Voluntarismo mágico
Manuel Suárez-Miet señala que una de las similitudes entre Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador es su "voluntario mágico": su convicción de que el mero hecho de desear algo y repetirlo lo convierte en una realidad.
En la serie de semejanzas entre los Presidentes de México y EE.UU. que he venido haciendo, una notable es su voluntarismo mágico: por el sólo hecho que ellos desean algo y lo repitan una y otra vez, las cosas suceden, pero sólo en su imaginación, sin que se concreten en la realidad.
Los ejemplos son muchos. Según Donald Trump, que acaba de reunirse por segunda vez con el dictadorzuelo de Corea del Norte para una photo-up, como se dice en inglés, el peligro nuclear de ese país ya se conminó aunque no haya evidencia de ello, como lo acreditan los expertos.
De acuerdo al dicho de AMLO, en su país dejó de haber corrupción desde su arribo al poder, porque él afirma tener una impoluta conducta personal, “que es emulada por todos los servidores públicos”, aunque no exista evidencia de que así sea, mientras crece la opacidad en las acciones de su gobierno y se extiende la ineptitud y el amiguismo en sus nombramientos.
Hay también que contrastar lo dicho por Trump, “ya se construye el muro”, con la realidad que lo que hay en la frontera fue erigido hace años, que en su gestión no se ha edificado ni un metro adicional, y que el Congreso no le ha aprobado los dineros que él desea gastar.
O el contraste entre la impecable planeación, evaluación y ejecución del nuevo aeropuerto de la ciudad de México, proyecto avalado por expertos de todo el mundo, con la necia improvisación del “sistema aeropuertuario” que pretende operar simultáneamente tres aeródromos remotos entre sí, uno obsoleto, otro por construirse y un tercero gravoso, y con espacio aéreo incompatible.
¿Cuánto puede durar este engaño colectivo en el que la gente confunde la mentira repetida mil veces con el éxito? No queda claro pues en EE.UU. Trump no parece perder el apoyo de su base, que representa alrededor del 40% del electorado, mientras que AMLO concita una aprobación inverosímil.
Se ha augurado hasta la saciedad que el teflón que recubre a estos personajes está por disolverse pero ello no ocurre. Respecto a Trump, su sistemática violación a la ley y su conducta indigna y posiblemente ilegal, empiezan a salir a la luz pública en comparecencias en el Congreso de su consigliere, que revelan la obscenidad y el cinismo del comportamiento de su ex-patrón.
En el caso de México, los problemas para el nuevo gobierno y la eventual pérdida de la armadura de su Presidente, van a venir del mediocre desempeño de la economía, que va que vuela al estancamiento, y después a la recesión. No hay inversión pública, y mucho menos privada, pues se han minado los incentivos para atraerla: la confianza y la credibilidad.
El voluntarismo mágico convoca a (unos) empresarios a “dialogar” para alentar “la inversión, el empleo y el crecimiento”, mientras se dinamitan la seguridad jurídica, la permanencia y formalidad de los contratos, y se toman medidas para obstaculizar la inversión privada, al tiempo que se consiente el bloqueo de vías de comunicación y se alienta la más feroz hostilidad laboral.
Todo esto ocurre al tiempo que el país sigue cayendo en una trayectoria de violencia e inseguridad crecientes, con planes de gobierno pueriles para hacerle frente, y gente sin la menor experiencia o preparación para dirigir la acción pública contra las fuerzas criminales que ganan poder día a día.
Me parece obvio que este gobierno no va alterar su curso y que antes del fin de año Pemex, primero, y el país, después, perderán su grado de inversión, con lo que caudales extranjeros por 200 mil millones de dólares se irán fuera. Y el liderazgo empresarial ya se contagió del voluntarismo mágico, ¡me canso ganso!
Este espejismo llevará a los líderes de México y EE.UU. a la debacle, aunque de naturaleza muy diversa. En el primero, será la ruina económica del país, y en el segundo, la remoción del cargo y probablemente la cárcel.
Este artículo fue publicado originalmente en Asuntos Capitales (EE.UU.) el 1 de marzo de 2019.