Suecia no es un ejemplo de socialismo
Victor H. Becerray Miguel A. Cervantes notan que lejos de tener una economía socialista, Suecia se encuentra en las economías más libres del mundo, ocupando la posición 35 de 162 países en el índice de libertad económica del Instituto Fraser.
Por Victor H. Becerra y Miguel A. Cervantes
En América Latina se dice mucho que Suecia es el paraíso socialista. Sin embargo, esa ideología nunca ha sido parte de la historia económica sueca. Por el contrario: en dicha historia, hay profundas raíces de libre mercado. Al respecto, Johan Norberg cita a Anders Chydenius, sacerdote de Finlandia Occidental (recordemos que Finlandia era parte del Suecia), como el padre del libre mercado sueco. Chydenius era filósofo iluminista, y se adelantó una década a Adam Smith en muchos de sus hallazgos.
Desafortunadamente, su obra no fue traducida y no se conoció fuera de Suecia. Pero las ideas de Chydenius empezaron a enraizarse en su propio país y, en 1840, el dirigente Johan August Gripastedt trasladó las ideas de libre mercado a la política, y así se abolieron los gremios, las regulaciones y se establecieron las bases de la economía sueca moderna.
Por cien años, en Suecia hubo libre mercado en su más alto nivel, pues había una intervención mínima del gobierno. Entre 1850 y 1950, el PIB per cápita de los suecos se duplicó siete veces, la mortalidad infantil se redujo y la esperanza de vida aumentó 26 años. Suecia pasó de ser un país de agricultura de subsistencia a ser uno con una de las economías más ricas del planeta. Los impuestos en Suecia eran más bajos que en EE.UU. y que en Occidente en general. En ese tiempo se construyeron las bellas ciudades de cantera que hoy todos admiran.
También es importante observar que las grandes empresas suecas, que hoy son ejemplos de eficiencia y calidad, buen ambiente de trabajo, avance tecnológico y trabajo bien remunerado, se fundaron antes de la creación del estado de bienestar: prácticamente ninguna gran empresa sueca actual se creó después de 1970. Así, los suecos descubrieron que primero debía de crearse riqueza antes de siquiera plantearse otros proyectos, como redistribuir lo que no existía. En tal sentido, fue el libre mercado el sistema que enriqueció a Suecia, mientras que el socialismo fue su excrecencia parasitaria.
A partir de 1970 los sindicatos suecos, en colaboración con el gobierno en el poder, crearon un estado benefactor que cuidaría a los ciudadanos "desde la cuna hasta la tumba" y que sería financiado mediante un gran aumento de impuestos. En primera instancia, se acrecentó el impuesto sobre la nómina ya que era la carga menos percibida por los contribuyentes.
Durante los años setenta, hubo un periodo en el que el estado de bienestar aumentó y medró: aún la escritora socialista Astrid Lindgren escribió historietas sobre una bruja muy, muy mala, pero tan mala como... los recaudadores de impuestos. Pero aun con impuestos muy elevados la recaudación no fue suficiente para mantener al estado benefactor y comenzó un gran hartazgo en la población.
Los altos impuestos empezaron a ahorcar la actividad empresarial. Los sindicatos se empezaron a comportar de manera prepotente, pidiendo que se diera a los trabajadores una parte de las empresas. Además de los fondos de los trabajadores, cada año las empresas debían pagar parte de las ganancias a un fondo para los trabajadores. Este fondo de los trabajadores empezaba a comprar acciones de la compañía. Compraban una compañía con las mismas contribuciones de la propia empresa. Para muchos, esto ya fue extremo y empezaron las protestas en 1983.
Este periodo fue un periodo gris: crecimiento muy bajo comparado con los países desarrollados, fuga de empresarios, crisis económica. Por ejemplo, el fundador de Ikea, Ingvard Kamprad, se mudó a Suiza. En Suecia, había un ambiente que conspiraba contra los emprendedores y los oprimía.
Para 1990 empiezan los vientos de cambio: se instrumentaron las primeras reformas, el fondo de los trabajadores fue abolido, el gasto del gobierno disminuyó, se privatizaron los ferrocarriles, se abolieron los monopolios estatales, se eliminó el impuesto a la herencia, se privatizaron varias empresas estatales como el Vodka Absolut, bajaron impuestos, se reformaron las pensiones. Suecia se dio cuenta que con monopolios estatales no había innovación. Hubo una gran desregulación. Se permitió que el sector privado entrara en la educación y el cuidado de personas mayores. Se permitieron los bonos educativos, que crean competencia y mejor calidad en la educación.
Hoy tras la gran crisis de los ochenta que obligó a reformar severamente al estado socialista, Suecia es un país muy distinto. Según datos de la Encuesta Minera del Instituto Fraser de 2018, Suecia es un gran país para la minería, dado que las empresas mineras consideran a Suecia como el séptimo mejor país para invertir debido a la calidad de sus políticas mineras, la certidumbre de sus regulaciones y su mínimo intervencionismo estatal.
