Cómo puede ayudar la OMC en los esfuerzos contra la COVID-19
Inu Manak dice que es imperativo que EE.UU. mantenga una buena relación comercial amigable con el resto del mundo para asegurar el flujo constante de suministros y que la Organización Mundial del Comercio puede jugar un papel fundamental a través de su mecanismo de transparencia para lograr la cooperación internacional necesaria ante la pandemia global.

Por Inu Manak
Las medidas nacionales para abordar los retos de la COVID-19 se han expandido a una velocidad vertiginosa en todo el mundo. Si bien ha habido una serie de esfuerzos importantes para rastrear estas medidas, la coordinación internacional se ha quedado rezagada. Aunque cada persona siente que la crisis inmediata está cerca de casa, el sentimiento se comparte en todo el mundo. Así como ninguna persona es inmune al virus, tampoco lo es ningún país. Una pandemia global requiere una respuesta global. La buena noticia es que ya tenemos muchos mecanismos para colaborar a nivel internacional y que ahora es el momento de usarlos.
Un área donde la coordinación sería especialmente útil en este momento de crisis es el comercio internacional. Con muchos países enfrentando una escasez crítica de equipos de protección personal (EPP), ventiladores y otros suministros médicos, es esencial mantener las cadenas de suministro en movimiento y los mercados abiertos. Un nuevo informe del economista Simon Evenett de la Universidad de St. Gallen en Suiza descubrió que 54 países han impuesto restricciones a la exportación de productos médicos en este año. Mientras que sólo siete países (Australia, Brunei, Canadá, Chile, Myanmar, Nueva Zelanda y Singapur) reafirmaron “la importancia de abstenerse de la imposición de controles en las exportaciones o de barreras arancelarias y no arancelarias, y de eliminar cualquier restricción comercial existente en bienes esenciales, especialmente en este momento, en suministros médicos”, EE.UU. ha permanecido callado respecto a este tema.
El Director General de la Organización Mundial de Comercio (OMC), Roberto Azevêdo, recientemente anunció que se hará un esfuerzo para mejorar la transparencia de las medidas que los países están tomando y que podrían ser perjudiciales para el comercio. La OMC, de hecho, puede jugar un rol importante aquí. Si bien la mayoría de las personas asocian a la organización con sus mecanismos de solución de controversias, que permiten a los estados impugnar restricciones de comercio de otros estados mediante la adjudicación, la OMC tiene mucho más que hacer que resolver controversias. De hecho, el mecanismo de transparencia que destacó Azevêdo es un componente importante de la interacción diaria de los miembros de la OMC en otras áreas, permitiendo que los países tengan un conocimiento rápido de lo que otros están haciendo. Pero este mecanismo se puede usar de otras formas.
Por ejemplo, las nuevas notificaciones de COVID-19 podrían incluir no sólo las medidas que los países están tomando, sino también la escasez de oferta que enfrentan. En lugar de llamadas telefónicas únicas con líderes individuales, este tipo de notificaciones podrían indicar en qué lugares las necesidades son más críticas, brindando a las empresas y gobiernos la información que necesitan para coordinar una respuesta efectiva. Después, dichas notificaciones pueden discutirse en el Consejo de Comercio de Mercancías (a menudo compuesto por diplomáticos con nivel de embajadores), o en el Consejo General, el máximo órgano deliberativo de la OMC (después de la Conferencia Ministerial, la cual se canceló este año). Estas notificaciones pueden formar parte del innovador sistema ePing de la OMC, el cual permite alertar rápidamente al sector público y privado de los nuevos requerimientos de productos. La OMC podría crear alertas similares para la escasez de productos médicos, de modo que los gobiernos y el sector privado puedan responder sin retraso.
Mientras que algunos abogan por más proteccionismo y autarquías en medio de la pandemia, estos llamados son problemáticos y miopes. Está línea de pensamiento representa las opiniones del Representante de Comercio de EE.UU., Robert Lighthizer, quien recientemente defendió el amplio uso de aranceles por parte de la administración, sugiriendo que alentaría la diversificación de cadenas de suministro, “y, mejor aún, más manufacturas en EE. UU.”. En primer lugar, diversificar cadenas de suministro en tiempos buenos es bastante difícil, pero en medio de la crisis es ridículo. Levantar estos aranceles de inmediato tiene sentido económico y es lo moralmente correcto mientras los estadounidenses enfrentamos crecientes desafíos económicos (porque China no paga los aranceles, nosotros sí). En segundo, presionar por “restituciones”, o por cosas como las disposiciones de “comprar lo nacional” también es perjudicial, y sin duda aumentará los costos para consumidores y productores por igual, además, agregaría estrés adicional a los manufactureros que intenten aumentar su producción en medio de la escasez.
Como recientemente explicó mi colega Simon Lester:
“Queremos tener buenas relaciones comerciales con el resto del mundo, porque cuando (inevitablemente) algo salga mal con nuestra propia producción, queremos poder obtener rápidamente la ayuda de otros. Estamos mejor si el conocimiento manufacturero se distribuye en todo el mundo. Sólo tenemos que asegurarnos de tener fuentes de suministro en los países con los que podemos contar”.
Para garantizar el flujo constante de suministros, necesitamos una coordinación internacional, y la OMC está bien posicionada para desempeñar un papel fundamental en este esfuerzo. Esta semana, el Embajador Alan Wolff, Director General Adjunto de la OMC, hizo un llamado a “un nivel sin precedentes” de cooperación internacional frente a la pandemia de la COVID-19, y señaló que “la OMC también funge como un canal de debates, cooperación, coordinación y negociación, incluso si por ahora las discusiones no son cara a cara”. Estas funciones deben continuar y se debe hacer un esfuerzo especial para identificar las brechas en las respuestas nacionales para que los productos médicos puedan dirigirse a los lugares que más los necesitan.
Además, a medida que la pandemia se extiende, no todos los países tendrán la capacidad de enfrentar estos desafíos solos y los países en desarrollo, que dependen de la importación de productos médicos, se verán particularmente afectados por la prohibición de exportaciones si es esta continúa. Más de la mitad de los miembros de la OMC son países en desarrollo, y tienen una amplia experiencia en el uso del actual sistema de notificaciones. No reinventemos la rueda y dificultemos que los países obtengan la ayuda que necesitan: el mecanismo de transparencia de la OMC puede ser una herramienta esencial en ese sentido. Por lo tanto, en lugar de asumir la actitud de cada país por sí mismo, debemos reconocer rápidamente la naturaleza global de la actual crisis y responder de manera correspondiente.