Thomas Sowell a sus 90 años es más relevante que nunca
Steve H. Hanke y Richard M. Ebeling consideran que el trabajo del economista Thomas Sowell acerca de la raza y la discriminación es hoy más relevante que nunca antes.
Por Steve H. Hanke y Richard M. Ebeling
La semana pasada Thomas Sowell cumplió 90 años y es más relevante que nunca antes. Sowell, un contribuyente frecuente del National Review y un académico prodigioso, ha producido todavía otro libro esclarecedor y accesible, Charter Schools and Their Enemies. Fue publicado el día de su cumpleaños —un regalo de Sowell para el resto de nosotros.
En su nuevo libro, Sowell coloca las fuentes y datos primarios bajo el poderoso microscopio de su análisis. Sus descubrimientos son, como suele ser el caso, verdades inconvenientes, por no decir, explosivas. De hecho, Charter Schools and Their Enemies documenta como los estudiantes no-blancos prosperan en las escuelas concertadas y cierran la brecha con sus contrapartes blancos. No debería sorprender, entonces, que hay largas listas de espera para ingresar en las escuelas concertadas. Entonces, ¿por qué no hay más de estas? Bueno, a las escuelas públicas y a los sindicatos de profesores no les gusta la competencia. Esto, por supuesto, atrapa a los estudiantes no-blancos en escuelas públicas inferiores.
Precisamente, ¿quién es Thomas Sowell y por qué es un personaje impresionante en el mundo actual? Sowell nació el 30 de junio de 1930 en Carolina del Norte. Creció en el barrio de Harlem en la ciudad de Nueva York y sirvió en la Infantería de Marina de EE.UU. durante la Guerra de Corea. Obtuvo tres títulos en economía, uno de Harvard (1958), uno de Columbia University (1959), y un doctorado de la Universidad de Chicago (1968). Luego de tener dos posiciones en facultades de prestigiosas universidades, Sowell se instaló en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford, donde ha estado durante los últimos 40 años.
Como recuerda Sowell en su autobiografía, A Personal Odyssey (2000), se consideró un marxista durante gran parte de sus años estudiantiles. Chicago puso fin a esa infatuación. Pero el estudio de Sowell de los economistas clásicos incluía los trabajos de Marx, y en 1985 publicó Marxism: Philosophy and Economics. Como cualquier inmerso en Marx sabe, todos los símbolos del pasado capitalista y explotador deben ser arrancados y destruidos antes de que el paraíso de los trabajadores pueda ser construido. Resulta que el marxismo es algo del momento: si, sacar estatuas y el cambio de los nombres de las calles y edificios es algo que sale directamente del manual de Marx.
Pero para aquellos que encuentran que el marxismo demasiado general y abstracto como para ser relevante ante los eventos actuales, los dirigimos al tesoro oculto de libros en los cuales Sowell ha enfocado su atención en los problemas que tienen que ver con la raza y la discriminación tanto en EE.UU. como alrededor del mundo. Para nombrar tan solo algunos de sus muchos trabajos acerca de este tema: Race and Economics (1975), Markets and Minorities (1981), Ethnic America: A History (1981), The Economics and Politics of Race (1983), Preferential Policies (1990), Race and Culture (1995), Migrations and Cultures (1996), Conquests and Cultures (1998), Affirmative Action Around the World (2004), Black Rednecks and White Liberals (2005), Intellectuals and Race (2013), Wealth, Poverty and Politics (2016), and Discrimination and Disparities (2018; rev. ed., 2019).
Cuando analiza la raza y la discriminación, Sowell disfruta ir detrás de uno de sus objetivos favoritos: las élites intelectuales, o como él se refiere a ellos, “los ungidos”. El corazón de su mensaje es que los hombres no nacen con habilidades iguales. Contrario a las afirmaciones de los ungidos, Sowell argumenta que “las habilidades empíricamente observables siempre han sido sumamente desiguales”. Sowell también argumenta que no todas las culturas contribuyen de igual forma a la civilización mundial.
