¿Y qué va a hacer la OEA?

Manuel Hinds señala el preocupante comportamiento del presidente Nayib Bukele cuando prohibió el ingreso a una conferencia de prensa convocada en conjunto con la OEA a dos medios que mantienen una línea editorial crítica de su gobierno.

Por Manuel Hinds

El viernes 6 de septiembre recién pasado, en una conferencia de prensa convocada conjuntamente por el Presidente de la República de El Salvador, Nayib Bukele, se les comunicó a los representantes de dos periódicos (Factum y El Faro) que han sido muy críticos de su gobierno (y de otros gobiernos) que no podían entrar. Luego, Casa Presidencial emitió un comunicado oficial en el que decía que se les había impedido el ingreso por “un mal comportamiento” en una reunión anterior. El Presidente mismo acompañó este comunicado con un tuit que decía: “Los de Factum y El Faro se están haciendo las ‘vistimas’ [sic, con comillas y s] pero esta es la realidad”.

El que esto haya sucedido en una conferencia de prensa presidencial y de la OEA, convocada para anunciar la creación de la Comisión Internacional de Combate a la Impunidad de El Salvador (CICIES) como una unidad dependiente de la Presidencia de la República, con el aval y participación de la OEA, es muy significativo. El que haya sido acompañada del tuit del Presidente ridiculizando a los medios excluidos y diciendo que esta es una nueva “realidad” lo es todavía más porque, mientras que hay un apoyo popular muy fuerte para una institución comprometida con la lucha contra la corrupción, también hay mucha preocupación de que dicha institución pueda ser utilizada para perseguir y silenciar opositores políticos o simples críticos de sus actuaciones, como El Faro y Factum.

La participación de la OEA se ha presentado como una garantía de que eso no va a suceder, pero dicha garantía pierde toda credibilidad cuando, en el acto en el que precisamente se anunció la participación de ella, se cometió un abuso contra la libertad de prensa, orientado claramente a silenciar dos voces que han criticado al gobierno. Y esto sucedió enfrente de la persona y la institución que supuestamente van a garantizar que la CICIES no se va a utilizar de esa misma manera abusiva que la misma Casa Presidencial usó para silenciar e intimidar a dos medios de comunicación. El tuit presidencial deja la impresión de que la “realidad” que la OEA está ayudando a crear en El Salvador es una del abuso del poder arbitrario. Y lo dicen en la cara de la OEA.

Este tema es importantísimo en un país que ya ha pasado por experiencias similares, en donde, por ejemplo, se acaba de cerrar una Oficina de Transparencia que fue creada hace un par de administraciones presidenciales, y que sirvió sólo para acusar de corrupción a cualquiera que se mostrara como opositor, y para tapar los hechos de los del partido oficial—incluyendo los cometidos por su creador, un ex-presidente que está ahora prófugo de la justicia en Nicaragua, perseguido por la corrupción que esa oficina anticorrupción sirvió para ocultar durante su presidencia.

La pregunta es, ¿qué va a hacer la OEA? ¿Va a calmar las dudas de los salvadoreños, del Continente y del mundo entero de que no va a ser simplemente un cómplice en el silenciamiento de las críticas a un gobierno con tal de dar la impresión de que está del lado del combate a la impunidad? ¿O va a dejar claro que sí está dispuesta a ayudar en dicho combate pero no para silenciar a la oposición y la crítica?

Una institución hermana de la OEA, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, respondió inmediatamente al abuso. Su Relator Especial para la Libertad de Expresión, Edison Lanza, mandó un tuit esa misma tarde diciendo: “El Día que el Presidente de El Salvador @nayibbukele presenta comisión para investigar corrupción con @OEA_oficial, Casa Presidencial impide acceso de @_El Faro_, uno de los principales medios de investigación. Los gobiernos deberían ser neutrales frente a la línea editorial de los medios”.

Esto no sustituye a una aclaración que la OEA misma debería dar a través de su Secretario General, condenando la violación a la libertad de expresión y asegurando, frente al mundo entero, que la OEA no va a condonar el uso de la CICIES para suprimir la oposición y la crítica en El Salvador. Debe aclarar que la “realidad” que está ayudando a crear en El Salvador no es una de persecuciones e intimidaciones arbitrarias como la que sucedió cuando estaban anunciando su participación en el proyecto.

Nada menos que esto daría la seguridad que el pueblo salvadoreño y los países miembros de la OEA necesitan para confiar en dicha institución, y para estar seguros de que no está siendo manipulada hacia el apoyo de persecuciones políticas.

Este artículo fue publicado originalmente en El Diario de Hoy (El Salvador) el 8 de septiembre de 2019.