Vuelos "low cost": revolución federal
Martín Simonetta comenta el anuncio del ingreso de aerolíneas de bajo costo ("low cost") al mercado aéreo argentino, mercado que antes mantenía un piso de precios.
Por Martín Simonetta
Pocos días atrás se ha anunciado que se permitirá a las compañías aéreas llamadas “low cost” (de bajo costo) operar en la Argentina sin un piso de precios, como el que rige actualmente. Sí, entendiste bien: las “low cost” querían cobrar menos, y no las dejaban. Por suerte, eso se modificó a partir del 15 de agosto de este año, y podrán reducir sus tarifas.
La noticia tiene efectos revolucionarios. La apuesta del gobierno es duplicar en poco tiempo la cantidad de pasajeros que viajan a lo largo del país, como consecuencia del menor precio de los pasajes. Diversos sectores se oponen a las nuevas reglas del mercado de transporte aeronáutico, pero claramente estos menores precios permitirán que más gente viaje utilizando menos dinero, y que la rentabilidad de las empresas tenga que ver con el mayor volumen.
Este proceso que estamos viviendo en la actualidad en la Argentina no es ninguna novedad en el mundo. Recuerdo cuando en 1999-2000 —estuve becado en Gran Bretaña para realizar investigaciones por el British Council— volaba cada fin de semanas a otros países de Europa para investigar, por apenas 20 euros cada tramo, en diversas compañías de bajo costo. De hecho, en muchos casos gastaba más en transporte desde o hacia el aeropuerto que en viaje de avión, pues los aeropuertos habilitados para las “low cost” eran aeropuertos secundarios, con menor accesibilidad que los aeropuertos principales. Con el tiempo esto cambio y aparecieron empresas que —a través de buses— se dedicaron a transportar —también a bajo precio— a los pasajeros desde los aeropuertos a los centros de las ciudades.
Volar, en el 8vo país más grande del mundo
Sin dudas, el cambio que vive la Argentina —que por el momento es sólo para los vuelos dentro del país— será revolucionario y achicará fuertemente los costos de transporte en un país que es el 8vo con más superficie del planeta. De esta forma, pondrá en funcionamiento un enorme capital dormido dentro de nuestro querido país, que hoy no está siendo utilizado por el alto costo del transporte. Los vuelos “low cost” permitirán el desarrollo de negocios, transporte de mercancías y diversos tipos de actividades a lo largo y ancho de este país, despertando una riqueza dormida, como un verdadero movimiento descentralizador. Incluso, más allá de la necesaria y pendiente federalización impositiva (por ej. que cada provincia cobre directamente sus propios impuestos y establezca sus propias alícuotas, sin pasar por el gobierno nacional), que aún parece un tema de imposible tratamiento en la Argentina, en los próximos años veremos las consecuencias positivas de la “federalización” de los vuelos en nuestro país.
La llegada a la Argentina de la revolución de las “low cost” permitirá a las personas, empresas, organizaciones pensar federalmente, en un contexto donde la integración tecnológica a través de internet ya ha realizado una importante del proceso. Del mismo modo que a fines del siglo XIX, los gobernantes vieron la necesidad estratégica de redes de ferrocarriles para aprovechar al máximo la naturaleza del país, hoy las “low cost” contribuirán en tal sentido.
En este sentido, es esperable que la desregulación aérea tenga un efecto sobre el valor de los inmuebles de zonas —ahora— “distantes” del país, y que ahora serán más cercanas. Como decíamos, quedan pendiente que el resto del sector transporte se “aggiorne” a la nueva realidad tecnológica planetaria para, así, permitir que Argentina sea más competitiva.
El avance de la tecnología es inevitable y, como siempre, aparecerán objeciones e intereses afectados que tratarán de mantener los mercados del transporte cerrados y una rentabilidad basada en privilegios.
En el desafiante momento que enfrenta la Argentina, sin dudas, la mayor apertura, mayor competencia y menores precios del mercado aéreo de pasajeros es una positiva noticia. Uno de los países más grandes del globo podrá ser aprovechado en una proporción mucho mayor, potenciando las economías regionales y, por ende, la nacional.