De hecho, él observa que “las diferencias entre los grupos raciales, nacionales y de otra índole van desde lo importante hasta lo mundano, ya sea en EE.UU. o en otros países alrededor del mundo y a través de los siglos”. Sowell concluye que el mundo es culturalmente complejo y lleno de variedad. Todavía tenemos un entendimiento escaso acerca de las causas y consecuencias de esa complejidad. Pero los mercados suelen armonizar los intereses de, o al menos minimizar la fricción entre, varias personas y culturas, mientras que la política crea conflicto, con ventajas para unos a costa de otros.
Mucho de lo que Sowell tiene que decir acerca de la raza está contenido en su innegablemente controversial Black Rednecks and White Liberals, una colección de ensayos. A lo largo de una extensa consideración de la identidad, la cultura, y sus efectos socio-económicos, él observa, entre otras cosas, lo que denomina como “la cultura del gueto negro” (de la cual, enfatiza más de una vez, “gran parte de los estadounidenses negros no pertenecen”) y su lenguaje, costumbres, características de conducta, y actitudes hacia el trabajo y el descanso particulares. Sowell argumenta que ha sido altamente influenciada por la anterior cultura blanca sureña “redneck”, aunque, como él señala cuidadosamente, esta no es una cuestión de “extrapolación lineal sencilla”. De hecho, no lo es.
Sowell rastrea esta cultura a varias generaciones de estadounidenses en gran medida descendientes de inmigrantes provenientes de “las tierras fronterizas en el norte de Inglaterra…así como también de las tierras altas de Escocia y Ulster” quienes llegaron a las colonias del sur de EE.UU. en el siglo 18. Las características sobresalientes de esta cultura redneck o “cracker” —como era conocida en Gran Bretaña antes y durante los años de emigración— incluía, escribe Sowell, “una aversión al trabajo, una tendencia hacia la violencia, la negligencia de la educación, la promiscuidad sexual, la imprevisión, la ebriedad, la falta de emprendimiento, las búsquedas irresponsables de la excitación, la música y danza alegre, y un estilo de oratoria religiosa marcada por la retórica, emociones desenfrenadas y las imágenes llamativas”. También incluye “un orgullo delicado, la vanidad, y la auto-dramatización fanfarrona”. El punto que derivar de esto, escribe él, “es que las diferencias culturales condujeron a diferencias socio-económicas llamativas entre los negros, así como entre los blancos. En ambas razas, aquellos que vivían dentro de la cultura redneck se quedaron rezagados muy por detrás de aquellos que no”.
Gran parte de la laboriosidad e innovación comercial en el sur de fines del siglo 19 y principios de los siglos 20 y 21, Sowell demuestra, fueron introducidas por empresarios, mercaderes, y educadores que se mudaron allí desde el Norte, y especialmente desde Nueva Inglaterra. La cultura de trabajo, ahorro, responsabilidad individual y de planificación para el futuro que floreció en el Norte dejó al sur de EE.UU. muy rezagado —un contraste que muchas veces era señalado por los visitantes europeos.
El rastreo de Sowell de estas diferencias pasadas nos trae de vuelta a la actualidad. El 5 de junio, la Asociación Americana de Economía (AEA, por sus siglas en inglés), la principal asociación profesional para economistas desde su fundación en 1885, emitió un comunicado diciendo que era tiempo de que los funcionarios y comités de gobernanza dentro de la asociación consideren el racismo y las prácticas y presunciones racistas dentro de la profesión. Con ese fin en mente, la AEA compiló una lista de lecturas recomendadas acerca de la raza y la discriminación.
Sowell no se encuentra ahí. Tampoco está el difunto Gary Becker, quien ganó el Premio Nobel en 1992 por, entre otras cosas, su trabajo pionero acerca de la economía de la discriminación. Este es el mundo miope en el que vivimos hoy.