EE.UU. hace bien en oponerse al Tratado Para el Control del Tabaco

Por Robert A. Levy

Si la administración Bush se muestra tibia a las propuestas radicales que la Organización Mundial de la Salud (OMS) está considerando para su tratado sobre el control del tabaco, es buena noticia. Después de todo, el uso del tabaco no es infeccioso, ni tampoco es dañina una espiral de humo que cruce fronteras nacionales. La decisión de un adulto de fumar es voluntaria e individual. Por supuesto, los niños son un caso diferente, como lo prueban las leyes que hacen ilegal la venta de cigarrillos a menores de edad. Claramente, no queremos al gobierno mundial lidiando con este asunto.

En cuanto a lo específico:

•¿Utilizar los términos "suave" y "ligero" en los anuncios? Entre más información, mejor, siempre y cuando los anuncios digan la verdad. Los consumidores pueden distinguir patrañas de la evidencia sólida.

•¿Aumentar los impuestos a los cigarrillos? No si se quiere detener al contrabando, el cual está financiando hoy en día a grupos terroristas. Además, los impuestos a los cigarrillos son regresivos—otra carga impuesta sobre la gente pobre quienes se suponen son los beneficiaros de la OMS.

•¿Combatir al humo de segunda mano? La ciencia es incuestionable, y la regulación gubernamental ha contaminado la atmósfera más que el humo de los cigarrillos. Se le debe permitir a los propietarios decidir si permiten o prohíben el fumado—por buenas razones, malas razones o ninguna razón en particular. Los clientes que se quejen podrán ir a otros lugares.

Si hemos aprendido algo de alimentar una sociedad libre por más de dos siglos es esto: Es mejor dejarle las decisiones individuales a los individuos. Cuando ocasionalmente dichas decisiones imponen costos sobre terceros inocentes, los gobiernos estatales se encuentran justificados en intervenir. Rara vez existe una necesidad—y mucho menos una autoridad constitucional—para que el gobierno federal dicte preferencias de consumo privadas. Y nunca renunciamos a la soberanía nacional en dichos asuntos, especialmente a una organización global como la OMS, la cual únicamente será alentada a expandir su agenda social sin ningún sentido de limitación o preocupación por la libertad personal.

El liderazgo de Estados Unidos no consiste en armonizar regulaciones internacionales y políticas fiscales, suprimiendo la publicidad comercial o prohibiendo el fumado en lugares privados. El verdadero liderazgo—especialmente importante para los países en desarrollo tratando de sacudirse de sus tradiciones socialistas—promueve el respeto hacia la propiedad privada y la libre escogencia. La mejor lección que Estados Unidos puede enseñar es rechazar el tratado sobre tabaco de la OMS. Ya era hora.

Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.