Un momento de seria reflexión
Manuel Hinds dice que la caída de las criptomonedas es una consecuencia de la creación excesiva de dinero: colapsan las inversiones en actividades especulativas.
Por Manuel Hinds
La empresa Coinbase, una de las plataformas de intercambio de criptomonedas del mundo, que maneja cuentas de clientes por $256.000 millones de dólares, aclaró el jueves, en medio de una caída fuerte en el valor de sus acciones y de sus activos, que, en caso de quiebra, los dineros que la gente ha depositado con ellos “podrían pasar” a ser considerados como propiedad de la empresa. Es decir, que podrían ser usados, no para devolverlos a los que los habían metido para que la empresa los custodiara sino para pagar las enormes deudas que la empresa ha adquirido para sus propios propósitos y las pérdidas que ha tenido.
La aclaración cae en un momento en el que ya saberlo es casi inútil porque el anuncio mismo probablemente cause o termine de causar la bancarrota. Una aclaración como esta es capaz de causar una corrida contra la empresa —es decir, cualquiera que tenga un gramo de cerebro va a tratar de sacar sus recursos de Coinbase antes de que quiebre. Lo más probable es que esa corrida, que ya ha comenzado, se pase llevando a otras plataformas, por aquello de que cuando veas a tu vecino su barba cortar, pon la tuya a remojar.
Pero, por supuesto, esta corrida no está afectando sólo a las plataformas de intercambio. Está afectando a todas las criptomonedas. Hay algunas que todavía han mantenido su valor (de las llamadas “estables”), e incluso algunas lo han aumentado, pero lo más seguro es que, cuando la cuchilla de la realidad haya pasado, también éstas se hayan ido o sobrevivan entre las sombras como servicios muy especializados.
Hay mucha gente que cree con fe religiosa que los precios de los bitcoins y otras criptomonedas van a volver a subir porque en otras ocasiones han caído y se han vuelto a levantar, y porque ofrecen esperanzas que nada más puede ofrecer. Pero la caída de los precios no se va a terminar. No van a volver a subir y pueden caer a cero por una razón muy clara, que yo he explicado en estas páginas una y otra vez. Por muchos años los bancos centrales han emitido demasiado dinero, llenando al mundo de una liquidez que sobraba, lo cual se manifestaba en tasas de interés bajísimas y hasta negativas. Con estas tasas y tanta liquidez ofrecida por los bancos, la gente, como en otras ocasiones ha pasado, la metió en actividades especulativas, que parecía que iban a subir para siempre, porque al más gente comprar las cosas especulativas de moda, más subían de precio, y más gente las compraba.
Ahora estamos sintiendo las consecuencias de esa creación excesiva de dinero a través de una tasa de inflación creciente que va a seguir subiendo porque estas cosas tienen un efecto acumulativo. Los aumentos de precios de este mes suben los costos de muchos que entonces suben sus precios el mes que viene.
Los bancos centrales tienen que cortar la cantidad de dinero en circulación a nivel global para romper esa progresión. Por eso están subiendo las tasas de interés y recogiendo dinero. Con menos dinero en circulación, porque la gente y las empresas tendrán que acumular liquidez para poder seguir operando y el dinero para especular se acabará. No habrá dinero para andar apostando. Y así, la moda de las criptomonedas actuales se terminará.
Esto ya está pasando. Bitcoin.com informó hace un par de días que la cantidad de dinero invertido en criptomonedas en el mundo entero cayó de $2,19 millones de millones a $1,69 millones de millones (23%) en cinco semanas. Esa es gente que se ha ido del mercado, que está feliz de haberse salido y que no volverá. Entre ellos hay muchos grandes, de esos que les dicen ballenas, que han salido, como la que se salió de LUNA UST, que con su salida causó una caída en el precio visible para todos y mucha pena a muchos que habían metido sus ahorros en ellas. Esos son los de los que viajan en jets privados para tratar de convencer a los neonatos de que metan su dinero en esas monedas para que no caigan de precio.
Por todo esto, es bueno que usted reflexione sobre las cosas de la vida. Si no se metió en bitcoin y otras similares, siéntase feliz de no haberlo hecho. Si todavía está en ellos, piense en dos cosas. Primero, que las declaraciones de Coinbase, aclarando algo desagradable que nunca habían dicho antes, sugieren que esto empieza. En lo que dijo Warren Buffett está contenido todo lo que viene: “Cuando la marea baja, uno se da cuenta de quienes estaban bañándose sin traje de baño”. Coinbase, como muchas otras, no sólo estaban bañándose sin traje de baño sino que lo habían vendido y desde antes ya lo debían. De aquí en adelante, empezarán a verse estas cosas. Piense seriamente en salirse ya, si puede.
Pero también piense en que todo esto se ha sabido desde que la euforia comenzó. La gente se niega a dejar de creer en algo que quiere creer. Usando el cliché de que hoy todo está cambiando (que es cierto) creyeron que en ese todo se incluían el sentido común y las leyes más básicas de la economía. Que el diseño de los aviones esté cambiando no quiere decir que los elefantes van a volar con sus orejas. Muchos apostaron a que lo harían y están teniendo pérdidas enormes que no van a regresar. Los que todavía están en el mercado están ayudando a que los grandotes (ese 0,1% de los mineros que controlan el 50% del bitcoin) vayan deshaciéndose de sus bitcoins de una manera ordenada antes de que pierdan todo su valor. Si quiere colaborar con ellos, compre criptomonedas. Eso les ayudará a ellos a salirse de ellas sin perder tanto. El pobre Brian Armstrong, el que acaba de aclarar que en caso de quiebra se quedaría con los ahorros de la gente que confió en él para pagar otras deudas de Coinbase, ya perdió el 84% de su fortuna y sólo le quedan $2.200 millones.
Pero si usted no está en esto por ayudar a esos altruistas, piense por qué se metió en esto en contra de todo el sentido común, y aprenda algunas lecciones de cómo manejarse en un medio en el que las cosas están cambiando muy rápidamente —para bien y para mal. Si usted va a entrar en estos tiempos que vienen creyendo que la luna es queso, va a tener problemas.
Este artículo fue publicado originalmente en El Diario de Hoy (El Salvador) el 12 de mayo de 2022.