Cultura, progreso y subvención
Carlos Rodríguez Braun comenta los argumentos por los cuales algunos artistas consideran necesario que el estado subvencione sus creaciones.
Leí esta declaración de la destacada cineasta Icíar Bollaín en El Cultural de El Mundo:
Creo que la clave es que la televisión pública siga financiando un cine cuyo principal valor no sea el rendimiento económico. Yo he llevado en alguna ocasión mis películas a Antena 3 o Telecinco, pero no les convencen, no es su estilo.
Es decir, como las televisiones comerciales no contratan las películas de la señora Bollaín, porque aparentemente no les convienen, entonces la solución es que le pague la televisión pública, evidentemente no interesada en la perversa rentabilidad. En ningún caso la cineasta presta atención a la cuestión de quién le va a pagar en última instancia, y sobre todo cómo le va a pagar, siendo las respuestas bastante claras: el pueblo y a la fuerza.
Cabe argumentar que sus razonamientos económicos antiliberales empalidecen frente a otras joyas de doña Icíar, que, entrevistada en El País Semanal, aseguró que las posibilidades de mejora en Cuba se han desinflado por culpa de… Trump. Apuntó que, como los hondureños huyen de la miseria, bajo la tiranía castrista se vive mejor: "En Cuba todavía existe la cohesión social". Y tuvo palabras de elogio para el más duradero dictador de América Latina:
Castro fue un visionario. La cultura es importante, la defiende y la fomenta. Pero no como un arma, sino como una necesidad.
En fin, dejemos a la famosa artista y pasemos al también cineasta Fernando León de Aranoa, que planteó su diagnóstico sobre el problema del cine:
Es como un cuello de botella. Hay una decena de personas en puestos de decisión que deciden qué películas se hacen.
Es una objeción curiosa, pero no porque sea falsa sino porque es generalizadamente cierta. Eso siempre es así, siempre son pocos los que deciden qué películas se hacen. El problema, por tanto, no es el mecanismo decisorio, sino el grado de libertad que tiene la gente que financia la producción de las películas.
Hace un tiempo leí en el ABC de Sevilla una entrevista con José Luis Ortiz Nuevo, director de la Bienal de Flamenco 2018. Preguntado sobre si el flamenco puede ser rentable o debe recibir subvenciones, don José Luis respondió:
Si le exigimos que sea rentable, hay que hacer lo mismo con la Sinfónica, la ópera, el teatro, el cine…
En efecto, igual hay que hacer lo mismo, para lo cual sería conveniente mentalizarse sobre qué significa realmente eso de no ser rentable y recibir subvenciones: que todo lo paga a la fuerza usted, señora.
Este artículo fue publicado originalmente en Libertad Digital (España) el 6 de octubre de 2019.