Un liberal presidente en la República Checa

Por Marian L. Tupy

El ex primer ministro británico Harold Wilson dijo una vez que "una semana es mucho tiempo en política." Para Vaclav Klaus, el recién electo presidente de la República Checa, el último mes debió haber parecido una eternidad. Pero luego de tres intentos, sus estrellas de la suerte finalmente se alinearon.

Klaus reemplaza al presidente Vaclav Havel, su viejo rival político, quien dirigió a la República Checa desde la división checa-eslovaca en 1993. El que Havel sea sucedido por Kalus parece simbólico, ya que ambos hombres fueron figuras centrales en la transformación post-comunista checa. Pero los dos son también muy diferentes. Havel ascendió a la presidencia por la euforia de la Revolución de Terciopelo y durante más de una década permaneció como una figura política destacada.

Por el otro lado, Klaus es un político que llega a la presidencia con mucha experiencia. Como ministro de Finanzas de Checoslovaquia, supervisó la transformación de la economía del socialismo al capitalismo. La velocidad de las reformas económicas de Klaus dio paso a la frase "terapia de choque." Como primer ministro de la República Checa, Klaus supervisó la división pacífica de Checoslovaquia y la continuación de la transformación económica checa. Luego de perder el poder en 1998, Klaus fue electo presidente del Parlamento y escribió varios libros sobre temas económicos y políticos. Luego, a finales del año pasado, renunció como líder del Partido Cívico Democrático. Klaus apostó todo en ganar la presidencia, y así lo hizo.

Durante su larga y fructífera carrera política, Klaus ha sido guiado por los principios libertarios de libre mercado y gobierno limitado, los cuales aprendió de sus héroes intelectuales, Friedman y Hayek. Un firme creyente del libre mercado, Klaus una vez señaló que la Tercera Vía de Tony Blair conduciría al Tercer Mundo. Aunque sus críticos lo acusan tanto de hacer muy poco para promover el libre mercado como de hacer mucho, a Klaus se le reconoce haber creado las bases sólidas para un alto nivel de inversión extranjera y un crecimiento económico sólido en la República Checa. Los checos continúan disfrutando una de las tasas de desempleo más bajas y una de las economías más libres del mundo post-comunista.

Otro de los héroes de Klaus es la ex primera ministra británica Margaret Thatcher. Klaus introdujo algunas de sus reformas en la República Checa y ambos se han hecho amigos y aliados políticos. Ambos están unidos por sus filosofías similares y su preocupación por la amenaza a la economía europea y a la libertad política que representa la burocracia no electa de Bruselas.

A diferencia de Thatcher, quien abandonara la política hace más de una década, la elección de Klaus muy probablemente lo hará aterrizar en el medio de la política europea. En tiempos de creciente disputa entre la "vieja" y "nueva" Europa, muchos de los europeos "viejos" verán con malos ojos el resurgimiento de Klaus. Arie Oostlander, un influyente miembro holandés del Parlamento Europeo, ya expresó su decepción. De acuerdo con Oostlander, "la peor cosa que los checos pudieron haber hecho era elegir a la presidencia a un seguidor de Margaret Thatcher." Pero va a haber Klaus para rato. Su elección traerá a la luz algunos desacuerdos inquietantes que Bruselas ha intentado ignorar: Primero, existen diferencias legítimas entre los europeos sobre la dirección del proceso de integración europeo. Klaus ve a la Unión Europea primordialmente como un área de libre comercio y no como un super-Estado federal. Aunque está a favor del comercio abierto, él no cree que Bruselas debería controlarlo o regularlo.

Segundo, Klaus no acepta la extensión ni los excesos de los Estados de Bienestar Social europeos. A diferencia de la mayoría de sus contrapartes en el continente, Klaus quiere revigorizar el crecimiento económico europeo a través del libre comercio y la competencia. Él aborrece el proteccionismo agrícola y critica la rigidez del mercado laboral de Europa.

Tercero, Klaus se opone al sentimiento anti-estadounidense como base de la futura política exterior europea. Tanto sus actitudes sociales y económicas y la experiencia histórica checa lo llevarán a construir en lugar de incendiar los puentes entre Europa y Estados Unidos.

Por lo tanto, la elección de Klaus no es simplemente un acto de retrospección—un reconocimiento que el pueblo checo ha conferido sobre un antiguo líder consumado. También es un acto que resonará por toda Europa y reforzará las filas de aquellos que piensan en serias reformas políticas y económicas. Tomando en cuenta su pasada carrera política, tenemos toda los motivos para pensar que Klaus utilizará sabiamente su estupendo púlpito de la presidencia checa.

Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.