautauqua, Nueva York, ha vuelto a poner de relieve los problemas del fanatismo religioso y la libertad de expresión. Si bien el intento de asesinato del novelista británico estadounidense de 75 años nacido en la India ha sido deplorado rotundamente, este horrible episodio también sirve como un recordatorio de que las sensibilidades progresistas pueden convertirse en una excusa para tolerar la intolerancia violenta.
No hay duda de que el agresor, residente de Nueva Jersey de 24 años, Hadi Matar, se vio a sí mismo cumpliendo una fatua –decreto de muerte– emitida en 1989 por el difunto líder iraní, el ayatolá Ruhollah Jomeini, en respuesta a la declaración del libro “blasfemo” de Rushdie, Los versos satánicos. La novela surrealista incluye una sección que replantea la vida de Mahoma a través de los sueños de un personaje esquizofrénico. Rushdie pasó una década escondido; dos de los traductores del libro fueron atacados, uno fatalmente. Si bien el gobierno de Irán a veces adoptó una postura más moderada después de la muerte de Jomeini, la fatua nunca fue revocada y la recompensa ofrecida por una fundación religiosa semi-oficial se incrementó a $3 millones.
Desde el principio, la persecución de Rushdie fue un ataque atroz a la libertad de pensamiento y expresión. Sin embargo, notablemente, algunas voces prominentes en países democráticos, incluido el expresidente estadounidense Jimmy Carter, optaron por condenar a Rushdie junto con sus perseguidores, denunciando su trabajo como un insulto a los musulmanes.
Desde entonces, la opinión de que la blasfemia contra el islam debería considerarse una forma de “odio” se ha vuelto mucho más común en la izquierda progresista, donde los argumentos a favor de la libertad de expresión a menudo son considerados sospechosos como una defensa del derecho de los “privilegiados” a ofender a los que no tienen poder –incluidas las minorías musulmanas en Occidente. No importa que un gran número de musulmanes, en Occidente y en países de mayoría musulmana, no compartan la ortodoxia islamista autoritaria y sean sus principales víctimas (Si bien las críticas al islamismo militante a veces se han utilizado como pretexto para la intolerancia anti-musulmana, las dos no son idénticas).
La deserción progresiva de la libertad de expresión se hizo evidente en 2015 después de que 12 empleados de la revista satírica francesa Charlie Hebdo murieran en un ataque terrorista en respuesta a la publicación de las caricaturas de Mahoma. Varios expertos de centroizquierda, desde el escritor de Vox Max Fisher hasta el caricaturista Gary Trudeau, esencialmente culparon a las víctimas, afirmando que la burla de la revista sobre la militancia islámica (junto con otras formas de fanatismo religioso) equivalía a “golpear” a las personas marginadas. Cuando el PEN American Center otorgó su premio anual por el Coraje en la Libertad de Expresión a Charlie Hebdo, varios escritores se retiraron de la gala de PEN por razones similares. Rushdie se burló duramente de ellos en Twitter y elogió a PEN por “mantenerse firme”.
Hoy, PEN también ha alzado la voz por Rushdie; días atrás organizó una lectura de sus obras en las escalinatas de la Biblioteca Pública de Nueva York. Pero otras organizaciones progresistas distinguidas por defender la libertad de expresión, en particular la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), han permanecido en silencio –y Amnistía Internacional tardó varios días en condenar el ataque. ¿Es “problemático” ser demasiado franco en favor de un autor que ha afirmado el derecho a ofender, incluso cuando los ofendidos cuentan como oprimidos en el ranking progresista de identidades?
A lo largo de los años, Rushdie ha sido una voz admirable a favor de la libertad, oponiéndose a todas las formas de autoritarismo pero nunca apoyando la intolerancia. En el embrollo de las guerras culturales, su intento de asesinato debería ser un momento de claridad moral: o estás a favor de la libertad de expresión o en contra.
Este artículo fue publicado originalmente en Newsday (EE.UU.) el 17 de agosto de 2022.