También veamos Libertad Económica en el Mundo: Informe Anual 2019 del Instituto Fraser y la ubicación de Suecia en dicho índice. Al respecto, es útil recordar que el premio Nobel Douglass North ha declarado que el Índice de libertad económica del Instituto Fraser es la mejor medida para una descripción de “la eficiencia de los mercados”. En dicho índice, la libertad económica se mide del 0 al 10, donde un valor más alto indica un mayor nivel de libertad económica.
En el último informe publicado este año, con información de 2017, Suecia tiene el puntaje 7,56/10 y está clasificado en el lugar 35 de 162 países. Esto nos indica que Suecia es, fundamentalmente, un país de libre mercado. Veamos los cinco componentes del índice:
- Tamaño del estado: el puntaje es hoy es de 4,54, es aún bajo, pero en 1980 era de un opresivo 2,70. En tal sentido, el consumo del gobierno como porcentaje del consumo total llega al 37 por ciento, mientras que los subsidios como porcentaje del PIB llegan al 20 por ciento. Estos componentes no han cambiado mucho en 30 años. Sin embargo, la inversión estatal como porcentaje de la inversión total, llega al 18 por ciento: se ha reducido drásticamente, ya que en 1970 la inversión estatal llegaba al 46 por ciento de toda la inversión.
El impuesto sobre la renta personal máximo puede llegar al 57 por ciento, lo que todavía es alto, pero en 1980 llegó a ser del 87 por ciento. Al respecto, es muy ilustrativo señalar que el sistema recaudatorio sueco no toma recursos de las personas de altos ingresos para darle a personas de bajos ingresos, sino que exprime a las personas de bajos ingresos. Así, las personas de bajo ingreso pagan más impuestos que en EE.UU. Por otro lado el gobierno es dueño de muchos activos.
- Estructura legal y seguridad jurídica: su puntaje hoy es de 7,75, representando un gran activo de Suecia por la integridad del sistema legal, la independencia judicial y la protección a los derechos de propiedad de todos los suecos. De acuerdo con el reporte Haciendo negocios del Banco Mundial, Suecia tiene gran certidumbre en la compra y venta de bienes inmobiliarios: solo con un trámite se hace una transacción inmobiliaria, se requieren solo 7 días, y tiene un excelente sistema de catastro.
- Acceso a moneda sólida: el puntaje es de 9,3, bastante alto por la baja inflación y la baja variación de la inflación. También es permitido tener cuentas en moneda extranjera. Este apartado ha sido una de las mejoras estrella de Suecia, ya que en 1980 la inflación llegó al 11,72.
- Libertad para comerciar internacionalmente: el puntaje es 8,2, el cual nos indica que Suecia está abierta de par en par al libre comercio. Es un componente que ha mejorado sustancialmente, ya que en 1980 el puntaje llegó a ser apenas del 6,7. Suecia tiene un amplio mercado de exportación por pertenecer a la Unión Europea, y esta integrada a las cadenas de valor mundiales. Además, el arancel externo de la Unión Europea es relativamente bajo. Suecia tiene también una gran apertura para la inversión extranjera.
- Regulaciones al crédito, al trabajo y a las empresas: el puntaje es de 8,05, y donde ha habido una gran mejora, ya que, en 1980, el puntaje era de 5,85 por tener las regulaciones opresivas que ahorcaban a los emprendedores. Suecia destaca por la competencia bancaria y porque el crédito no es absorbido por el gobierno. En regulaciones laborales, los sindicatos siguen siendo poderosos, la mayoría de los contratos colectivos se hacen a nivel país, pero han comprendido que no pueden tener actos de prepotencia y confrontaciones, tratando de paralizar una industria, porque entonces todos salen perdiendo. Han comprendido que tienen que trabajar en cooperación con la industria.
Los contratos temporales se pueden renovar hasta por 2 años. No hay restricciones de trabajo en horas extras o trabajo de noche. Pero si hay restricciones al trabajo durante los fines de semana y días festivos. Es también permitido rescindir un trabajador cuando la empresa tiene que hacer recortes de personal. Es también positivo que el servicio militar obligatorio haya sido abolido.
En regulaciones empresariales, Suecia se encuentra en el lugar 18 del señalado Haciendo negocios para abrir una empresa: se requieren sólo 3 trámites, en 7 días, y cuesta 0,5 del ingreso per cápita. Gracias a esas facilidades, y a la certidumbre para abrir empresas, los emprendedores no necesitan pagar sobornos para acelerar los trámites, por ende, bloquea todas las oportunidades de corrupción. Aunque los impuestos son altos, hay previsibilidad en ellos, por lo que es fácil hacer su cálculo.
Por todas estas razones es que Suecia es una economía de mercado, tiene buen puntaje en los componentes 2, 3, 4 y 5 del índice de libertad económica, lo que compensa el mal puntaje en el primer componente, que sigue siendo de baja libertad, pero no tan baja como en 1980.
Latinoamérica debe aprender de Suecia la integridad del sistema legal, su estabilidad monetaria, su apertura de libre comercio, el sistema de vouchers escolares y sus regulaciones transparentes y previsibles. Pero no debe tratar de imitar el Estado de Bienestar, el cual llevó a Suecia a la decadencia durante la década de 1980. De manera que resulta importante que se conozca del pensamiento de Anders Chydenius, que contribuyó a que Suecia se convirtiera en un país próspero.