Sobre la creatividad empresarial

Lenin Navas considera que la Cuarta Revolución Industrial implica nuevos desafíos de adaptación para las sociedades en el mediano plazo, pero que si s deja a los privados en libertad, esta revolución podría mejorar significativamente el bienestar humano.

Por Lenin Navas

Lo que debemos hacer es siempre apoyarnos en el futuro; cuando el mundo cambia alrededor de ti y cuando cambia en contra de ti. Lo que solía ser viento a favor ahora es viento en contra. Tienes que apoyarte en eso y averiguar qué hacer porque quejarse no es una estrategia.

-Jeff Bezos

Cada revolución industrial ha representado un cambio en la forma en que las empresas se organizan para llevar adelante la producción de bienes y servicios. El salto dado con la Primera Revolución Industrial ha sido sin duda el más emblemático, sino el más importante, de todos los que hemos presenciado hasta los momentos.

Y es que, hasta el siglo XVIII la producción de bienes a nivel global se realizaba a través de una industria artesanal en manos de unos pocos individuos altamente calificados, o en la pequeña producción de las familias para crear bienes para su propia subsistencia. Esta ineficiente forma de producción fue rápidamente reemplazada por la manufactura a gran escala, luego de la invención del telar hidráulico y la máquina de vapor.

Durante mucho tiempo, grande fue sinónimo de mejor en la mente del público, y esto realmente se correspondía con la realidad. Las grandes fábricas que empezaron a surgir por toda Europa y EE.UU. permitieron un incremento extraordinario en la producción de bienes con respecto a la capacidad previa a la revolución industrial, llevando a la población productos de mejor calidad y a menores precios. Gigantes de la industria como U.S. Steel o Ford han sido durante mucho tiempo sinónimo de progreso para la mayoría.

Sin embargo, el tiempo no le ha sentado bien a esta forma de hacer negocios. Estas mastodónticas empresas orientadas hacia un incremento incesante de la producción, sin atenerse a las expectativas del consumidor ni a la disponibilidad de los recursos naturales, han terminado transformadas en enormes masas burocráticas con dificultades para mutar e innovar con el paso del tiempo.

La Cuarta Revolución Industrial está cambiando totalmente este panorama. Actualmente, el modelo exitoso de grandes empresas ha dejado de ser aquel de las gigantes industriales del pasado para convertirse en el de las empresas tecnológicas de “Silicon Valley”, compañías cuyo principal activo no es la posesión de laberintos de hierro y acero, sino la utilización del conocimiento y la tecnología para hacer negocios.

Hoy en día, las nuevas empresas que están naciendo no lo hacen en torno a grandes inversiones de capitales para la construcción de edificios industriales, y la contratación de mano de obra poco calificada, sino que surgen siguiendo el modelo de las llamadas “start-ups”, que son empresas basadas en el sector tecnológico y orientadas hacia la satisfacción de demandas específicas de los consumidores. Estas no requieren de una inversión inicial exagerada.

Esta transformación trae consigo dos grandes consecuencias. En primer lugar, el hecho de que estas nuevas empresas no requieran de numerosos trabajadores ni mucho dinero para iniciar operaciones, significa que el fracaso de las mismas en satisfacer las demandas del mercado no significará una catástrofe para la economía mundial.

De hecho, aun cuando la mayoría de las start-up termina saliendo del mercado en sus primeros cinco años de existencia, esto no ha representado un daño importante para las economías, pues incluso al fracasar, las start-ups crean tecnologías y conocimientos que son transferidos a otras compañías continuando el ciclo de reproducción positiva. Asimismo, cuando una start-up tiene éxito, sus tasas de retorno al corto plazo son impresionantes, beneficiando a inversionistas y emprendedores.

En segundo lugar, este nuevo modelo de negocio también representa un cambio en las necesidades de las empresas. En una economía cuyo centro se encuentre en el aprovechamiento de las nuevas tecnologías para la producción de bienes y servicios, lo más importante para las empresas no es la repetición incansable de tareas, sino, por el contrario, la creatividad que sus empleados imprimen en el trabajo que realizan.

Para el año 2020, el Foro Económico Mundial prevé que la tercera habilidad más solicitada por los empleadores a nivel mundial será la capacidad de realizar trabajos creativos, que no pueden ser simplemente realizados por robots con inteligencia artificial.

En el nuevo mundo al que la Cuarta Revolución Industrial está dando forma, el valor más importante para las empresas es el talento humano, el cual puede ayudarlas a aprovechar los recursos tecnológicos de formas más eficientes, mantener estos recursos, e innovar al ritmo que lo va haciendo el mercado.

Las viejas empresas apegadas a la tradición deberán aprender a incorporar esta nueva fuerza laboral orientada hacia el trabajo creativo, o tendrán que vérselas con empresas más pequeñas, pero más eficientes, que puedan aprovechar tecnologías como la impresión 3D y la inteligencia artificial para crear productos de mejor calidad a menor costo.

Esto trae consigo una serie de beneficios para la población en general. Por si fuera poco, el poner fin al clásico trabajo esclavizante de 8 a 4, sentado frente a una computadora o de pie frente a la línea de producción, la Cuarta Revolución Industrial permitirá una mejor integración de los mercados.

Al permitir traspasar fronteras con las herramientas digitales a nuestra disposición, y por tanto acabar con las barreras que separaban a los inventores entre sí, y a estos con los mercados para sus productos, esta revolución acerca los productos de mejor calidad al consumidor a un menor precio. Solo imaginemos un producto diseñado por un equipo de inventores trabajando desde distintos países, y cuya producción final pueda realizarse en el mercado destino mediante impresoras 3D, más rápido y eficientemente de lo que podría hacerse con el método tradicional, sin tiempos de esperas para el transporte ni barreras comerciales.

Esto significará un incremento directo en la calidad de vida de todos los habitantes del planeta e implica grandes oportunidades para las empresas que sepan adaptarse a los cambios que vendrán con la revolución. Por supuesto, con el cambio también nos enfrentaremos a nuevos desafíos, pues, al requerir las empresas menos mano de obra poco calificada, los trabajadores actualmente ubicados en esta categoría verían sus empleos en riesgo en el mediano plazo.

Si algo nos han enseñado las anteriores revoluciones industriales es que la mejor forma de combatir los efectos negativos que pueda tener el cambio en las sociedades es simplemente permitiendo que estás puedan combatirlos en libertad. Esto significa dejar a los privados organizarse para capacitarse en las nuevas tareas requeridas en el mundo de la Cuarta Revolución, orientándose hacia trabajos más lucrativos y estimulantes. Esta es la mejor garantía de que las potencialidades de esta revolución sean explotadas y que, al final del día, el trabajo creativo y el nuevo tipo de empresas que resulten de esto nos lleven a la construcción de un mundo mejor.