Cómo las personas extranjeras vieron nuestra Declaración de Independencia

Jim Powell señala que la primera traducción rusa de la Declaración de la Independencia de EE.UU. fue publicada ocho décadas después y la primera traducción al español nueve décadas después.

Por Jim Powell

¿Cómo reaccionó la gente alrededor del mundo a la Declaración de la Independencia de EE.UU.?

El martes 9 de julio de 1976, el impresor alemán Henrich Miller publicó la primera traducción de la Declaración, solamente cuatro días después de que el texto inglés fuese publicado por John Dunlop, cuya imprenta estaba a poca distancia de la de Miller en Filadelfia.

Muchos franceses estaban ansiosos de ver la Declaración, pero hasta 1778, cuando el gobierno francés anunció su alianza con los rebeldes, hacer y publicar una traducción era peligroso en Francia. Las supuestas traducciones eran anónimas. La traducción francesa más vieja conocida fue publicada en Países Bajos. 

En el extranjero, la Declaración tuvo el impacto más importante en los debates que condujeron a la Revolución Francesa (1789). Los franceses se referían con frecuencia no solo a la Declaración sino también a la Carta de Derechos de Virginia, a las constituciones de los estados y a la cartas de derechos y la Constitución de EE.UU. Estos documentos, escribieron las académicas Elise Marienstras y Naomi Wulf “sirvieron como una guía o complemento indispensables en la concepción de sus propios principios”.

En Londres, el encargado de negocios de Rusia Vasilii Grigor’evich Lizakevich se enteró acerca de la Declaración y el 13 de agosto escribió una carta al primer ministro del Colegio de Relaciones Exteriores, el Conde Nikita Ivanovich Panin, dejando claramente expresada la importancia de la Declaración: “La publicación de este documento así como también la proclamación de una declaración formal de guerra en contra de Gran Bretaña ofrecen evidencia del coraje y liderazgo que hay allí”.

Los periódicos rusos publicaron mucha información acerca de América, pero el texto en sí de la Declaración fue suprimido durante ocho décadas. Mientras tanto, la Revolución Americana inspiró al poesta ruso Alexsandr Nicolaievich Radishcev quien escribió una oda denominada “Vol’nost” (Libertad). Aparentemente a la Emperadora Catherine no le complació, y Radishchev fue exiliado a Siberia. En diciembre de 1825, los oficiales de las fuerzas armadas rusas lideraron la Revuelta de Diciembre en contra del autócrata Nicolás I y fueron ahorcados por ello. No fue hasta 1863, luego de que el Zar Alejandro II implementara algunas reformas importantes —notablemente la abolición de la esclavitud, que fue seguro publicar una traducción de la Declaración de la Independencia de EE.UU. en Rusia.

Aunque España aportó algo de dinero para ayudar a los americanos en su lucha contra Gran Bretaña en la Guerra Revolucionaria, esto fue debido a la rivalidad entre esos dos grandes poderes. Los monarcas españoles, como el Rey Louis XVI de Francia que dio una asistencia crucial a los estadounidenses, no estaban interesados en promover la democracia.

La primera traducción de la Declaración al español no parece haberse publicado hasta aproximadamente 1868, más de nueve décadas después de la Declaración, cuando España tuvo su propia Revolución Gloriosa. Esta incluyó el derrocamiento de la Reina Isabela II y, dos años después, resultó en la República de España. Pero los partidarios de la monarquía lucharon y en 1875 la monarquía fue restaurada con el hijo de Isabela siendo coronado como el Rey Alfonso XII.

El académico Joaquim Olra reflexionó “que la Declaración de la Independencia fue tan pocas veces traducida al español quizás por varias causas. Una podría ser la inclusión de Jefferson de la ‘búsqueda de la felicidad’ entre ‘ciertos derechos inalienables’, lo cual va en contra del entendimiento español de la enseñanza católica acerca de la felicidad, dado que esto siempre fue entendido como algo obtenible solamente en el otro mundo”. Olra agregó que durante la Revolución Gloriosa muchos españoles hablaban acerca de “derechos ilegislables, una expresión que en ese entonces era completamente nueva en el vocabulario político español y que probablemente nunca ha sido utilizada desde ese entonces”.

La primera traducción japonesa de la Declaración fue publicado en 1854, el año en que EE.UU. y Japón firmaron un tratado en Yokohama, luego de que Japón había permanecido más de dos siglos aislado del mundo externo. Pero la traducción estaba basada en un libro de historia estadounidense escrito en chino.

Fukuzawa Yukichi, un gran admirador del espíritu emprendedor de Benjamín Franklin, fue el primero en producir una traducción japonesa de la Declaración y de la Constitución, directamente del inglés. Esto fue una tarea abrumadora porque no había ningún diccionario bueno de Inglés-Japonés. Según Tadashi Aruga, un académico japonés, “No había palabras japonesas listas y disponibles para tales conceptos occidentales claves como libertad, igualdad y derecho. Al principio los académicos japoneses fueron capaces de referirse a las traducciones chinas de libros occidentales. Cada vez más, sin embargo, los traductores japoneses tenían que inventarse por cuenta propia las palabras japonesas adecuadas. Ellos encontraron palabras japonesas de origen chino que podían ser redefinidas para expresar conceptos occidentales, redescubrieron palabras chinas que rara vez eran utilizadas, o crearon nuevas palabras al hacer nuevas combinaciones de caracteres chinos”.

La traducción china de la Declaración de la Independencia no fue publicada hasta 1901. Apareció en Guomin Bao, un diario mensual publicado por los estudiantes chinos en Tokyo. “El concepto de derechos naturales ha sido consistentemente desconocido para la mente China”, explicaba el traductor Frank Li. “Los derechos naturales y civiles eran términos que no podían encontrarse en el vasto mar de escritos chinos sobre política, estudios sociales, filosofía y literatura. Aún así, en ocasiones raras, la palabra ‘libertad’ (ziyou) fue utilizada en poemas y otros trabajos de literatura para referirse a una atmósfera no restringida. La palabra no tenía connotación política o filosófica”.

Desde la época de la Declaración de la Independencia de EE.UU., docenas de sociedades —incluyendo a algunos regímenes comunistas como el Vietnam de Ho Chi Minh (1945)— han emitido declaraciones de independencia. Mientras que la independencia es generalmente importante para una sociedad libre, esta no es suficiente. Entre los muchos elementos esenciales se encuentran el respaldo popular de la doctrina de los derechos naturales, la propiedad privada garantizada, la libertad de asociación, de contrato, de comercio, de expresión, de prensa, de culto, las asambleas representativas, los límites a los periodos de gobierno, la separación entre la Iglesia y el Estado, la separación de poderes con pesos y contrapesos, y otras medidas que limiten el poder del estado. Mientras más de estos tenga una sociedad, será más probable que sea libre.

Este artículo fue publicado originalmente en Cato at Liberty (EE.UU.) el 1 de julio de 2016.