También en salud

Macario Schettino dice que el sistema de salud pública de México siempre ha tenido problemas, pero medidas tomadas durante la administración actual, como haber eliminado el Seguro Popular, han empeorado la situación.

Por Macario Schettino

El sistema de salud pública en México siempre ha tenido problemas. Hemos dedicado muy poco dinero a ese tema. El gasto en salud ronda 6 puntos del PIB, que es 50 por ciento inferior a lo que gastan países sudamericanos, o la mitad de lo que se gasta en la Unión Europea, o un tercio del gasto de EE.UU. En todos los casos, considerando el diferente tamaño de cada economía. Pero de ese poco dinero, el gobierno sólo pone la mitad, y la otra mitad debe salir del bolsillo de los mexicanos. Esto no es nuevo, y deberíamos resolverlo.

A pesar de ese pequeño gasto, algunas cosas las hemos hecho excepcionalmente bien. Entre ellas, destaco tres: el sistema de vacunación, los institutos de especialidad y el Seguro Popular. Esas tres iniciativas fueron de clase mundial. En este gobierno, en lugar de corregir el problema, que es un gasto muy bajo, lo que se ha hecho es destruir las tres iniciativas de clase mundial.

Para nuestra desgracia, eso ocurrió en los albores de la pandemia, que por esa razón ha provocado tanto daño en nuestro país. Bajo diversos indicadores, podemos asegurar que ningún país la ha pasado peor que nosotros: muertes en exceso, contracción económica, falta de pruebas, ausencia de estrategia.

En el afán de mostrar actos en contra de la corrupción, el gobierno ordenó compras centralizadas de medicamentos que han terminado en escasez de diversas medicinas. Entre ellas las que se utilizan para niños enfermos de cáncer, pero a las mismas se han ido sumando cada vez más fármacos que ya no pueden encontrarse en ningún lugar. Maribel Ramírez, en El Economista, ha descrito el deterioro del sistema de compras. Hace una semana nos informaba que en el nuevo intento de compra pública, ahora con la ayuda de la Unops, apenas licitaron 633 claves de material de curación de las 4 mil 500 que deberían comprar. Hay riesgo de que falten jeringas para la vacunación.

Pero ya desde 2019 empezamos a tener problemas con el abasto de vacunas. Si la vacunación de siempre no funciona bien, la nueva, la del coronavirus, mucho menos. México ha vacunado a 2.1 por ciento de su población, frente a 24 por ciento en Chile, 5 por ciento en Brasil, 2.8 por ciento en República Dominicana y 2 por ciento en Uruguay. Estos últimos dos países, muy pequeños, prácticamente hicieron toda su vacunación en la última semana. Nosotros, en dos meses. En cifras absolutas, mientras México ha vacunado a 2.7 millones de personas, Chile lleva 4.6 millones y Brasil más de 10.

En este sistema de salud, que no era extraordinario, las decisiones del gobierno han sido desastrosas. El fin del Seguro Popular, y su sustitución por el Insabi, ha dejado en el desamparo a miles de personas, porque esta segunda institución no tiene reglas claras, ni protocolos, e incluso ha inutilizado hospitales que por décadas habían sido ejemplo. Es el caso del Hospital Central Dr. Ignacio Morones Prieto de San Luis Potosí, el hospital de especialidades más importante de la región. A partir de la desaparición del Seguro Popular y el arranque de Insabi, el hospital empezó a sufrir carencia de recursos, insumos, medicamentos, equipo, y esto llevó a los médicos a manifestarse públicamente el jueves pasado. El gobierno estatal y el Insabi no responden, en este mar de incapacidad y desatención en que se ha convertido la salud pública.

El fenómeno es el mismo en cualquier sector: lo que estaba mal no se ha corregido, y lo que sí funcionaba está en proceso de destrucción. Es necesario entenderlo, para frenar la destrucción y, cuando sea posible, reconstruir este país.

Este artículo fue publicado originalmente en El Financiero (México) el 8 de marzo de 2021.