Tercer pilar: filantropía
José Piñera considera que urge modernizar todo el proceso de donaciones en Chile, el cual es una pesadilla regulatoria de signo estatista que refleja una profunda desconfianza hacia la sociedad civil.
Por José Piñera
El siglo XIX fue impulsado por miles de emprendedores que, tras acumular importantes patrimonios y asegurar el futuro de sus familias, dedicaron una parte sustancial de sus fortunas a la filantropía. Un caso emblemático fue aquel del empresario del acero Andrew Carnegie. Hoy, EE.UU. no solo es la nación emblemática del capitalismo, sino también el país líder en filantropía.
Chile debe aprender de EE.UU. en este campo. Llegó la hora de que el exitoso modelo chileno de libre mercado con Estado subsidiario añada un tercer pilar fundamental: la filantropía.
En el mundo entero se reconoce el “milagro chileno” que hizo explotar el crecimiento y originó una prosperidad inimaginable para la inmensa mayoría. Desde ya, el modelo económico, el crecimiento acelerado y el gasto social focalizado redujeron la pobreza a solo el 8% de la población. Pero es inevitable que permanezcan nichos de retraso que deben ser identificados y alcanzados de manera especial. No podemos olvidar que 8% son todavía 1,5 millones de chilenos, y es un deber moral seguir luchando hasta “rescatarlos” a todos de vidas de silenciosa desesperación.
La creencia del siglo XX fue que la intervención del Estado era la única manera de enfrentar esos bolsones de pobreza y miseria. Pese al enorme aumento del gasto público, esa intervención no logró sus objetivos. El Estado fue progresivamente abandonando, por motivos electorales, el foco en los más pobres. Además, el asistencialismo debilita los naturales incentivos a progresar y la permanente dependencia del Estado genera múltiples consecuencias indeseadas. Es un hecho que el Estado se ha demostrado incapaz de enfrentar las complejidades de todo orden que exige derrotar a estos nichos de pobreza.
Nuestra propuesta, entonces, es que la iniciativa privada multiplique y mejore su acción en este campo para así contribuir, de manera decisiva y creativa, a derrotar la extrema pobreza, el desamparo de los niños, las adicciones a las drogas, y tantas situaciones que vulneran la dignidad humana.
Desde su nacimiento, Chile se abrió a la filantropía. Don Pedro de Valdivia, pocos años después de fundar la ciudad de Santiago, estableció el Hospital San Juan de Dios, una de las obras de beneficiencia más importante del período colonial. Desde entonces, hasta hoy existe una valiosa acción filantrópica de muchos sectores de la sociedad civil (“Filantropía y donaciones en Chile. Pasado, presente y futuro”, 2017).
Pero es un hecho que Chile está a años luz de la filantropía en EE.UU. Como lo explica Matías Rivera en su tesis doctoral, se requiere un cambio legal y cultural radical (ver Dossier Filantropía en EyS Nº97, Abril-Junio 2018).
Desde ya, es urgente modernizar todo el proceso de donaciones en Chile, el cual es una pesadilla regulatoria de signo estatista que trasunta una profunda desconfianza hacia la sociedad civil.
También creo necesario avanzar hacia una filantropía “estructural”, una filantropía activa que apunte a superar las causas mismas de complejos problemas sociales, como lo han hecho las reformas estructurales en políticas públicas.
Una explosión de la filantropía estructural en Chile fortalecería al modelo económico de libre mercado al “completarlo” con una contribución única y valiosísima para enfrentar los problemas sociales.
La filantropía estructural puede resolver complejos problemas en el espacio social y lleva intrínseca la capacidad de mejorar la condición humana, tanto del filántropo como de aquellos que ayuda. Es un juego de suma positiva.
La semana pasada visité el extraordinario campus de “La Protectora de la Infancia” en Puente Alto, junto con el equipo de nuestra Fundación “Alas para los Niños”. Nos recibió otra maravillosa “protectora”, Alicia Amunátegui (89), y compartimos medio día conociendo sus múltiples y valiosas actividades de apoyo a los niños (colegios, escuelas industriales, jardines infantiles, hogares).
Si Chile logra esta síntesis virtuosa de libre mercado y filantropía estructural, habrá dado otro enorme paso hacia el desarrollo integral.
Este artículo fue publicado originalmente en la revista Economía y Sociedad (Chile) el 6 de mayo de 2024.