Venezuela: Totalitarismo del Siglo XXI
Por Robert Bottome y Norka Parra
Norka Parra es analista de VenEconomía.
El presidente Chávez ha radicalizado agresivamente su revolución bolivariana desde su reelección el 3 de diciembre. Ahora la llama “socialismo del siglo XXI”, pero su objetivo real es perpetuarse en el poder, igual que Fidel Castro. Sin embargo, Chávez, como Castro, no es socialista ni comunista verdadero, sino un déspota que no se detendrá en su objetivo de subyugar al pueblo venezolano a través de la erradicación de la libertad de expresión, libre empresa y derecho a la propiedad privada, y en la concentración de todo el poder civil y económico en manos del Presidente vitalicio (él).
El año 2006 finalizó con el anuncio de Chávez de no renovar la concesión de Radio Caracas Televisión. El ministro de Comunicación e Información, Willian Lara, advirtió que Globovisión y muchas estaciones de radio también perderán sus concesiones de transmisión. Andrés Izarra, presidente de Telesur, señaló que el gobierno consolidará este año su hegemonía sobre todas las comunicaciones e información.
En la juramentación de su nuevo gabinete, el 8 de enero, Chávez anunció que nacionalizará la telefónica CANTV y otras empresas como la Siderúrgica del Orinoco (Sidor), que habían sido privatizadas, además de empresas eléctricas (Electricidad de Caracas, Electricidad de Valencia y Seneca) y las asociaciones estratégicas controladas por compañías extranjeras en la Faja Petrolífera del Orinoco.
El presidente además ordenó a la Asamblea Nacional elaborar la ‘‘madre de las leyes habilitantes’’, otorgándole autoridad completa por un año para hacer lo que quiera en cuanto a la ‘‘reforma’’ económica y política, incluyendo las nacionalizaciones ya anunciadas. Chávez utilizará esta Ley Habilitante para acelerar la aprobación e instrumentación de numerosas nuevas leyes para aplastar todas las libertades económicas y políticas en Venezuela. Aparentemente, no tiene tiempo para que la Asamblea Nacional, controlada 100% por él, apruebe las leyes que él quiere.
El nuevo gabinete de Chávez está dominado por personas de ideología radical, empezando por su hermano mayor Adán Chávez, nuevo ministro de Educación y de quien se espera acelerar el adoctrinamiento político de los niños. Chávez además sacó de su cargo al vicepresidente José Vicente Rangel, aparentemente porque se opuso a su deseo de convertirse en presidente vitalicio. También sacó del gabinete a ministros claves como Nelson Merentes y Aristóbulo Istúriz, aparentemente porque su partido Patria Para Todos (PPT) objeta las órdenes presidenciales de que todos los partidos de izquierda se deben disolver para unirse al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), a ser controlado por Chávez y por quienes él designe.
Chávez también definió los pasos que llevarán a la creación de su estado socialista: (a) la reforma socialista constitucional que requiere una ‘‘reforma profunda’’ de la Carta Magna, (b) un proyecto de educación popular para imponer los nuevos valores socialistas (‘‘que permita derrotar los viejos valores del capitalismo e individualismo’’), (c) una confusa y todavía no explicada ‘‘nueva geometría del poder sobre el mapa popular’’ y (d) la creación de un ‘‘estado comunal’’, es decir, la ‘‘explosión revolucionaria del poder comunal’’ que permitirá la creación de los Consejos Comunales. Otro cambio propuesto es cambiarle nuevamente el nombre al país por República Socialista de Venezuela.
No hay nadie en Venezuela que parezca capaz actualmente de oponerse a Chávez. El gobernador del Zulia, Manuel Rosales, quien fue proclamado nuevo líder de la oposición nacional por su círculo cercano y diversos columnistas ingenuos, después de que obtuviera casi 40% de los votos en las elecciones, pasó el mes pasado en Miami y Orlando. Ya está claro que Rosales y otros ‘‘líderes’’ de oposición como Teodoro Petkoff y Julio Borges son irrelevantes políticamente, pues ninguno de ellos cuenta con una amplia base política.
La Iglesia Católica Venezolana, una de las pocas voces con credibilidad que nos quedan, protestó la suspensión de la concesión de RCTV, señalando también que la Iglesia desea participar en cualquier reforma de la educación. Chávez ordenó a los obispos callarse la boca y les advirtió que corren el riesgo de ser condenados por Jesucristo.
Con respecto a la comunidad internacional, a Chávez le importa un rábano lo que esta piensa. Llamó “pendejo” a José Miguel Insulza, exigiéndole que no se inmiscuya en los asuntos soberanos de Venezuela y sugiriéndole que renunciara al cargo de Secretario General de la OEA. Poco se escucha del gobierno de Estados Unidos.
El futuro no luce promisorio. Chávez incluso se está preparando para el día cuando caigan los precios del petróleo, su revolución se quede sin dinero y el pueblo venezolano finalmente se percate de que son los siervos empobrecidos de un dictador criminal. Cuando finalice la bonanza petrolera, Chávez recurrirá a la represión violenta, la intimidación y los abusos sistemáticos de los derechos humanos para aterrorizar y subyugar al pueblo venezolano.
Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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