Calculando el verdadero costo de las “guerras comerciales” de Trump
Scott Lincicome indica que más del 100 por ciento del aumento en el ingreso neto de los agricultores estadounidenses entre 2017 y 2019 provino de los subsidios atados a los aranceles de Trump.
Por Scott Lincicome
Dada la centralidad de la política comercial en tiempos del presidente Donald Trump y su campaña de re-elección, mucho se ha escrito acerca de los éxitos y (más frecuentemente) de los fracasos de los aranceles del presidente y sus resultantes conflictos comerciales, los cuales empezaron en 2018 y se aceleraron en 2019. El Wall Street Journal recientemente, por ejemplo, evaluó los planes comerciales “sin terminar” del presidente analizando su efecto sobre los empleos en manufacturas y el crecimiento económico. Varios otros reportes —muchos de los cuales resumí en un artículo reciente— adoptan una estrategia igual de obtusa al momento de determinar quién “ganó la guerra comercial”.
Aunque dichos análisis útilmente muestran algunas de las formas en que las políticas comerciales del presidente han sido ineficaces o perjudiciales, estas ignoran una parte crítica de los últimos cuatro años de las guerras comerciales de Trump (y cualquier otro periodo de política comercial de EE.UU.): la disfunción política que dicho proteccionismo siempre genera. En el caso actual, probablemente no hay mejor ejemplo de disfunción que los miles de millones de dólares en nuevos subsidios federales que la administración de Trump ha provisto —con esencialmente ninguna supervisión del congreso— desde 2018 los agricultores que son políticamente importantes y fueron perjudicados por las (totalmente esperadas) represalias extranjeras en contra de las exportaciones. Doug Holtz-Eakin de la AAF detalla justo qué tan dependientes del gobierno se han vuelto estos agricultores, mostrando que más del 100 por ciento del aumento en el ingreso neto de los agricultores estadounidenses entre 2017 y 2019 ($9.000 millones) provino de los subsidios —“pagos federales directos”— atados a los aranceles de Trump ($10.900 millones):
Según Politico, los subsidios agrícolas directos en 2020 se espera que lleguen a $32.000 millones —“una cifra récord, con potencialmente más financiamiento por venir…llegando a dos tercios del costo de todo el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano y más que el presupuesto discrecional de $24.000 millones del Departamento de Agricultura”— y muchos expertos temen que “A Washington podría dificultársele cerrar la llave” en el futuro. Algunos de estos fondos están atados a la recesión y el COVID-19, pero muchos de ellos simplemente no existieran sino fueran por los aranceles del presidente y, por supuesto, el subsiguiente cabildeo:
No todos los agricultores recibieron pagos especiales durante los últimos tres años, pero la administración de Trump recientemente dio pasos para asegurarse que esos estados críticos no se queden atrás. Esto incluye la industria del tabaco, a la cual se le prohibió recibir cualquier asistencia comercial debido a restricciones legales en contra de subsidiar el sector. En septiembre, el Departamento de Agricultura silenciosamente desplazó algo de los fondos que estaban asignados a su fondo para la Corporación de Créditos para Materias Primas —el cual legalmente no puede subsidiar el tabaco— hacia una cuenta separada que puede financiar dicho cultivo. Los agricultores de tabaco recibirán hasta $100 millones en pagos, disminuyendo algo del dolor financiero que se ha sentido particularmente severo en el reñido estado de Carolina del Norte…
Graham Boyd, el vicepresidente ejecutivo de la Asociación de Productores de Tabaco en Carolina del Norte, aseguró subsidios para sus cultivos luego de que su grupo y cabilderos de otros estados que producen tabaco demostraron al Departamento de Agricultura que los agricultores estaban perdiendo cientos de millones de dólares al año en exportaciones perdidas hacia China. Carolina del Norte es el estado más importante en la producción de tabaco en EE.UU. y China era su principal cliente, pero desde 2018 Pekín no ha comprado tabaco estadounidense.
Cualquier evaluación de los aranceles y de las “guerras comerciales” es por lo tanto incompleta sin tener totalmente en cuenta los costos inmediatos y de largo plazo de estos subsidios —y de otros esfuerzos estatales para cubrir los problemas inevitables que las políticas comerciales del presidente crearon— tanto para la economía como para nuestro sistema político.
Quizás las guerras comerciales no son buenas y fáciles de ganar después de todo.
Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (EE.UU.) el 14 de octubre de 2020.