Thatcher
Macario Schettino indica que "Margaret Thatcher fue muy criticada durante su gobierno, pero también muy aplaudida. Como Reagan, transformó significativamente a su país, pero cambiando su rumbo, lo que a muchos no les gustó. En ambos casos, y esto es muy importante tenerlo claro, llegaron al poder gracias al voto de sus ciudadanos, que ya se habían cansado de la situación en que estaban".
Murió ayer Margaret Thatcher quien, junto con Ronald Reagan y Juan Pablo II pueden considerarse los enterradores del comunismo. Si gusta, puede sumar a Gorbachov, que no pudo liberar un poco las cosas sin que se le viniera abajo el muro, literalmente.
Margaret Thatcher fue muy criticada durante su gobierno, pero también muy aplaudida. Como Reagan, transformó significativamente a su país, pero cambiando su rumbo, lo que a muchos no les gustó. En ambos casos, y esto es muy importante tenerlo claro, llegaron al poder gracias al voto de sus ciudadanos, que ya se habían cansado de la situación en que estaban. Desde fuera, en particular desde nuestros países latinoamericanos, eso ha sido incomprensible.
Para entender la llegada al poder de Thatcher y Reagan hay que irse hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, de la que EE.UU. surge como potencia mundial sólo acompañada (de lejos) en ese lugar por la Unión Soviética. Gran Bretaña, que llegó a la Primera Guerra Mundial como la potencia global, salió de la Segunda en la miseria.
El acuerdo con que termina la Segunda Guerra, Bretton Woods, enfatizaba la participación del gobierno en la economía para mantener un crecimiento económico, y al mismo tiempo un cierto control monetario que impediría altas tasas de inflación. Así fue por un buen rato, pero en los años 60 EE.UU. desequilibró el acuerdo incrementando en exceso el gasto del gobierno. Esto se ha festejado mucho (incluso ahora con la crisis de 2009), sin entender que la tragedia de los años 70 se incubó en el gasto de Johnson en los años 60.
En efecto, la idea de que se puede incrementar el gasto del gobierno impunemente, porque su “efecto multiplicador” en la economía más que compensa el déficit de corto plazo, es totalmente errónea.
Y la evidencia es abrumadora, desde la Gran Depresión (que no terminó en 1932, sino que regresó en 1937, y hubiera sido peor si no hay Segunda Guerra), hasta lo que hoy vemos en la economía estadounidense, pasando precisamente por la “Gran Sociedad” de Lyndon Johnson.
Los excesos de gasto de la década de los 60 en EE.UU. se financiaron con dinero ficticio, que no era posible producir bajo el acuerdo de Bretton Woods. Es decir, EE.UU. boicoteó su propio acuerdo, hasta que lo derrumbó. El derrumbe inicia el 15 de agosto de 1971 y termina el 15 de septiembre de 1973, ya con un dólar devaluado y un proceso inflacionario inicial en el mundo desarrollado. Al mes siguiente vino el embargo petrolero, y la inflación se fue acumulando.
Entre 1974 y 1975 se vivió la primera estanflación de la posguerra. Es decir, al mismo tiempo había inflación y contracción económica, o desempleo. Frente a esos dos fenómenos, los gobiernos de los países desarrollados reaccionaron como lo habían hecho en los 25 años anteriores: incrementado su gasto. Bajo la idea de que el gasto del gobierno reduce el desempleo, pensaban que corregirían la situación rápidamente. Ocurrió exactamente lo contrario, porque si bien el mayor gasto de gobierno no necesariamente provoca crecimiento, sí provoca inflación, sobre todo cuando se financia, como entonces ocurría, con la maquinita del dinero.
La inflación pasó a dos dígitos, y llegaba a 20% cuando los británicos decidieron deshacerse del Partido Laborista y llamar al poder a los Conservadores, ahora dirigidos por una mujer, Margaret Thatcher. Ésta había prometido controlar la inflación reduciendo el gasto del gobierno y metiendo en orden a los sindicatos. Y lo hizo, a veces en condiciones tan duras que se ganó el mote de la “Dama de Hierro”. Cuando integrantes del movimiento irlandés iniciaron desde la cárcel una huelga de hambre tratando de obligar a Thatcher a ciertos cambios en el trato de prisioneros, la primer ministro no vaciló. La huelga de hambre terminó con la muerte de Bobby Sands.
Algo similar, ocurre con la huelga de los mineros del carbón en 1984 y 1985, que fueron derrotados por Thatcher, después de varios intentos por evitar el cierre de minas y la privatización de otras. Si usted vio Billy Elliot, es precisamente la situación del padre y hermano del futuro bailarín.
Thatcher modificó por completo la situación económica de Gran Bretaña, que pasó de la estanflación de los 70 a un crecimiento moderado con baja inflación, que acabarían cosechando su sucesor, John Major, pero sobre todo el Laborista Tony Blair. El principal defecto de Thatcher también coincidía con Reagan (y acá, en versión tropical, con Salinas de Gortari): eran más que arrogantes, soberbios.
Thatcher pierde el control de su partido conforme se va asumiendo como superior a todos sus colaboradores, hasta el punto de minimizar las elecciones internas. Es desplazada en 1990, después de casi 12 años en el poder.
En el sistema presidencial estadounidense, Reagan debía irse a los ocho años, pero su vicepresidente y sucesor, George Bush padre, cumpliría el tiempo para llegar a los mismos 12 años. Ya no le platico lo de Salinas, Colosio, Zedillo y demás.
La transformación del mundo en los años 80 no ocurrió porque hubiese un complot neoliberal. Ocurrió porque los votantes de Gran Bretaña y EE.UU. se cansaron de la tragedia que fueron los años 70, y decidieron votar por otros partidos, con otras ideas. El resultado de ese cambio, en la economía global, ha sido espectacularmente bueno.
Nunca antes hubo menos pobres en el mundo que ahora, incluso a pesar de la crisis global reciente. Pero parece que la discusión alrededor de los mitos del gran gobierno va a tardar un poco más en resolverse. En cualquier caso, Thatcher, Reagan y Juan Pablo II, los demoledores del Muro de Berlín, han muerto ya. Lo sepa o no, la mitad de la humanidad que hoy vive mejor, está en deuda con ellos.
Este artículo fue publicado originalmente en El Universal (México) el 9 de abril de 2013.