Cómo aprovechar un periodo corto
Gabriela Calderón de Burgos indica que la Constitución presidencialista del Ecuador le atribuye al presidente el poder de disolver la asamblea según causales discrecionales, así como hubiera sido constitucional su destitución con 92 votos en la Asamblea.
Por Gabriela Calderón de Burgos
El presidente Guillermo Lasso disolvió la Asamblea Nacional valiéndose del poder que le atribuye el artículo 148 de la Constitución presidencialista de 2008. Esta medida es constitucional, así como hubiera sido su destitución mediante 92 votos en la Asamblea (artículo 129). Dejando a un lado la discusión jurídica acerca de estos asuntos, consideremos las medidas que puede tomar el presidente para colocar al país en la ruta del crecimiento. No hay tiempo que perder.
La agenda de apertura comercial debe continuar. El Gobierno ya ha firmado acuerdos con Costa Rica, Corea del Sur y más recientemente con nuestro principal socio comercial: China. Estas medidas son positivas porque además de inyectarle competitividad a nuestra economía, proveerle mayores opciones y oportunidades a los consumidores y productores ecuatorianos, también constituyen ataduras a una institucionalidad que carecemos. Estos tratados han demostrado ser importantes frenos a los impulsos proteccionistas de populistas, porque cerrar una economía abierta es irse en contra de todos los ciudadanos que se han acostumbrado a tener acceso a una gama universal de productos y a ser parte de las cadenas globales de suministro. Por ejemplo, AMLO no ha podido quitarles a los mexicanos la oportunidad de trabajar en maquilas ni de tener acceso a Walmart.
Es cierto que cualquier tratado negociado por el presidente debe esperar a ser ratificado por la próxima Asamblea. Pero el Gobierno debe negociar y firmar los acuerdos, dejando solamente pendiente la ratificación por la Asamblea. Incluso si la próxima Asamblea llega a ser mayoritariamente de su oposición, no es descabellado pensar que los ratificarían, como ya lo han hecho con otros. No obstante, por esta razón sí es importante que el Gobierno elimine las barreras no arancelarias al comercio, como los son los reglamentos de las normas INEN que tienen una clara voluntad proteccionista, mas no la de velar por el bienestar de los consumidores.
El complemento natural de la dolarización y de la apertura comercial es la integración financiera. La reforma debe ser presentada como lo que es: una inyección de competencia al sector financiero nacional, poniendo a los bancos locales a competir con los del resto del mundo. Ecuador tiene el potencial de ser un centro financiero internacional como Panamá o Singapur. El Instituto Ecuatoriano de Economía Política presentó en la Asamblea un proyecto de ley durante la administración de Lenín Moreno que podría ser actualizado e implementado. Otra alternativa más sencilla sería la de crear una especie de zona franca financiera donde se aplique legislación financiera y tributaria homologada a aquella de uno de los centros financieros globales estrella.
La integración financiera permitiría a los ecuatorianos tener acceso a créditos de mayor volumen y ejercería una presión a la baja sobre las tasas de interés.
Finalmente, Ecuador necesita una reforma laboral. Requerimos un mercado laboral más flexible para que sea menos riesgoso y más atractivo contratar trabajadores en Ecuador.
Es cierto que un próximo gobierno podría deshacer logros de estos meses. Pero la existencia de amenazas populistas no es una razón para dejar de hacer las reformas que nos permitan progresar.
Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 19 de mayo de 2023.