Distorsiones en la política tributaria y posibles soluciones

Iván Alonso estima que algunas medidas introducidas por el gobierno actual han hecho más complejo al régimen tributario y propone algunas reformas.

Por Iván Alonso

El premier Fernando Zavala vuelve a tomar las riendas, después de once años, de un ministerio que ha perdido el rumbo. El grado de inversión, que simboliza la sensatez de la política económica del último cuarto de siglo, no se va a perder de la noche a la mañana. Pero más allá de mañana, quién sabe. Una de las principales agencias de calificación de riesgos ya está hablando públicamente de la posibilidad de bajarle la nota al Perú.

Este gobierno ha tomado decisiones que nos han ido apartando de esa sensatez. Mucho se ha criticado el ajuste fiscal de fines del año pasado y la incapacidad para levantar la inversión pública este año. Se ha criticado también el cambio de la llamada regla fiscal —una manera de fijarle un límite al déficit fiscal en el que puede incurrir el gobierno— y la trayectoria misma del déficit proyectada para el resto de este periodo presidencial. Pero más criticables aun nos parecen las múltiples distorsiones que se han introducido al régimen tributario y que, al margen de sus efectos en la recaudación, afectan adversamente el funcionamiento de la economía.

El ejemplo más claro es la creación del régimen mype tributario, que ya está mostrando las consecuencias que cabía esperar. Más de 400.000 empresas han migrado al nuevo régimen, en el que la tasa del impuesto a la renta es la tercera parte de la que se paga en el régimen general. Se van a perder cientos de millones de soles de recaudación, y difícilmente se va a formalizar a nadie. El problema principal no es ése, sin embargo, sino que se ha creado, en la práctica, un “impuesto al crecimiento”. Cuando esas empresas se aproximen a los S/7 millones (1.700 UIT) de ventas anuales, a partir de las cuales regresan al régimen general, verán que están a punto de perder el beneficio tributario y tendrán que decidir qué hacer. Algunas crecerán nomás, otras se fraccionarán como una ameba para conservarlo y otras, evidenciando el efecto más perverso de este nuevo régimen, aguantarán su crecimiento.

Un sistema tributario más complejo hace que la economía se vuelva menos eficiente. Cuando la tasa del impuesto a la renta depende de la escala de la empresa, la escala se adapta a la norma. El beneficio tributario pasa a ser una consideración en la decisión de crecer o no crecer, tan o más importante que los costos de producción. Cuando la demanda de bienes y servicios está influenciada por deducciones tributarias, como las que ha creado el gobierno para los alquileres y los honorarios médicos, la producción y el consumo comienzan a orientarse hacia aquellas cosas que gozan de exoneraciones, en detrimento de otras que generan más satisfacción para la gente, pero no tienen beneficios tributarios.

Ojalá el ministro Zavala abandone otra mala idea como el seguro de desempleo, que a la larga puede convertirse en una pesada carga fiscal. La compensación por tiempo de servicios (CTS) es un sistema superior porque el costo para el trabajador —un sueldo al año hasta llegar a un máximo de cuatro— está perfectamente calibrado a su nivel de ingreso y la frecuencia con la que pierde, abandona o cambia de trabajo.

Ojalá también avance más con la desregulación de la economía. Quizás entre su gente de confianza haya alguien que pueda liderar algo así como los Días Felices del Ministero de Economía y Finanzas, para eliminar media docena de regulaciones una vez al mes.

Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 30 de junio de 2017.