Venezuela: Socialismo devaluador
Carlos Ball señala que "Argentina, Cuba y Venezuela gozaron de monedas fuertes y respetadas que conservaban el poder adquisitivo en los tiempos cuando los bancos centrales eran instituciones serias e independientes".
Por Carlos A. Ball
Argentina, Cuba y Venezuela gozaron de monedas fuertes y respetadas que conservaban el poder adquisitivo en los tiempos cuando los bancos centrales eran instituciones serias e independientes, por lo que los gobernantes no podían robar a la población imprimiendo billetes, aumentando el circulante, borrándole ceros a los billetes, ni apodando de “fuerte” a la moneda nacional. Hoy los “pesos” de esos países no pesan nada y el llamado “bolívar fuerte” es un insulto a la memoria del libertador Simón Bolívar.
Desde la impactante devaluación del bolívar en enero, la moneda venezolana sigue en caída libre, acentuada en abril por el robo (llamado expropiación) de las instalaciones de la empresa de alimentos Polar en Barquisimeto, Estado Lara. Polar se convirtió, durante la segunda mitad del siglo XX, en una de las más eficientes y exitosas empresas industriales venezolanas. Comenzó operaciones durante la Segunda Guerra, compitiendo con compañías establecidas y mucho más grandes, pero logró crecer y aumentar sus ventas con buena gerencia y ofreciendo excelentes productos. Eso, claramente, molesta y provoca envidia a gobernantes comunistas que entonces se empeñan en entorpecer sus operaciones y perjudicar a los accionistas, pero mucho más a los trabajadores de la empresa y a los millones de venezolanos que consumen sus productos de calidad, a precios competitivos.
El gobierno venezolano ofrece tres monedas con valores diferentes, de manera de enriquecer a sus acólitos y perjudicar en diferentes grados a todos los demás. En internet y YouTube podemos ver la gran vida que se dan los chavistas, mientras un creciente número de venezolanos sufre desempleo, se dispara la economía informal y desaparecen los emprendedores y el acceso a fuentes de capital para el lanzamiento de nuevas empresas privadas. La Caracas que en una época no tan lejana llamábamos “la sucursal del cielo” está siendo tristemente convertida en una sucursal de La Habana castrista.
El bolívar de más alto valor supuestamente se utiliza para importaciones esenciales. Si usted es chavista, lo que quiera importar es “esencial” y el dólar le cuesta 2,6 bolívares. Las importaciones consideradas “no esenciales”, que pueden ser artefactos del hogar, automóviles y licor se hacen en dólares que cuestan 4,3 bolívares. Estos dólares están al alcance de aquellos que son bien vistos por los chavistas y usted los conseguirá en unas pocas semanas si tiene buenos contactos en Cadivi (Comisión de Administración de Divisas del Ministerio del Poder Popular de Administración y Finanzas), pero tardará varios meses, o quizás nunca los reciba si sus contactos no son tan buenos o si no está dispuesto a pagar la “comisión” acostumbrada por debajo de la mesa. Después de Cadivi, tendrá que esperar que el Banco Central le dé los dólares.
Por esa serie de trampas y largos trámites, más del 60% ciento de las importaciones se adquieren a la tasa flotante del dólar, que sigue en acelerado aumento por la inflación, que en Venezuela es actualmente de más de 26%, lo cual simplemente refleja la caída de las reservas del Banco Central.
Esa es la nueva Venezuela, donde hay que importar gasolina por la caída en la refinación del petróleo y se multiplican los apagones y la falta de agua porque todo eso está ahora controlado y dirigido por el socialismo del siglo XXI.
Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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