Competencia en el mercado de confianza
Alfredo Bullard señala que Uber y otras empresas similares no compiten con los taxistas oficiales sino con el Estado, cuya regulación estatal ha generado menor confianza que la tecnología innovadora de plataformas como Uber.
Por Alfredo Bullard
¿Es usted confiado? Hagamos una prueba. ¿Durante el día cuántas veces ha confiado en algo o en alguien? Le aseguro que más de las que recuerda. Al untar su pan con queso en la mañana, ¿cómo sabía que no se iba a intoxicar? Y al ir a la tienda a comprar una camisa, ¿cómo sabía que era del material ofrecido? Y seguro le pidió a su hermano un favor. ¿Confía en que su profesor le está enseñando algo verdadero? ¿Se ha dado cuenta la confianza que significa comprar un libro en Amazon con la esperanza de que llegará a su casa luego de que se lo cargaron en la tarjeta de crédito?
Es con base en la confianza que intercambiamos y colaboramos entre nosotros. Sin confianza la humanidad simplemente no existiría.
Esta semana se realizó en la Universidad del Pacífico la XXI Reunión Anual de la Asociación Latinoamericana e Ibérica de Derecho y Economía (Alacde), la reunión más importante de análisis económico del derecho en nuestra región.
Entre los invitados estuvo Todd Henderson, profesor de la Universidad de Chicago. Su conferencia trató de responder a la pregunta: ¿por qué confiamos?
En nuestros orígenes solo confiábamos en nuestros compañeros de tribu. Formábamos grupos pequeños de los que obteníamos toda la colaboración e intercambios necesarios para sobrevivir. Era como si pudiéramos vivir interactuando solo con nuestra familia. Era un mundo pequeño y limitado.
Distintos mecanismos permitieron ampliar nuestra esfera de confianza e interactuar con más personas cada vez: la formación de gremios o el desarrollo de intercambios incipientes. Luego fue la ‘Rule of Law’ o Estado de derecho; es decir, la existencia de un conjunto de reglas que permiten confiar que hasta los desconocidos respetarán nuestros derechos y cumplirán sus promesas (contratos).
A veces generamos confianza por medio de regulaciones estatales. Sabemos que cuando la luz está en verde podemos cruzar con nuestro auto porque asumimos que los que están en rojo se detendrán. El Estado pretende generar confianza haciéndonos creer que el Indecopi nos protegerá si algo sale mal.
Pedimos una Coca-Cola o compramos una computadora Apple porque la marca nos indica que es exactamente lo que recibiremos.
La tecnología también genera confianza. Sabe que cuando pide un Uber o un Easy Taxi este vendrá y que el chofer le da mejores garantías que uno que toma en la calle. Y cree que lo que dice Tripadvisor o Yelp es cierto a pesar de que no conoce a quienes hacen las calificaciones. Y ahora, gracias a Facebook, uno puede tener un millón de amigos así solo conozca a una fracción de ellos.
Hay entonces numerosos proveedores de confianza: la familia, la amistad, los grupos, las marcas, el derecho, el Estado, la tecnología, la comunicación digital. Estos proveedores compiten y unos brindan más confianza que otros.
Henderson explicó en su charla que solemos creer que Uber o Easy Taxi están en el mercado de servicios de transporte. Pero no es así. Esas empresas no tienen un solo carro. No tienen ningún conductor en planilla. Son proveedores de una plataforma de confianza. Hacen que uno confíe en el chofer y en el auto que se aparecen cuando los llamas. Puedes ver su calificación y calificarlo. Puedes reclamar reembolso si es que te llevan por una ruta demasiado larga. Te permiten saber cuál será tu tarifa y por dónde te llevarán.
Otro proveedor de confianza es el Estado. Busca generar confianza en que recibiremos servicios adecuados. Ese es el objeto, por ejemplo, de aprobar quiénes pueden dar servicio de taxi.
Uber no compite con los taxistas oficiales. Uber compite en el mercado de la confianza, según Henderson, con el Estado que autoriza taxis oficiales. ¿En cuál confía más? El éxito de las plataformas como Uber le da la respuesta. Esa plataforma genera más confianza que la regulación estatal.
Pero al Estado no le gusta la competencia. Por eso el congresista Miguel Elías ha presentado el proyecto de Ley “que crea y regula el servicio privado de transporte a través de plataformas tecnológicas”. Y es que el Congreso (que compite con mucha deficiencia en el mercado de confianza) quiere acabar con sus competidores por medio de una ley que lo regule obligando a Uber o a Easy Taxi a salirse de su rol. Esa, la del Estado en el mercado de confianza, es la verdadera competencia desleal.
Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 15 de julio de 2017.